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Primera visita de un monarca británico a Irlanda en un siglo

La Policía desactiva una bomba hallada en un autobús que se dirigía hacia Dublín

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Isabel II recogió la corona que le tendía un soldado y la colocó ante la estatua que preside el Jardín del Recuerdo. Acto seguido, inclinó la cabeza en señal de respeto ante el monumento que recuerda a todos los irlandeses que dieron su vida por la liberación de Irlanda y, por tanto, por el fin del yugo británico.

Fue el momento más simbólico del inicio de la visita de cuatro días, la primera oficial que realiza un monarca británico. La última fue en 1911, cuando Jorge V estuvo en el sur de Irlanda, pero en realidad, entonces el país era parte del imperio. Se podría decir que Jorge V, abuelo de Isabel II, sólo estaba visitando a sus súbditos.

El Sinn Féinno participa en ninguno de los actos oficiales

No es, obviamente, el caso ahora, y por eso los medios de comunicación se prodigaron con los adjetivos. La BBC destacó que representa la 'completa normalización de las relaciones de los dos países' que ponía fin así a 'siglos de enemistad y sospechas'. Casi todos hablaban de conjurar 'los fantasmas del pasado'.

En realidad, los dos países tienen relaciones excelentes desde principios de los años noventa. John Major y Albert Reynolds formaron una alianza sólida y encararon el comienzo del proceso de paz del Ulster, que se plasmó en la Declaración de Downing Street de 1993. El príncipe Carlos llegó a visitar Irlanda hace 15 años.

'Los lazos son fuertes', dijo ayer el ministro británico de Exteriores, William Hague. 'Se calcula que seis millones de británicos (cerca del 10% de la población) tienen un padre o abuelo irlandés. El comercio de Gran Bretaña con Irlanda es superior al que tenemos con Brasil, China, Rusia e India juntos'.

Tan directa es la relación económica que Londres hizo un préstamo bilateral a Dublín, además de la cantidad que le correspondía poner dentro del paquete de rescate de la moribunda economía irlandesa.

Esa es la realidad del presente, pero el pasado alberga cuentas que nunca se terminan de saldar. Unas 200 personas se manifestaron en las calles de Dublín contra la visita rodeadas por un gran despliegue policial.

La última visita de un monarca británico se produjo en 1911

Las medidas de seguridad eran máximas: 6.000 de los 14.000 policías irlandeses están desplegados estos días en tareas relacionadas de una manera u otra con el viaje. El coste de la visita se calcula en 30 millones de euros.

A primera hora de la maña-na, la Policía descubrió una bomba de fabricación artesanal en el compartimento de equipajes de un autobús que se dirigía a Dublín. Había sido alertada de antemano por una llamada telefónica.

El Sinn Féin había declarado que la visita era 'prematura' y no participó en ninguno de los actos oficiales. Sin embargo, Gerry Adams, recién elegido diputado por el Parlamento irlandés, dijo el domingo que confía en que los mensajes que pronuncie la reina sirvan para fundar una relación entre ambos países basada 'en la igualdad y el respeto mutuo'.

Ayer, la monarca visitó el Trinity College, el principal centro universitario de Dublín, que fue fundado por Isabel I en 1592. Allí pudo contemplar el Libro de Kells, una edición ilustrada de los evangelios obra de monjes celtas en torno al año 800. Decorado con motivos ornamentales, es uno de los manuscritos más bellos que se conservan de la Edad Media.

En los próximos días, Isabel II tendrá otra cita diferente con la historia de Irlanda. Visitará el estadio de Croke Park, escenario de una violenta represalia de la Policía británica. En noviembre de 1920, los agentes entraron en el campo donde se jugaba un partido de fútbol gaélico y ametrallaron a la multitud matando a 14 civiles.

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