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El presidente Asad hace dimitir a todo el Gobierno sirio por las revueltas

Mañana anunciará ante el Parlamento reformas que deberían incluir el fin de 48 años de ley marcial

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

El presidente sirio, Basharal Asad, aceptó la dimisión de todo el Gobierno del primer ministro Nayi al Otari, en una nueva concesión a los miles de manifestantes que están exigiendo reformas políticas en unas protestas que se han saldado con la muerte de más de 60 personas en los últimos 12 días, según la ONG Human Rights Watch.

Otari, que ocupaba el cargo desde 2003, continuará en funciones hasta que Asad designe a otro primer ministro en los próximos días. Existe una gran expectación acerca del nuevo Ejecutivo, que se espera que pueda llevar a cabo las reformas de gran calado que en los últimos días han indicado las autoridades.

Está previsto que Asad se dirija mañana mismo al Parlamento para anunciar algunas de estas medidas, entre las que se encontraría el final de la ley marcial que está en vigor desde la llegada del partido Baaz al poder, en 1963. Además, se espera que el presidente comunique a la Cámara un paquete adicional de medidas políticas y económicas con las que tratará de devolver la confianza al país y acabar con las protestas.

Las protestas contra el régimen han disminuido de intensidad

En los últimos días el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha conversado en varias ocasiones con Asad y le ha animado a que emprenda sin dilación reformas profundas que abran el país. Cuando asumió el poder, en 2000, Asad declaró su voluntad de llevar a cabo aperturas políticas, pero más tarde se echó atrás y se limitó a promover sólo reformas económicas.

Las protestas contra el régimen han disminuido de intensidad, aunque más de 200 personas se manifestaron en la ciudad de Derá, que ha sido el epicentro de las manifestaciones de los últimos días, gritando consignas a favor de la revuelta.

Erdogan anima a Asad a emprender sin dilación reformas profundas que abran el país

Paralelamente, cientos de miles de personas, en algunos casos familias enteras, salieron a las calles de las principales ciudades para expresar su apoyo al presidente. El régimen quiso demostrar así que una gran parte de la población está a favor de Asad y en contra de las divisiones sectarias que tanto temen los sirios.

En muchos casos, los trabajadores disfrutaron de un día de asueto, o de varias horas de descanso, para poder asistir a las concentraciones. Sin embargo, es evidente que Asad cuenta con el apoyo de un gran sector de la población, que cree que la caída del presidente significaría la posibilidad de una guerra civil y el ascenso al poder de los islamistas.

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