La cárcel de Salé, ciudad vecina de Rabat, donde se congrega el mayor número de reos salafistas del país, unos 300, ha vivido desde el lunes un motín de presos integristas, que trataban de evitar su dispersión por diferentes cárceles del país. Una medida que aceptaron ayer tras obtener la promesa de que no serán castigados por la rebelión.
Detenidos muchos de ellos tras los atentados del 16 de mayo de 2003, no pocos no habían cometido delito alguno: sólo simpatizar con la ideología yihadista. La esperanza para estos presos (los que no tienen vínculos con organizaciones terroristas) se alumbró con las protestas del Movimiento 20 de Febrero, que ha hecho de la libertad de los presos políticos una de sus banderas.
Casi dos centenares, 190, fueron liberados el 14 de abril; muchos eran integristas. Estos días corría en Marruecos el rumor de que los siguientes serían los presos de Salé.
Quizás por ello, al enterarse el lunes de que iban a ser dispersados en diferentes prisiones de Marruecos, que no parece coherente con una pronta liberación, los presos se alzaron contra los funcionarios, pertrechados con barras de hierro y piedras arrancadas de una pared, según la versión de la agencia oficial MAP.
Cinco funcionarios de la prisión fueron secuestrados por los internos, que se refugiaron en la azotea. La intervención de los antidisturbios marroquíes se saldó con varios heridos entre los agentes, que fueron trasladados a hospitales. La MAP aseguró ayer que un centenar de agentes y sólo dos reclusos resultaron heridos en los disturbios.
En una entrevista con Público, Mohamed Amine Ragala, líder del partido islamista Haraka al Umma (Movimiento para la Comunidad), aseguraba que 'antes de una nueva Constitución [en alusión a la reforma de la Carta Magna propuesta por Mohamed VI en su discurso del 9 de marzo], necesitamos que los presos políticos estén fuera de la cárcel'. Ragala, indultado el 14 de abril, recalcó la importancia de 'las manifestaciones en las calles' para exigir la liberación de los salafistas.
En la última manifestación para pedir democracia, el 24 de abril, convocada por el Movimiento 20 de Febrero, la presencia de islamistas fue mucho mayor que en concentraciones anteriores.
Pero las autoridades marroquíes no parecen dispuestas a abrir del todo la mano con los presos integristas, máxime después del último atentado en Marrakech, el 28 de abril, en el que murieron 17 personas. El domingo, 40 expresos salafistas fueron detenidos en Fez para evitar que participaran en una marcha de protesta al centro de detención ilegal de Temara, cerca de Rabat, informó la coordinadora de expresos islamistas.
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