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Nancy MacLean es profesora de historia y políticas públicas de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte. Es especialista en movimientos sociales del siglo XX en Estados Unidos, así como en cuestiones de raza, género e historia del trabajo. En 1994 publicó su primer libro, resultado de su tesis doctoral: 'Tras la máscara de la caballería'. 'La creación del segundo Ku Klux Klan'. Su segundo libro, 'La libertad no basta' (2006), se centra en los derechos civiles. Su última obra fue 'Democracia en cadenas' (2017), donde narra el proyecto de la derecha radical estadounidense por desbaratar el estado para acabar con las políticas públicas y crear una sociedad nueva gobernada por las grandes corporaciones y donde el derecho al voto esté restringido. Debido al éxito del libro, 'Democracia en cadenas' será reeditado el año que viene con un capítulo nuevo sobre lo sucedido en estos cinco años.
Democracia en cadenas se publicó hace ahora cinco años. Estamos a pocos días de unas elecciones legislativas en Estados Unidos. ¿Qué ha cambiado en este tiempo?
Han pasado muchas cosas que, tristemente, confirman el análisis central que hice en el libro, que consiste en que un grupo de la derecha alternativa, milmillonarios liderados por Charles Koch, el CEO de Koch Industry, tiene un plan que se remonta a varias décadas atrás y lo ha puesto en marcha para financiar organizaciones y acciones con el objetivo de, en esencia, minar y ponerle grilletes a la democracia en Estados Unidos. Para hacer esto, entre otras cosas, están haciéndose con la judicatura mediante el nombramiento de jueces de la derecha alternativa para el Tribunal Supremo y para tribunales federales. Estos jueces son propuestos por la Federalist Society, una organización financiada por Charles Koch y otros donantes relacionados con este movimiento. Financiaron también otras organizaciones que ayudaron a conseguir que Donald Trump llegara a la Casa Blanca y que lo apoyaron a él y a sus políticos una vez fue presidente, y que se han organizado para poner en marcha todo tipo de acciones para restringir la voluntad de la gente. Esos son varios de los frentes en los que han atacado. Con todo, hay ciertamente áreas en disputa entre el movimiento libertario de Charles Koch y Donald Trump.
¿Cómo cuáles?
El libre comercio o la crudeza de las declaraciones antiinmigración del expresidente. Aun así, los que están promoviendo ese plan libertario están involucrados en muchas de las políticas más exitosas de Donald Trump, sobre todo en conseguir una mayoría conservadora en el Tribunal Supremo, esencialmente seleccionados, como digo, por la Federalist Society, y la ley de recorte masivo de impuestos a los más ricos y las grandes corporaciones que aprobó Trump [en 2017]. Esta ley tenía medidas para rediseñar la sociedad estadounidense, como no permitir que hubiera recortes de impuestos para las administraciones locales y estatales, lo que haría a los ricos de los estados azules [demócratas], como Nueva York, Connecticut o Nueva Jersey, menos proclives a apoyar el gasto social de esas administraciones. Y lo que hemos visto más dramáticamente, en particular desde la insurrección del 6 de enero de 2020 en el Capitolio, una acción que revela una conspiración criminal para alterar la voluntad del pueblo, han sido unos intentos permanentes y en marcha por amañar las siguientes elecciones. Actualmente, hay unos 300 candidatos republicanos que son negacionistas electorales [niegan que Biden ganara a Trump en los comicios de noviembre de 2019] y abogan por cambiar el método por el que se ganan las elecciones y se cuentan los votos. Muchos de ellos se presentan a cargos muy importantes, como secretarios de estado, una posición que les permitirá controlar el proceso electoral. Así que estamos viendo amenazas muy graves contra la democracia estadounidense.
¿Cuál es la relación entre los promotores de esta estrategia libertaria y Donald Trump?
Son elementos diferentes que están solapados y desde luego Donald Trump comparte muchas de las ideas de ese movimiento libertario, como el darwinismo social, un concepto al que él alude, de hecho, todo el tiempo, o la apuesta de una agenda desreguladora. Al llegar a la Casa Blanca, Trump nombró en su administración interna a muchos cargos que provenían del entorno de Koch, entre ellos, el vicepresidente Mike Pence. Después, apeló al votante de base republicano con apelaciones al cristianismo nacionalista, al mensaje antiabortista, la homofobia, prejuicios sociales y otros asuntos, para conseguir que el republicano de base acudiera a las urnas y votara por ellos. Pero su agenda principal estaba en ese otro nivel: secuestrar el Tribunal Supremo, la desregulación y los recortes masivos de impuestos para beneficio de los ricos y las corporaciones.
