El primer ministro tailandés, Samak Sundaravej, cuenta cada día con menos aliados para resolver la crisis política que atraviesa el país: el ministro de Exteriores, Tej Bunnag, presentó ayer su dimisión después de sólo un mes en el cargo; los manifestantes han ignorado el estado de excepción y siguen atrincherados en la sede gubernamental; y el Ejército se niega a reestablecer el orden en las calles.
Aunque Samak insistió en que ha sido elegido democráticamente y no dimitirá, la desobediencia silenciosa de los militares es vista como un apoyo de facto a los manifestantes, liderados por la coalición conservadora Alianza del Pueblo para la Democracia (APD). Las Fuerzas Armadas ni siquiera han expresado públicamente su apoyo al Gobierno.
Alentadas por la no intervención militar, las protestas recuperaron el tono festivo después de una jornada marcada por la violencia. Frente a las puertas del Gobierno, los altavoces lanzaban eslóganes antigubernamentales, música reivindicativa y discursos incendiarios contra Samak. “Nuestra postura es firme: Samak debe renunciar. Si no se va, no hablaremos con nadie” declaró ayer Sondhi Limthongkul, fundador de la APD.
Varios diarios respaldan la petición de los manifestantes. “Samak tiene que admitir que ha cometido muchos errores durante su mandato y que son suficientes para que dimita”, publicó en su editorial The Bangkok Post.
Impacto en el sector turístico
Los tres meses de inestabilidad política han empezado a pasar factura a la economía tailandesa. El bloqueo de aeropuertos y líneas ferroviarias y, sobre todo, los disturbios violentos del lunes, han provocado cancelaciones turísticas. “Esta crisis parece más seria que la de 2006”, declaró a Público Jaime Delgado, director de Viajes Frontia. “Entonces no detuvimos el envío de clientes, veremos qué pasa ahora”.
Delgado explicó que prevén mantener los viajes ya contratados pero varias aerolíneas locales “se han ofrecido a cambiar los billetes a otros destinos o a devolver el importe a los turistas que decidan cancelar su viaje”.
Desde Bangkok, el sector hotelero señala que el miedo es infundado. “Sólo te enteras de lo que está pasando por la televisión”, explica por teléfono Naruemon Wang, recepcionista del hotel New Siam Riverside. “Nos previnieron contra una huelga general. Decían que iban a cortar la luz, la electricidad. Pero todo ha seguido igual”.
El Ministerio de Exteriores español considera que no existe peligro para la integridad física de los turistas extranjeros en Tailandia aunque no descarta nuevos enfrentamientos violentos.
Recuerda, en su página web, que los ciudadanos españoles deben extremar las precauciones y mantenerse alejados de la sede del Gobierno en Bangkok.
Prevé que se produzcan dificultades en los desplazamientos internos: aeropuertos y estaciones de tren podrían verse afectados por los disturbios.
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