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MADRID.- "Tratado Vampiro", "Caballo de Troya de las multinacionales", "Atentado contra la Democracia"... El tratado de libre comercio que Washington y Bruselas negocian con sigilo se ha granjeado varios apodos e incontables críticas desde que comenzaron formalmente las reuniones para sentar sus bases, hace casi dos años.
Desde entonces, la oposición al acuerdo que socialistas, liberales y conservadores defienden en la Eurocámara no ha dejado de crecer en países como Francia, Alemania, Reino Unido y Austria, y en menor medida en España.
Este sábado, Día Global de Acción Contra el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) hay convocadas más de 700 acciones en 75 países, y 54 de ellas tendrán lugar en ciudades españolas. Miles de personas toman posiciones en Madrid, Barcelona y Valencia para exigir la paralización del TTIP y de otros acuerdos de libre comercio como el CETA o el TISA, a apenas dos días de comenzar la novena ronda de negociaciones sobre el acuerdo transatlántico.
En la capital, una manifestación partirá de Neptuno pasadas las seis de la tarde para desembocar en la Puerta del Sol, donde la escritora Almudena Grandes leerá el manifiesto de la Campaña estatal #NoalTTIP, en la que participan organizaciones como ATTAC, Ecologistas en Acción o Amigos de la Tierra. Sindicatos como la CGT y CCOO y partidos como Podemos, IU o Equo también estarán presentes en la protesta, a la que las fuerzas políticas enviarán a algunos de sus más reconocidos dirigentes. Los detractores del TTIP enumeran cientos de argumentos contra el acuerdo pero, resumidos, estos son los ocho motivos por los que preocupa el tratado de libre comercio.
1- El secretismo de la Comisión
El Tratado de Maastricht (1992) dio alas a la Comisión Europea para negociar tratados bilaterales en nombre de los estados, y hasta la fecha acostumbraba a hacerlo sin dar explicaciones. De hecho, el jefe negociador de Bruselas, Ignacio García Bercero, envió una carta a su homólogo norteamericano Daniel Mullany (5 de julio de 2014) comprometiéndose con su socio a que “todos los documentos relacionados con las negociaciones estarían cerrados al público durante 30 años”. El argumento de la Comisión de que no quieren destapar cartas para no arruinar la negociación se tambalea ante esta cifra: 30 años. Si no hay nada malo en el acuerdo, ¿por qué ocultarlo durante tanto tiempo?.
De hecho, cuando arrancaron las negociaciones la Comisión apenas daba explicaciones sobre los encuentros, y han sido las movilizaciones ciudadanas y las presiones políticas las que han obligado a Bruselas a arrojar algo de luz sobre el acuerdo. Hoy publican textos desactualizados en su web, y permiten acceder a todos los eurodiputados a una parte de los textos, pero no a los que incluyen la posición de EEUU en las negociaciones. Los parlamentarios pueden leer estos documentos pidiendo cita y durante dos horas por consulta, en una sala de lectura a la que no pueden acceder con dispositivos electrónicos, y en la que son vigilados por funcionarios europeos en todo momento. Por supuesto, no pueden pedir cuentas de lo que hayan leído a la Comisión, ni tampoco hablar con la prensa. De lo contrario se arriesgan a sufrir sanciones administrativas e incluso se exponen a verse involucrados en procesos penales. ¿De qué sirve leerlo si no puedo contarlo?, cuestionan algunos parlamentarios.
2-La influencia de las multinacionales...
El Observatorio Corporativo Europeo (CEO) estima que el 92% de las reuniones de la Comisión han sentado al otro lado de la mesa a las grandes empresas, quedando los representantes de la sociedad civil relegados a un segundo plano. Son las empresas las que quieren este tratado, y la poderosa patronal europea (Business Europe) es una de las grandes defensoras del acuerdo. Por su parte, los detractores del TTIP advierten de que perjudicará a pymes y autónomos, y señalan que no es más que un instrumento construido para afianzar aún más el poder de las multinacionales.
3-...Y su blindaje, el ISDS
Uno de los apartados más polémicos del TTIP es la cláusula de protección de inversiones denominada ISDS (Investor-State Dispute Settlement), que permitirá a las multinacionales demandar por cifras millonarias a los estados en los que inviertan. Lo harán ante paneles arbitrales, y no ante las justicias nacionales, y siempre que consideren perjudicadas sus inversiones por los cambios normativos que decidan introducir los gobiernos. Sólo pueden demandar las empresas, nunca los estados, y los laudos son irrevocables.