El llamado Partido Libertario, la tercera fuerza en Estados Unidos (en las elecciones de 2020 obtuvo el 1,2% de los votos), ¿está conectado de algún modo a esta estrategia libertaria de Charles Koch?
No realmente, es una especie de espectáculo paralelo y, de hecho, son más abiertos en muchos aspectos que la agenda conservadora de Charles Koch, aunque éste apoyó al partido en los años 80. Pero Koch no va a entrar en una discusión abierta con ellos. Koch es más listo que eso y su estrategia es ir avanzando poco a poco y sutilmente en la consecución de sus objetivos sin entrar en confrontaciones directas.
Usted argumenta, de hecho, que ahora mismo, el plan de Koch pasa por tratar de conquistar el Partido Republicano.
Totalmente. No hay que olvidar que Koch es un hombre muy inteligente. Heredó Koch Industry y convirtió ese negocio en una de las mayores corporaciones sanitarias del mundo, tiene tres licenciaturas en ingeniería del MIT, una de las mejores universidades del país. Él entendió enseguida que el Partido Libertario no iba a ningún lado a la hora de tomar el poder y hacer cambios, así que a finales de los 80 empezó a invertir en el Partido Republicano. La estrategia que su red de donantes ha seguido ha sido ésa: conquistar el partido y convertirlo en una herramienta de esa red. Por eso, una de sus acciones es financiar las primarias republicanas contra cualquier candidato que se oponga a la agenda libertaria de Koch, sobre todo en asuntos como impuestos, clima y elementos de este tipo.
Escuchándola y teniendo en cuenta lo que cuestan las campañas en EEUU y la necesidad que tienen ambos partidos de captar fondos ingentes para sus candidatos, la imagen que se transmite es que, en última instancia, las elecciones se han transformado en una disputa entre los grandes donantes y financiadores de los partidos, que son las grandes corporaciones y los milmillonarios, que dirigen sus fondos a los candidatos que mejor defiendan sus propuestas o sus intereses. ¿Cree que esto es una imagen realista de las cosas o es una simplificación?
En parte es una simplificación y en parte no lo es. El problema del llamado 'big money' en política es terrible en Estados Unidos y ha llevado a que ninguno de los dos grandes partidos vaya a hacer ciertas cosas que la mayoría de los votantes quieren. Le pongo un ejemplo: casi todos los votantes quieren que haya más impuestos para los americanos más ricos y las corporaciones más poderosas, es una idea muy popular, pero no puedes ir a los donantes, contarles esto y luego pedirles dinero. Dicho esto, aunque los dos grandes partidos en este país reciben fondos de las corporaciones y de los milmillonarios, también lo es que los candidatos republicanos son los que claramente están llevando la agenda de los donantes más ubicados en la derecha radical. Thomas Ferguson, del Institute For New Economic Thinking [un colectivo de economistas con sede en Nueva York], ha escrito sobre este fenómeno durante años y lo ha llamado coaliciones de inversores, y son estas coaliciones las que determinan el futuro de la democracia en Estados Unidos. Por terminar, añadiría que la coalición de inversores que financia el Partido Republicano está muy basada en la industria de las energías fósiles, y están muy comprometidos con la negación del cambio climático y con parar las acciones políticas en esa dirección. Por eso no es exagerado decir, como dice Noam Chomsky, que este Partido Republicano es una amenaza para la civilización.
Sobre el proyecto libertario de Koch, usted señala en el libro la importancia intelectual de James M. Buchanan, el economista premio Nobel de 1986 y quien le dio el corpus teórico a ese movimiento conservador. ¿Quién fue Buchanan y qué aportó?
