parís
El presidente francés, Emmanuel Macron, concluyó este lunes por la tarde su primera ronda de contactos con los distintos partidos para designar a un primer ministro. Desde el 16 de julio, hay un Gobierno en funciones en Francia. Es decir, hace 40 días que el Ejecutivo de Gabriel Attal solo gestiona los asuntos corrientes (al menos así le corresponde en teoría). Aunque esto representa un récord de interinidad en el país vecino, Macron mantiene el suspense y no está claro qué decisión tomará. Ahora ha pedido una segunda ronda de reuniones a partir del martes.
Una de las pocas evidencias es la negativa del presidente a dejar gobernar a la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP). Esta coalición unitaria de las formaciones progresistas (desde la Francia Insumisa hasta el Partido Socialista, pasando por los verdes y los comunistas) quedó primera en las elecciones legislativas anticipadas del 7 de julio (con 193 diputados), pero lejos de la mayoría absoluta (289). Aunque desde entonces no surgió ninguna coalición alternativa en una muy fragmentada Asamblea Nacional, Macron se resiste a nombrar a Lucie Castets, la candidata propuesta desde finales de julio por el NFP.
Cuando empezó el viernes la ronda de contactos con las distintas formaciones, los partidos afines al centro-derecha macronista se opusieron a la designación de Castets con el argumento de la inestabilidad. Advirtieron de que, si había algún ministro de la Francia Insumisa, "votarían a favor de una moción de censura".
Pero en un nuevo giro de guion en esta crisis política, Jean-Luc Mélenchon, uno de los principales referentes de la izquierda insumisa, cogió con el pie cambiado al macronismo abriendo la puerta a un Gobierno de izquierdas. Eso sí, sin ministros insumisos, y eso que esta formación ecosocialista dispone del grupo parlamentario más numeroso en el seno del NFP.
"No quieren un Gobierno de izquierdas"
"Si en el Gobierno de Lucie Castets no hubiera ningún ministro insumiso, ¿os comprometéis a (…) permitir que aplique su programa?", preguntó el sábado Mélenchon en una entrevista televisiva para la cadena TF1. "Las cuatro fuerzas del NFP tienen vocación de Gobierno. Somos la única coalición con un programa y una candidata. He escuchado las declaraciones de Mélenchon, quien les hizo una pregunta. Ahora esperamos su respuesta", insistió ese mismo día Castets durante un acto en la universidad de verano de la Francia Insumisa.
Este lunes, sin embargo, Attal se opuso con contundencia a esa posibilidad. El Elíseo ratificó esta posición. "El presidente ha comprobado que un Gobierno basado únicamente en el programa del Nuevo Frente Popular sería inmediatamente censurado por el conjunto de los otros grupos en la Asamblea Nacional", indicó la presidencia francesa en un comunicado.
"Dicen que no quieren a la Francia Insumisa, pero en realidad no quieren un gobierno de izquierdas", aseguró Fabien Roussel, secretario general del Partido Comunista, durante la universidad de verano de su formación. El pasado fin de semana coincidieron en distintos puntos del territorio galo las escuelas veraniegas de los insumisos, comunistas y los verdes.
En las tres el estado de ánimo de los militantes resultaba parecido: una mezcla del cabreo por las reticencias del presidente para nombrar a un Ejecutivo progresistas con cierta preocupación por la capacidad de los partidos del NFP para mantenerse unidos, sobre todo teniendo en cuenta las tensiones incipientes en el seno del PS.
Era el caso de Didier Rosset, de 48 años, un militante insumiso que vive en los Alpes franceses y que no dudaba en describir como "un golpe de Estado" el comportamiento de Macron. "Puede sonar exagerado, pero para mí se trata de un golpe de Estado. Si se hubieran invertido los roles y en realidad el presidente fuera Mélenchon y este se opusiera a reconocer la derrota en unas elecciones legislativas, todo el mundo lo acusaría de golpista y de vulnerar la democracia", aseguraba Rosset en declaraciones a Público durante la escuela de verano de la Francia Insumisa en Valence, una localidad de unos 60.000 habitantes situada a unos 100 kilómetros al sur de Lyon.
