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México Calles vacías para un México normal, pero demasiado llenas para uno en emergencia sanitaria

El gobierno mexicano descarta declarar el estado de excepción y el toque de queda pese a decretar el cierre de las actividades no esenciales y el confinamiento para toda la población hasta el 30 de abril. 

Amed Asar (izq) y su socio (dcha) en su centro de estética ubicado cerca del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. El primer día que tuvieron trabajo en esta semana fue el jueves. | Anna Portella
Amed Asar (izq) y su socio (dcha) en su centro de estética ubicado cerca del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. El primer día que tuvieron trabajo en esta semana fue el jueves. | Anna Portella

En una de las ciudades del mundo más congestionadas por el tráfico, la decimotercera, según Tom Tom, apenas hay filas en las gasolineras estos días, si es que no están vacías. Y eso, a pesar de que la Magna, la gasolina más consumida en el país, ha llegado a caer hasta los 13 pesos el litro (0,48 euros) en promedio, comparado con los 19,35 (0,78 euros) con que cerró 2019. Es una escena paradójica desde la lógica de mercado, pero coherente en un contexto de pandemia. 

Poca gente se veía por las calles de la Ciudad de México esta semana, pero demasiada considerando que fue la primera después de que se declaró la emergencia sanitaria en el país y que terminará con más de 1890 contagiados y 79 muertos. La medida se parece al estado de alarma de España porque permite al Gobierno tomar decisiones extraordinarias para afrontar los brotes de contagios en México. La más notoria fue la orden de suspender todas las actividades no esenciales, públicas y privadas, y el confinamiento de los ciudadanos, entre el 30 de marzo y el 30 de abril.

Pero más que una orden, se trata de un exhorto, es decir, una instrucción de cumplimiento voluntario. El epidemiólogo encargado de gestionar la crisis sanitaria en el país, Hugo López-Gatell, ha rechazado declarar el estado de excepción e imponer toques de queda para frenar la expansión del nuevo coronavirus. Las considera "medidas extremas", innecesarias por el momento. Pero pocos ignoran que un país con una tasa de informalidad laboral del 56,24%, ese remedio a la fuerza, a parte de difícil cumplimiento, puede llegar a ser peor que la enfermedad.

"Yo seguiré trabajando. Si ocurre (el contagio), pues estamos siempre expuestos", explica Margarita Morales, quien regenta un puesto de frutas y verduras en un marcado de la colonia Condesa, en la capital. Tiene 65 años, su esposo, 73 y tiene diabetes. Forman parte del grupo de adultos mayores del país sin pensión de jubilación, que temen más por su sustento diario que por la salud. "No nos vamos a confinar, vivimos al día", asegura una vendedora de perfumes ambulante, en la colonia San Rafael, que prefirió no identificarse.

En México, la estrategia de combate al nuevo coronavirus aún no ha ido acompañada de un plan económico nacional de rescate. Solo han habido acciones individuales de diferentes instancias de gobierno. El de la Ciudad de México, por ejemplo, ofrece 50.000 microcréditos de 10.000 pesos (370 euros) sin intereses. "Son buenos pero no nos llegan ni para pagar el alquiler", asegura Amed Asar, socio de una estética ubicada en una calle del distrito financiero de la ciudad, en el Paseo de la Reforma.

Asar y su socio reabrieron el negocio el lunes después de haber cerrado durante la última semana de marzo por la contingencia sanitaria. Al ver que la inmobiliaria que les alquila el local no les prorrogaba el pago del alquiler de 15.000 pesos (555 euros) ni la penalización del 10% por el retraso en el pago, decidieron regresar al trabajo. "Apenas ayer (jueves) tuvimos el primer cliente de la semana", asegura, pronunciando las palabras detrás de una mascarilla, en el patio de su local, que huele a lejía. "Hasta el momento nadie nos ha dicho nada por abrir", asegura, a pesar de saber que su negocio no está contemplado como actividad esencial en la declaración de emergencia sanitaria.

Este mexicano bajó la reja de su negocio el sábado por la tarde sin saber si regresará el lunes. Todo depende de qué anunciará este domingo el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, cuando haga público un plan de reactivación de la economía ante la crisis provocada por el nuevo coronavirus. Se sabe que irá dirigido a las micro, pequeñas y medianas empresas, generadoras del 90% de los empleos del país, y que no aumentará la deuda pública. "Nada de rescates al estilo del periodo neoliberal, que les daban a los bancos, a las grandes empresas", aseguró en una conferencia de prensa del 23 de marzo. "Si tenemos que rescatar, ¿a quién hay que rescatar? A los pobres", añadió.

Antes del plan económico, pero, lanzó el sábado una convocatoria para multiplicar por diez los mil médicos especialistas que hay en el país y los enfermeros, para formarlos a todos en terapia intensiva. Esto se une al plan de reconversión hospitalaria, para determinar cuáles serán centros covid19, instalar hospitales móviles y ocupar los privados, si hace falta, para atender a los enfermos. Además, el presidente López Obrador dijo que la semana que viene se informará de las compras de material de protección para el personal sanitario y de la adquisición de más de 5.000 ventiladores, sin dar más detalles. La respuesta llega después de semanas de protestas de médicos y enfermeros de todo el país, que piden equipamiento básico y protocolos para atender a los contagiados.

Hay países que usan el símil de la guerra para entender esta pandemia. Aquí está más vivo el recuerdo del terremoto de magnitud 7,1 de 2017, que puso de manifiesto la solidaridad y unión del pueblo mexicano ante la tragedia. "Nos afectó, pero no al grado de ahorita", asegura Asar. "Después del temblor nada era igual, obviamente, pero sí teníamos servicios y sí era rentable el negocio", asegura, después de 15 años regentando la estética. "Nunca habíamos vivido algo similar".

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