La policía sueca siguió e identificó ayer al coordinador del suplemento Diásporas de Público, veinte minutos después de que el periodista pusiera un pie sobre la ciudad de Umeå, situada en las proximidades del Círculo Polar. El año pasado, este reportero fue abordado por agentes de la misma localidad en veintidós ocasiones mientras realizaba varios reportajes y trabajaba en un proyecto sobre la situación de los inmigrantes y los abusos policiales. Con ésta última ya van veintitrés.
El periodista, Ferran Barber, llegó a Estocolmo la semana pasada para investigar la muerte en extrañas circunstancias de un español. Ayer se trasladó hacia el norte y apenas media hora después de ponerse al volante de un vehículo con matrícula española, fue seguido y detenido para su identificación por la policía.
'Supongo que me estaban esperando porque yo circulaba en medio de una larga cola de vehículos suecos. Naturalmente, venían a por mí. El agente que me dio el alto me ha identificado ya seis veces, de manera que somos viejos conocidos. Se trata de un acoso en toda regla del que dio cuenta incluso la propia prensa local, pero no hay nada que hacer porque, lamentablemente, la ley sueca no se cumple para todos. Aquí hay un problema de xenofobia estructural que habría que denunciar en Bruselas', explicó ayer el reportero.
El responsable de Diásporas, una web dedicada a la emigración y los derechos humanos, permaneció seis meses en la misma ciudad, entre 2013 y 2014, investigando la situación de los trabajadores extranjeros y las numerosas denuncias de brutalidad y de racismo que pesan sobre la policía de esta población y de otras ciudades suecas.
Durante el tiempo que estuvo realizando este trabajo, que ahora cuenta con la colaboración de la Fundación por la Europa de los Ciudadanos (FEC), denunció en tres ocasiones el 'acoso' al que fue sometido en presencia de más de un centenar de testigos. Ninguna de las denuncias tramitadas en el departamento de Asuntos Internos de la propia policía prosperó ante la fiscalía, pese a que se aportaron grabaciones telefónicas, documentos y filmaciones donde se planteaban serias dudas acerca de la legalidad de las actuaciones policiales.
'Ni siquiera investigaron el caso, lo cual es común aquí. Básicamente, no podíamos dar un paso sin tenerlos pegados al trasero. Falsificaron denuncias, hackearon cuentas, amenazaron con acosarnos hasta que dejáramos Suecia y, de hecho, lo hicieron, así que no nos sorprendió demasiado que ayer volvieran a pararnos', asegura.
A juicio del periodista, 'en Europa se han creado espacios degradados donde no impera la ley, sino la voluntad de la policía. Los guetos de ciudades como Estocolmo o Malmö se han convertido en auténticos estados policiales donde es frecuente que los agentes carguen a los muchachos de origen extranjero en un furgón y se los lleven a los bosques para propinarles con impunidad una paliza. Esto está pasando hoy y ahora en países como Suecia. En la misma ciudad de Umeå hemos recopilado alrededor de treinta testimonios de personas abandonadas en medio de la noche, a treinta grados bajo cero, descalzos, sin móvil y sin abrigo'.
El responsable del departamento de Asuntos Internos de la Policía de la ciudad de Umeå ha reconocido que son numerosas las denuncias de abusos policiales que han llegado hasta su oficina. Ni una sola de ellas ha sido admitida a trámite hasta la fecha y, por tanto, investigada, lo que, en opinión del periodista, 'viene a demostrar el desamparo en el que se hallan las clases más desfavorecidas de nuestra sociedad y el modo en que Occidente está criminalizando la pobreza y buscando inspiración en el sálvese quien pueda de los neoliberales'.
'Sabemos que la policía está hackeando las cuentas de gente porque han hackeado incluso mi propia cuenta de Facebook', asegura un agente de Asuntos Internos de la policía de Umeå. 'Nosotros transmitimos a Estocolmo las denuncias que nos llegan de numerosos extranjeros, pero es allí donde se decide si deben investigarse o no. Hasta la fecha, la fiscalía no ha encontrado indicios de que la policía de Umeå haya vulnerado la ley', añade.
En palabras del coordinador de Diásporas, 'en Europa están creciendo pequeñas sociedades dentro de la gran sociedad de los nativos. Son compartimentos estancos de parias invisibles donde no rigen las mismas reglas de juego'. El año pasado, centenares de coches ardieron en los aledaños de Estocolmo y Malmö. El detonante de la revuelta fue el asesinato de un ciudadano portugués a manos de la policía. Los inmigrantes salieron a la calle llenos de ira. 'En Husby o Rilkeby hay una tasa de desempleo cercana al 80%. Esa gente ya no cree en el sistema, del mismo modo que el sistema no cree en ellos', concluye el periodista.
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