Nadie se esperaba una victoria tan holgada. El Puea Thai, el partido de los llamados camisas rojas, ha ganado con mayoría absoluta las elecciones generales ayer en Tailandia, según los resultados provisionales. Retenidos por una ley electoral que no les dejaba celebrar el triunfo hasta después de la medianoche, los camisas rojas revolotearon entre la sede de su partido y otros puntos simbólicos de Bangkok coreando sin demasiado escándalo el nombre de su líder, Yingluck Shinawatra.
La flamante hermana pequeña de Thaksin Shinawatra, el ex primer ministro depuesto en un golpe de Estado en 2006, ha sido la artífice de esta gran victoria que, según los últi-mos resultados, daría al Puea Thai 262 de los 500 escaños. El Partido Demócrata del primer ministro Abhisit Vejjajiva, consiguió 160 diputados.
De confirmarse esta mayoría, Yingluck se convertiría en la primera mujer en gobernar Tailandia. 'Es un gran triunfo, no sólo político, sino también social. Con Yingluck en el Gobierno, mirarán a las mujeres con más respeto', aseguraba Suda Rangkupa,una joven profesora de Lingüística de la Universidad de Chulalongkorn enfundada en su uniforme de camisa roja.
'Es un gran triunfo, no sólo político, sino también social'
La victoria del Puea Thai no cerrará, sin embargo, la crisis política en la que lleva inmersa Tailandia desde el derrocamiento de Thaksin, una figura que ha polarizado el país como nadie. Por un lado, los camisas rojas representan a las clases rurales desfavorecidas, que han encontrado en Thaksin, el hombre más rico del país, que vive en el exilio y que fue condenado por corrupción, al único que les escucha. Por otro lado, los camisas amarillas apoyan al establishment de empresarios, militares y políticos.
El ejército, apoyado por los amarillos, se ha mostrado contrario a un gobierno dirigido por alguien del clan Shinawatra y la sociedad espera ahora a que los militares muevan ficha. Aunque la estrategia clásica ha sido el golpe de Estado, que han empleado en casi 20 ocasionesdesde los años treinta, es probable que ahora usen otros métodos, como la moción de censura o un golpe judicial.
'Tienen que respetar la voz de los tailandeses, lo justo es que gobierne Yingluck', aseguró pletórico Jumpol Sukcharoen, un trabajador de una fábrica de tabaco que ondeaba con fuerza una gran bandera roja.
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