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Nadie cede en la crisis

Ahmadineyad dice que su país tendrá 50.000 centrifugadoras con las que enriquecer uranio. Y Bush tampoco cambia de discurso.

ISABEL PIQUER

Irán continuará hasta el final y EEUU, lo mismo. El último informe de los servicios de inteligencia norteamericanos no alterará la estrategia de ambos países en relación a la incipiente industria nuclear iraní. Según sus conclusiones, Irán interrumpió un programa de armas nucleares en 2003 y no lo ha reanudado desde entonces. Esta inesperada revelación no ha hecho mella ni en Ahmadineyad ni en Bush.

En un discurso en la ciudad de Elam retransmitido por televisión, el presidente iraní declaró la 'victoria' de su Gobierno. Siempre desafiante, Ahmadineyad no se mostró interesado en aprovechar la 'ventana de oportunidad' que se ha abierto, en expresión del director del Organismo Internacional de Energía Atómica, Mohamed El Baradei.

Muy al contrario. Ahmadineyad alardeó de que su país tiene planes para aumentar de forma dramática el número de centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio: 'Si queremos obtener combustible nuclear suficiente para que una central funcione durante un año, deberíamos contar con 50.000 centrifugadoras'.

Dudas razonables

Actualmente, Irán tiene 3.000 centrifugadoras en funcionamiento. La mayoría de los expertos duda de que los científicos iraníes estén en condiciones de hacerlas funcionar de forma secuencial y a la velocidad necesaria como para producir uranio enriquecido en el porcentaje necesario para que tenga uso militar.

El número de 50.000 había aparecido antes en declaraciones de otros dirigentes iraníes, pero resulta significativo que Ahmadineyad haya reiterado esta amenaza 48 horas después del informe de los servicios secretos de EEUU.

Bush tampoco cambia de discurso. El presidente siguió haciendo ayer malabarismos diplomáticos para mantener una línea dura. Washington intenta minimizar el impacto de las sorprendentes revelaciones entre los países que más directamente han participado en las negociaciones y que todavía no alcanzan a comprender este cambio de política.

'Los iraníes deben tomar una decisión estratégica', dijo Bush, 'pueden sincerarse con la comunidad internacional sobre el alcance de sus actividades nucleares, aceptar plenamente la oferta de suspender su programa de enriquecimiento y acudir a las negociaciones, o pueden seguir por el camino del aislamiento'.

'Ha quedado claro, tras la Estimación de Inteligencia Nacional (en inglés NIE) que el Gobierno iraní tiene mucho que explicar sobre sus intenciones y sus acciones pasadas', advirtió Bush.

Las palabras no suenan tan dramáticas como la amenaza de Tercera Guerra Mundial del pasado octubre pero indican claramente que la intención de la Casa Blanca es mantener la presión diplomática sobre Teherán. No va a ser tarea fácil.

La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el consejero de seguridad nacional, Stephen Hadley, llevan dos días hablando con sus homólogos del Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China para mantener una apariencia de coherencia en lo que ya era un frente algo resquebrajado.

'Estos países deben entender que el tema nuclear iraní sigue siendo un problema y continuará siendo un problema', enfatizó Bush tras bajar la escalerilla del Air Force One que acababa de aterrizar en Omaha (Nebraska).

EEUU teme que el informe perjudique seriamente sus esfuerzos para sacar una nueva resolución de la ONU, la tercera, contra Irán. En el pasado, Washington tuvo que hacer encaje de bolillos para conseguir el apoyo del Consejo de Seguridad.

En el futuro, le va a resultar casi imposible. China ya ha dado a entender que la situación ha cambiado.

Nadie ha aportado aún un análisis claro de lo que ha ocurrido en los pasillos de la Casa Blanca hasta el sorprendente anuncio del lunes. Según The Washington Post, Bush y el vicepresidente Dick Cheney, estaban al corriente desde agosto; oficialmente sin embargo no lo supieron hasta el 28 de noviembre. Las dos fechas dan una versión muy distinta de los hechos, la diferencia entre la sorpresa y la manipulación

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