Fue muy importante porque hasta que Buchanan y su teoría de la elección pública no aparecieron, Charles Koch y los libertarios radicales como él tenían una visión general de la sociedad que ellos querían conseguir, pero no sabían cómo. Sabían que tenían una agenda y que la mayoría de la gente no la querría si vieran lo que se les vendría encima si era aplicada, y claro, se preguntaban cómo podrían conseguir llegar a ese modelo social en una sociedad que es democrática y que votaría en contra de eso. Ahí fue cuando las ideas de Buchanan entraron en juego y se volvieron muy útiles. Él ofreció una explicación a cómo el estado liberal, o dicho en términos más europeos, cómo con la socialdemocracia, el estado había aumentado su tamaño muchísimo durante el siglo XX y había que buscar una vía para revertir ese proceso. El momento más claro en el que se ve todo esto venir fue en los años 80, cuando Buchanan reclama la privatización de la seguridad social y encuentra la coalición de actores que estarían a favor de esa medida. Lógicamente, como no podían intentar convencer de eso a la gente de a pie, que se beneficia de una seguridad social pública, empezaron a lanzar una estrategia de desinformación. Y junto a esto, emprendieron acciones contra los colectivos sociales y los sindicatos y para tratar de limitar la democracia, como la práctica del gerrymandering [se trata de alterar las circunscripciones electorales para beneficio de un partido o candidato determinado]. Para esto, en los últimos años están usando los datos de las redes sociales para tratar de identificar dónde están los votantes y definir según eso las circunscripciones electorales. En mi estado, Carolina del Norte, que es un estado donde la mitad de la población vota republicana y la mitad demócrata, de los 13 congresistas que tiene este estado en Washington, los republicanos tienen 10 escaños y son tan descarados que incluso afirman públicamente que si supieran cómo reformarían las circunscripciones de manera que tuvieran once. Y el Tribunal Supremo no puede hacer nada porque la regulación para votar recae totalmente en los estados y la corte sólo puede actuar si la ley que regula las elecciones fuera explícitamente en contra de los votantes negros o de alguna otra minoría.
Buchanan, además de ser un detractor del estado, le parecía que las nociones de interés público o bien público eran nocivas. ¿Es una estrategia para dinamitar las políticas sociales?
Ellos no lo dicen así, hablan de acabar con el presunto gran tamaño del estado para que sea más pequeño, pero lo que quieren decir es lo que usted plantea. Un libertario estricto no cree en los bienes públicos. Para ellos, el estado sólo tiene tres funciones legítimas: la defensa nacional, garantizar el orden público y asegurar el estado de derecho. Es decir, financiar sólo el ejército, la policía, la justicia y las cárceles. Ésa es la sociedad que pretenden. En resumidas cuentas, un estado punitivo frente al estado en el que muchos creemos basado en la educación pública gratuita, con sanidad pública, con seguro de desempleo y prestaciones sociales.
Ese proyecto libertario implicaría borrar el siglo XX en Estados Unidos, cuyos principales impulsos han venido del Partido Demócrata: desde la década de los años 10, cuando Woodrow Wilson aprobó el derecho al voto de la mujer y prohibió el trabajo infantil, pasando por el New Deal de Franklin D. Roosevelt en los años 30 y 40, que creó la mayoría de las agencias federales que existen hoy, hasta llegar a los años 60 de Lyndon B. Johnson con la aprobación de leyes federales de derecho al voto y derechos sociales, que acabaron con la segregación racial, y las leyes del seguro público de salud para pobres y jubilados.
No es ninguna exageración: eso es lo que buscan, soy historiadora y su objetivo es rediseñar todo el siglo XX. El mismo Buchanan dijo que su ideal de Constitución era la de los Estados Unidos del siglo XIX. Es decir, un momento de la historia en el que los trabajadores no tenían derechos, ni había derecho de organización, no había estado del bienestar, las corporaciones estaban libres de las regulaciones federales, cuando había segregación racial y cuando muchos sectores sociales, como las mujeres y los negros, no votaban. Lo peor es que muchos de los actuales libertarios dicen todo esto abiertamente, como que piensan que sólo deberían votar las personas que tengan ciertas propiedades. El mismo Buchanan afirmaba que los trabajadores del sector público no deberían votar porque ya recibían un sueldo público y eso era suficiente compensación. Realmente, es una ideología muy radical que está apoyada por gente realmente poderosa que emplea muchos recursos en promover estas ideas, pero haciendo que suenen bien, vinculados a cosas positivas como la libertad, el emprendimiento, el desarrollo de las cualidades personales, etcétera. Mucha gente no entiende adónde se dirigen realmente las políticas que mencionan esos conceptos, no saben lo que hay detrás realmente. De hecho, aunque las políticas neoliberales han sido desastrosas para la mayoría, mucha gente está votando ahora a candidatos radicales porque está muy frustrada porque ha perdido su calidad de vida.
