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Monarquía británica El ocaso de Isabel II y su monarquía menguante

El jubileo de Platino -o los 70 años de Isabel II en el trono británico, que se cumplen el 6 de febrero- anda entiznado por el tóxico príncipe Andrés, acusado de pedofilia; la huida de Enrique a EEUU o los hijos sin título de la princesa Ana. Ni el poder mediático más adulador puede evitar la baja generacional en la familia Windsor mientras las encuestas indican que la monarquía es cosa de viejos.

La reina Isabel II, a su llegada al funeral del príncipe Felipe en la Capilla de San Jorge, situada en Windsor
La reina Isabel II, a su llegada al funeral del príncipe Felipe en la Capilla de San Jorge, situada en Windsor. Leon Neal / Reuters

Si la naturaleza sigue su curso, los británicos descubrirán algún día que la reina Isabel II (Londres, 1926), viuda desde el pasado abril, es mortal. Hasta que llegue ese día, continúa batiendo récords de longevidad. El 6 de febrero se cumplen 70 años de la muerte de su padre, Jorge VI, en 1952, y su acceso automático al trono, y al año siguiente, 1953, a la Corona. Una gesta sin precedentes en la milenaria historia del régimen hereditario. El primer jubileo de Platino se celebrará en primavera –para que luzca más el sol que en febrero- del 2 al 5 de junio. Contará con un programa de festejos que aspira a que 10 millones de británicos, de los 67 millones de habitantes censados, monten fiestas callejeras y soplen con ahínco los matasuegras adornados con la Union Jack o bandera británica. Desfiles, conciertos, entrega de medallas y un concurso de pasteles rematarán el entusiasmo real.

Junto al regocijo del puente festivo, que muchos aprovecharán de minivacaciones, la organización Republic, partidaria de la abolición de la monarquía y la elección de un jefe o jefa de Estado, prepara una campaña alternativa al jubileo bajo el eslogan Not Another 70. Graham Smith, portavoz de Republic, cuenta a Público que "no queremos otros setenta años de monarquía, así que este jubileo tiene que ser el último porque la reina tiene que ser la última; Carlos no debe de ser rey de nadie". El parecer de Graham acerca de un cambio inevitable en la institución al paso de la madre al hijo se extiende a otros ámbitos de la sociedad, más aún de la Commonwealth, en donde ya han empezado a prescindir de Isabel II y a convertirse en república como hizo Barbados el pasado mes de noviembre. No han esperado al soberano traspaso generacional.

La campaña Not Another 70 se cerrará el 2 de junio con un congreso en torno a la monarquía sobre la que Graham Smith cree que "representa únicamente el privilegio de nacer en una familia rica, es un escollo del pasado que nada tiene que ver con democracia". El portavoz aduce que las tres razones esgrimidas por los monárquicos en defensa de la institución (lucrativa para el turismo, aporta estabilidad política y afecto por la familia Windsor) no están demostradas, y replica: "Los turistas vendrían igual y podrían visitar los palacios abiertos al público todo el año; más que estabilidad política aporta división y gastos al erario público, y respecto al afecto, los monárquicos incondicionales son una minoría".

La que sabe de republicanismo en Gran Bretaña es la profesora Rachel Hammersley, de la universidad de Newcastle, quien explica: "En Gran Bretaña, el republicanismo va asociado al caos y la confusión de la Guerra Civil del siglo XVII, y es visto como un experimento fallido, al mismo tiempo que se ha desarrollado una monarquía constitucional con la reducción del poder del soberano". Con el ojo analítico puesto en el pasado, la profesora mira también al futuro y aventura para Público que "es difícil saber qué ocurrirá, puesto que la monarquía ha sido sacudida por recientes estrépitos, aunque se mantiene respeto por la reina, habrá que ver si se mantiene el mismo respeto con otro dirigente".

En Gran Bretaña, el principio hereditario se aplica también a una parte de los miembros de la Cámara de los Lores perpetuando prácticas políticas propias del feudalismo. Respecto al asunto hereditario, Hammersley dice: "Los Lores hereditarios a día de hoy no son cruciales como lo eran antes, pero tal vez haya más razones para abolir el principio hereditario en los Lores que en la monarquía, dado el papel que tienen en el proceso de gobierno".

Por más que con el jubileo volteen las campanas y destellen los cohetes por el Reino Unido, la familia Windsor no atraviesa un buen momento ni se le augura un esplendoroso futuro por la disminución de sus miembros con funciones oficiales o trabajo. En la generación del príncipe Carlos (73 años) ha sido expulsado por tóxico su hermano Andrés, acusado de pedofilia y cada vez más cerca de ser juzgado en EEUU. Especialmente desde que Ghislaine Maxwell fue declarada culpable, el pasado diciembre, de tráfico de menores para abuso sexual del círculo de amigos del fallecido por suicidio Jeffrey Epstein en el que se incluye Andrés. Una foto del príncipe con la menor Virginia Roberts en casa de Ghislaine en Londres gravita como la espada de Damocles sobre la cabeza real. Él contesta que no se acuerda de dónde fue tomada la imagen ni cuándo ni cómo, a pesar de que su brazo se ve rodeando la cintura de la menor.

El futuro Carlos III, si no cambia de nombre al acceder al trono, contará con su hermana Ana (71 años) y hermano Eduardo (57 años) para personificar la institución y acumular presidencias de honor de organizaciones cívicas, profesionales, culturales o militares. La mengua será todavía más notoria en la generación de Guillermo (39 años) y Kate, que podrían estar más solos que la una para representar la monarquía debido a que Enrique ha dado portazo a palacios y castillos y se queda en California con la familia creada por él y la actriz Meghan Markle. La princesa Ana renunció a que sus hijos tuviesen títulos y funciones oficiales, lo que disminuye aún más la generación de Guillermo y Kate. Ninguno de los espurios, incluidas las hijas de Andrés, tendrán que tantear el mercado de trabajo o de la vivienda, puesto que la fortuna privada de los Windsor, heredada como soberanos, supera con creces los 85 millones de euros anuales de asignación del Gobierno –o 380 según el estudio The true cost of the royals-. En este informe se da cuenta de cada libra de los 380 millones de euros al año que, según este cálculo, cuesta la Familia Real al bolsillo estatal.

A falta de sondeos oficiales de popularidad, las encuestas YouGov le dan pocas alegrías a la reina, dado que concluyen que en los últimos dos años la juventud británica se decanta por la república, con la elección de un jefe o jefa de Estado. Los británicos de 18 a 24 años (41% republicanos contra 31% monárquicos) son los más incómodos por la exclusión de Andrés, la escapatoria de Enrique y la lisonja incondicional que practican algunos medios a la duquesa de Cambridge como insignia de futuro: glorificar a Kate para degradar a Meghan Markle por más que esta última esté al otro lado del Atlántico.

Ni la viudedad de Isabel II le ha generado compasión nacional -más allá del día del funeral en el que la enjuta reina, de luto, con mascarilla y nonagenaria, se sentó sola por las medidas contra la pandemia- para que los sondeos de opinión le vayan a favor. Pero como ella es profesional de las apariencias, el jubileo de Platino la hará sonreír para las fotos e imágenes públicas y permanecerá, en privado, a la espera de que la naturaleza siga su curso perecedero porque sólo en mortalidad es igual a sus súbditos.

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