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JOHANNESBURGO. - Un brote de violencia de carácter xenófobo en Suráfrica ha dejado en las últimos semanas al menos siete muertos y miles de extranjeros que se han visto obligados a dejar sus casas a la espera, en muchos casos, de ser repatriados por sus países.
La escenas de violencia, algunas especialmente brutales, saqueos de comercios regentados por extranjeros y actos vandálicos en general se han repetido durante el pasado fin de semana. Víctimas de los ataques indicaron que los asaltantes eran zulúes e invocaban las declaraciones del rey zulú, Goodwill Zwelithini, a los que muchos surafricanos han señalado como el instigador de la violencia por la que ya han sido detenidas más de 300 personas.
Este lunes, Zwelithini pidió a sus ciudadanos que detengan los actos vandálicos y acusó a la prensa de manipular sus palabras, en las que pedía a los inmigrantes de otros países de África que se marcharan de Suráfrica y les acusó de restar a los locales oportunidades de prosperar y de degradar las comunidades en las que viven. "Somos una nación pacífica", defendió.
El monarca, de 66 años, se mostró muy desafiante con los medios de comunicación desde que le acusaron de hacer estallar esta nueva ola de xenofobia, que comenzó a finales de marzo, y aseguró que, si él decidiera incitar a la violencia, el país estaría "en llamas".
El soberano -cuya autoridad real está reconocida por el Estado surafricano, que financia su monarquía- apeló a la condición de africanos de la mayoría de las víctimas de estos ataques xenófobos y responsabilizó a una "tercera fuerza" que no identificó como el origen de los disturbios.
Miles de inmigrantes y refugiados africanos decidieron abandonar sus hogares en Durban debido a la violencia que vive la región -patria del pueblo zulú-, que se extendió la pasada semana a Johannesburgo. Cientos de ciudadanos de países como Zimbabue, Mozambique o Malaui decidieron abandonar Suráfrica y regresar a sus países.
Campos de desplazados en las provincias de KwaZulu-Natal, donde se encuentra Durban, y Gauteng, motor económico del país, donde están Johannesburgo y Pretoria, siguen alojando a los cientos de inmigrantes afectados que se debaten entre volver a casa o empezar de cero en Sudáfrica.
El presidente del país, Jacob Zuma, aseguró que su administración ayudará a repatriar a aquellos extranjeros que deseen abandonar el país e invitó a permanecer en Suráfrica a quienes lo deseen. El mandatario defendió que "no todos los sudafricanos han atacado a extranjeros. Es solo una minoría muy pequeña".
Las fundaciones Nelson Mandela y Ahmed Kathrada lamentaron, por su parte, que los protagonistas de los ataques están "olvidando los largos años de lucha contra la movilización étnica". "Nos olvidamos del apoyo dado por el pueblo del continente africano a la lucha contra el apartheid. Nos olvidamos del legado de líderes del movimiento de liberación como Nelson Mandela, Ahmed Kathrada y otros veteranos de esa lucha", denunciaron en un comunicado.
Según datos de la ONU, la crisis ha motivado el desplazamiento de más de 5.000 personas, que han sido alojadas en tiendas de campaña habilitadas por las autoridades o en edificios gubernamentales. El Gobierno surafricano ha sido duramente criticado por su tardía y débil respuesta al brote de violencia xenófoba, un fenómeno recurrente en el país que en 2008 acabó con la vida de más de 60 personas.
Represalias en países vecinos
Las primeras represalias a los ataques se produjeron en países vecinos como Mozambique, donde varios camiones y otros vehículos de matrícula surafricana fueron apedreados. El Gobierno de Maputo ha cerrado parte de su frontera con Suráfrica para evitar más incidentes.
Según radios del país austral, la compañía energética surafricana Sasol ha repatriado a más de 300 nacionales que trabajaban en sus proyectos en la antigua colonia portuguesa, debido a la tensión creada por las agresiones a ciudadanos mozambiqueños en Suráfrica.
En Zimbabue, la Unión Nacional de Estudiantes pidió a los jóvenes que ataquen negocios surafricanos en el país, que como toda la región tiene a Suráfrica como uno de sus primeros inversores. Después de que Malaui anunciara que enviaría seis autobuses para evacuar a los cerca de 500 ciudadanos afectados por el estallido xenófobo, Zimbabue tiene previsto repatriar de Suráfrica a un millar de inmigrantes.
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