Usted menciona en su libro que Koch tiene toda una pléyade de grupos, de instituciones, de 'think tanks', que promuevan sus ideas e influyan en la política. ¿Cuáles, por ejemplo?
Hay, literalmente, cientos de ellos. Desde instituciones nacionales como la Heritage Foundation, el Cato Institute, la Federalist Society, Americans for Prosperity, el LIBRE Institute, Generation Opportunity, State Policy Network… éstas son algunas de las principales, y a ellas tienen vinculadas otras organizaciones menores de ámbito estatal o local. Y por encima de ellas, hay un ente internacional llamado el Atlas Network, para la expansión internacional. Es realmente una ideología estructurada, con una estrategia altamente elaborada y con planes a varios niveles para tratar de transformar la democracia alrededor del mundo.
Charles Koch está a punto de cumplir 87 años. ¿Qué pasará con el liderazgo de esta corriente, qué otros nombres hay?
Quien heredará ese liderazgo es su hijo, Charles Koch Jr. Junto a él hay unos 660 donantes principales, cada uno de los cuales da al menos 100.000 dólares al año para esto.
En su libro, usted asegura que los libertarios se apoyan, para lanzar y extender su estrategia, en tres pilares: la religión, el supremacismo blanco y el conservadurismo republicano. ¿Qué relación hay entre estas ideologías y el movimiento de Koch, cómo las están usando?
La religión se ha usado desde hace mucho tiempo en beneficio de esta estrategia libertaria, y esto está ligado al rechazo a elementos como el derecho al aborto y el rechazo al matrimonio gay. El vínculo con el supremacismo blanco es más reciente y es más una relación de conveniencia. En cuanto al republicanismo conservador, es el plan de Koch y los suyos, hacerse con el partido y promover esa corriente conservadora dentro del partido. Por ejemplo, en estos momentos, financiando a todos los candidatos que sean negacionistas electorales o que apoyaron o apoyan la insurrección contra el Capitolio. Realmente podríamos estar a dos minutos de la medianoche, como se suele decir, en cuanto a la supervivencia de la democracia.
Quedaría un último elemento, que usted dice que no surge por casualidad, sino que es muy intencionado: la desinformación.
Es una herramienta muy útil para ellos. Empezó a serlo ya en los años 90, cuando Koch financió medios de comunicación y mensajes para negar el cambio climático.
En un artículo reciente, publicado en la revista The New Republic, usted afirma que la batalla real en Estados Unidos está en los estados. ¿A qué se refiere?
El sistema estadounidense es de tipo federal y la Constitución le otorga a los estados un poder muy significativo, entre ellos, el poder de celebrar elecciones y de controlar el proceso electoral. Esta derecha radical tiene la estrategia de raptar el poder estatal por varios motivos, el principal tiene que ver con algo que uno puede hacer más o menos fuera de la atención pública, en parte porque la gente suele estar más atenta a la política local o la nacional que a la estatal y en parte porque muchos medios de comunicación han colapsado y cada vez hay menos periodistas cubriendo los congresos estatales, me refiero al control de las elecciones. De este modo, si se hacen con ese control pueden decidir quién cuenta los votos, cómo los cuenta y, sobre todo, quién determina al ganador. Es un elemento decisivo.
Otro elemento que usted menciona a menudo es el intento de esta derecha de tratar de convocar la convención para promover una nueva constitución. ¿En qué consiste?
Ésta sería la estrategia definitiva del jaque mate: son los intentos de este plan libertario de que se convoque la que sería la primera convención constitucional desde que la Constitución fuera aprobada en 1787. Usarían esa convención para aprobar enmiendas que reviertan los progresos del siglo XX. Son muy explícitos sobre estas intenciones, pero es algo que mucha gente en Estados Unidos ignora. Para ello, necesitan que esta propuesta de convención se apruebe en 34 de los 50 que tiene el país, y de momento cuentan con 28, así que no lo tienen tan fácil, pero lo que están buscando ahora es que apliquen otras matemáticas para ello. Una idea que tienen es que esa convención sea autorizada por los presidentes del Congreso y del Senado, que podrían quedar en manos republicanas en las próximas elecciones legislativas de noviembre, y quién sabe si los presidentes de ambas cámaras mirarán atentamente o no sobre esta cuestión. A partir de ahí, su propuesta sería que cada estado tenga un voto y que se decida por mayoría simple y los republicanos dominan ahora 30 estados de los 50. No es fácil, pero es una situación muy preocupante.
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