A menudo estas demandas suelen dilatarse durante años con enormes costes para los estados: los abogados especializados más prestigiosos cobran entre 600 y 800 euros por hora de trabajo, y suele ser necesario contar con varios. Para más inri el negocio del arbitraje internacional está en manos de un puñado de empresas norteamericanas, británicas y canadienses que obtienen jugosos beneficios. La cifra de demandas interpuestas aumenta año tras año, y muchos estados han empezado a dar portazo a los ISDS después de observar sus efectos. Egipto fue demandado por incrementar en cinco euros el salario mínimo, Urugay por incluir advertencias sobre los peligros del tabaco en las cajas de cigarrillos... y hay miles de ejemplos de estas demandas. Además, el temor de ser demandados puede llevar a los estados a no introducir determinadas normativas, por lo que las empresas también estarían ganando sin siquiera entrar en combate (arbitral, en este caso).
Una consulta pública en la que participaron 150.000 europeos mostró el evidente rechazo de los ciudadanos al ISDS. El 97% votó en contra, y esta cláusula ha sido apartada de la mesa de negociaciones temporalmente. Según los críticos, estará fuera el tiempo necesario para maquillarla, porque la Comisión ha dejado claro que no tiene interés en prescindir de esta herramienta de las las multinacionales.
4-Destrucción de empleo y recorte de derechos laborales
Los tres siguientes apartados podrían sintetizarse en uno: la reducción de los estándares afectará a la protección y la seguridad de los consumidores, además de a sus derechos laborales. La Comisión Europea jura y perjura que no supondrá una reducción de estándares, pero el mandato negociador habla de "eliminar las normativas y la regulación que supongan un obstáculo para el comercio”. El segundo argumento de los críticos: ¿Estarían acaso las empresas interesadas en subir los estándares de exigencia? ¿Apoyarían un tratado que incremente los costes de producción?
Primer ejemplo: Organizaciones sociales, partidos políticos y sindicatos recelan de incluir los derechos laborales en un acuerdo con el país que sólo ha ratificado dos de los diez convenios fundamentales de la Organización Mundial del Trabajo.
En lo que respecta al empleo, la Comisión argumenta que el aumento de riqueza se traducirá en la creación de puestos de trabajo, pero a juzgar por experiencias como la del acuerdo NAFTA (Canadá, México y EEUU) los acuerdos de libre comercio provocan desequilibrios que pueden desembocar en la destrucción de puestos de trabajo.El NAFTA destruyó dos millones de empleos en México, el actor más débil de los que participaron en la negociación.
Pese a todo la UE defiende a capa y espada sus propios estudios e informes, y desprecia otros como el del economista Jeronim Capaldo, que advierte de la posible destrucción de 600.000 empleos con el TTIP.
5-Agresión al medio ambiente
En junio de 2014, el que fuera director general de Medio Ambiente de la anterior Comisión Europea negó a este diario que existieran estudios sobre el posible impacto medioambiental del TTIP. El máximo responsable de esta cartera, el Comisario de Medio Ambiente Janez Potocnik-que hoy ocupa otro sillón en Bruselas- reconoció ser incapaz de explicar los efectos del acuerdo sobre la flora, la fauna o el paisaje en el Viejo Continente. Los detractores del TTIP advierten de que permitirá el empleo del fracking y facilitará la entrada de arenas bituminosas en Europa.
6-Alimentos bajo sospecha
Cambios en los etiquetados, posible supresión de las denominaciones de origen tal y como las conocemos, entrada de transgénicos... Los críticos con el TTIP advierten también de que permitirá comercializar alimentos que hoy están prohibidos en Europa. Dos ejemplos: los pollos clorados, que hoy no pueden venderse en el Viejo Continente, y los cerdos alimentados con Ractopamina. Esta sustancia se prohibió en la UE hace casi 20 años y está vetada en cerca de otros 150 países, pero el 80% de los cerdos criados en EEUU se nutren de esta sustancia.
7- El socio que espía
Las negociaciones arrancaron formalmente cuando se destapó el escándalo de las escuchas de la NSA a millones de ciudadanos europeos, entre ellos varios dirigentes políticos, e incluso a la canciller alemana Angela Merkel. La conservadora puso el grito en el cielo, pero se negó a paralizar las negociaciones.
8-Es un tratado vivo
El TTIP impulsará la creación de un Consejo de Cooperación Reguladora: una suerte de mesa a la que se sentarán los gobernantes y los representantes de las empresas a debatir sobre las normativas hoy vigentes y a diseñar las que se aplicarán en un futuro. No hay muchos más datos sobre este Consejo, que en la práctica supondría dar voz y voto a las empresas para legislar en función de sus intereses.
Por estos y por otros tantos motivos sus detractores advierten: aún hay tiempo para parar el acuerdo, y el primer paso es explicárselo a los ciudadanos, "sacar el vampiro a la luz para que se seque y muera"
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