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Mitt Romney deshoja la margarita vicepresidencial

El candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos busca a la pareja con la que se enfrentará al tándem Barack Obama-Joseph Biden

ISABEL PIQUER

Mitt Romney está buscando a su Sarah Palin. El candidato republicano a la presidencia de EEUU debería anunciar en los próximos días su compañero de ticket, la pareja con la que se enfrentará al tándem Barack Obama-Joseph Biden, el próximo 6 de noviembre, un político que le permita convencer al voto ultra conservador, como hizo Palin hace cuatro años con John McCain, pero sin las consecuencias devastadoras que tuvo la elección de la gobernadora de Alaska .

Unos cuantos nombres suenan en las quinielas. Uno de ellos es Tom Pawlenty. El exgobernador de Minnesota ya estuvo en la lista de posibles vicepresidentes en 2008. Es una de las voces del movimiento Tea Party. El año pasado pensó en presentarse a las primarias republicanas pero lo abandonó al cabo de pocos meses. Además de sus credenciales conservadoras, Pawlenty, 51 años, tiene dos cosas que Romney necesita: es de extracción humilde y es evangélico.

Uno de los grandes problemas de imagen de Romney son sus millones y su gestión al frente de Bain Capital, la firma de inversiones que dirigió en los 90 y en la que basa su experiencia empresarial, uno de sus grandes argumentos de campaña. Pero tanta riqueza no acaba de encajar bien en tiempos de crisis. Pawlenty, hijo de un conductor de camiones, fue a la universidad publica de Minnesota, es todo lo contrario de la elite financiera a la que pertenece Romney. Y para los conservadores que todavía tienen reparos ante el hecho de que su candidato a la presidenciales sea mormón,  el exgobernador puede atraer el voto evangélico que suele votar por los suyos.

Romney deberá elegir a su pareja electoral con cuidado. Según afirmaba un reciente sondeo en el Washington Post, al 24% de los republicanos no les entusiasma como está llevando a cabo su campaña, que algunos acusan de ser demasiado blanda, sin mensaje. El propio magnate Rupert Murdoch, dejó entrever hace unas semanas en un twitter una cierta impaciencia con el candidato, que no ha sabido esclarecer algunos dudas sobre su gestión al frente de Bain, al asegurar que Romney 'debería escuchar mejores consejos' y  contratar 'a profesionales de verdad' si quería ganar a Barack Obama en las urnas.

Otro posible copiloto es Chris Christie, el gobernador de New Jersey, popular por su estilo populista al enfrentarse con vehemencia y en ocasiones pugnacidad con los demócratas de su estado, lo que le ha convertido en un gran favorito de los conservadores. El gobernador de Virginia, Robert McDonnell, está también en la lista de potenciables por los buenos resultados económicos de su gestión.

También se habla de dos candidatos étnicos para darle algo de color y sabor a la candidatura republicana. Uno es Marco Rubio, el senador de Florida de origen cubano, que cuenta con padrinos como el exgobernador de su estado, Jeb Bush, o el ex asesor presidencial Karl Rove. Pero el estrellato de Rubio se ha deslucido un poco en estos meses cuando ha quedado patente que no es popular entre el electorado latino por oponerse a cualquier reforma migratoria y tras saberse que adornó un poco su historia personal al asegurar que sus padres salieron de Cuba por culpa de Castro cuando en verdad emigraron a Estados Unidos por razones económicas en 1956, todavía durante la dictadura de Fulgencio Batista.

El otro nombre que suena es el del gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, conservador donde los haya, hijo de emigrantes indios, joven (41 años), un hombre hecho a sí mismo, exrepresentante (2005-2008) de Baton Rouge, experto en temas de salud, lo que le ha convertido en uno de los críticos más acérrimos del Obamacare, el plan de salud del presidente. Durante un tiempo se pensó que Jindal tendría incluso aspiraciones presidenciales, pero el gobernador ha dicho que de momento se queda en su puesto.

También en la quiniela está Rob Portman, el senator por Ohio (uno de los swing state clave, esos estados que se columpian entre demócratas y republicanos) y exdirector de presupuesto durante el gobierno Bush. Se habló un tiempo de Condoleeza Rice pero su papel en la guerra de Irak sigue siendo demasiado polémico. Además, Rice, no ha mostrado el más mínimo interés en volver a la política.

El proceso de selección se lleva en el más absoluto secreto. Los contendientes están siendo sometidos a una investigación exhaustiva. El cuestionario de más de 80 preguntas al que deben responder incluye cosas como '¿Ha sido infiel en algún momento?'. The New York Times contaba hace unos días que para evitar que se filtre la decisión final, la campaña republicana había considerado fletar dos aviones distintos, uno para llevar al candidato a la ceremonia de presentación, otro para despistar a la prensa.

Tener un candidato a vicepresidente a estas alturas de la contienda tiene varias ventajas: primero, ajusta el mensaje y la química personal de los dos contendientes de cara a la convención de Tampa (Florida) a finales de agosto, donde serán oficialmente entronizados. Segundo, permite desdoblar los esfuerzos recaudatorios del partido, que en estos últimos meses ha conseguido recuperar el tiempo perdido en las primarias. Sólo durante el mes de junio Romney consiguió recaudar cien millones de dólares.

Lo que sobre todo quiere la campaña de Romney es evitar lo que pasó con Sarah Palin, cuya candidatura no fue suficientemente contrastada y acabó perjudicando aún más la campaña de McCain.

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