Tensiones internas en el PS
"No me extrañaría que Macron intente una maniobra maquiavélica para dividir a la izquierda", advertía Alain Marin, de 64 años, otro militante insumiso que trabaja como dibujante industrial y tomaba una cerveza con su compañero Rosset. Durante las últimas semanas, aparecieron en la prensa como potenciales jefes del Ejecutivo los nombres de veteranos dirigentes de Los Republicanos (Xavier Bertrand, Michel Barnier, Valérie Pécresse…) o de la órbita del Partido Socialista, como Bernard Cazeneuve (el ministro del Interior durante la presidencia de François Hollande) o Karim Bouamrane, alcalde de Saint-Ouen (en la periferia norte de París).
La dirección de los socialistas ve en esas especulaciones, sobre todo las relacionadas con personalidades del centro-izquierda, un intento del presidente para alimentar las tensiones internas en el PS, dividido en dos corrientes con un peso parecido. "Le hemos dicho que estamos unidos y que es inútil de intentar enfrentar a unos con otros", sostuvo el viernes Olivier Faure, secretario general de los socialistas, tras reunirse con Macron.
Como el resto de los principales dirigentes del Frente Popular, él apuesta por la designación como primera ministra de Castets, de 37 años, la actual directora de las finanzas del Ayuntamiento de París y conocida por su militancia en defensa de los servicios públicos.
No obstante, los sectores más moderados del PS, muy críticos con Faure, no ven con malos ojos romper con la Francia Insumisa y componer una "gran coalición" con el macronismo y la derecha republicana. La dirección de los socialistas se opone a esta alianza, que tampoco sirve para llegar a la mayoría absoluta y ni siquiera entusiasma a la derecha republicana. No obstante, hay dudas sobre la posición de los 66 diputados socialistas si el presidente designa a un jefe de Gobierno de centro-derecha o de los sectores más moderados del centro-izquierda.
¿Un acuerdo entre Macron y el ala derecha de los socialistas?
"Si Macron nombrara" a Cazeneuve, de 61 años, "obtendría la confianza de la inmensa mayoría del grupo del PS", declaró el eurodiputado François Kalfon, haciendo un pronóstico parcial sobre esa posibilidad. El ala derecha de los socialistas contribuyó, asimismo, en las últimas semanas al hype mediático sobre el alcalde de Saint-Ouen.
Desconocido por la mayoría de los franceses hasta hace un mes, la figura de este edil de la banlieue se vio catapultada en las últimas semanas porque su ciudad acoge la Villa Olímpica. "El espacio de los vencedores es el de los republicanos. La izquierda y la derecha aliadas contra la RN (ultraderecha). La única regla que debe imponerse ahora es la de una coalición", defendió recientemente Bouamrane.
El alcalde de Saint-Ouen "representa una izquierda liberal en lo económico y que conoce los intereses del mundo empresarial", explica el politólogo Luc Rouban. Según este investigador en el CNRS y en Sciences Po París, una figura como la suya, pero también la de Cazeneuve, "podrían encarnar una coalición de centro-izquierda compatible con el macronismo".
En las otras fuerzas progresistas consideran que una alianza de este tipo resultaría un tiro al pie para los socialistas, la formación que salió más beneficiada a nivel electoral de la estrategia unitaria de los últimos años. "Si los socialistas deciden romper con el Frente Popular, esto los perjudicará electoralmente", pronostica Wissal El Jawhari, de 22 años, una joven militante insumisa que está terminando el máster de Derecho Público en Toulouse. "Afortunadamente está Faure", añade Rosset sobre el actual secretario general del PS, claramente partidario de la unidad en la izquierda.
Analistas de la política francesa vieron en las declaraciones de Mélenchon del sábado, en que abría la puerta a un Gobierno de izquierdas sin ministros insumisos, como una manera de apoyar a Faure, quien hace frente a crecientes presiones internas. Desde julio, varias corrientes minoritarias de los socialistas pidieron una convención del partido para "aclarar" su posición respecto al Frente Popular.
Pese a las esperanzas suscitadas entre los votantes progresistas por esta alianza, su futuro podría depender de quien lleve las riendas en el PS. Un cambio en la dirección de esa formación no solo podría acabar con el NFP, sino también facilitar una "gran coalición" con los macronistas. Una hipótesis que recuerda lo ocurrido en España en octubre de 2016 con la dimisión forzada de Pedro Sánchez y la abstención del PSOE para dejar gobernar al PP.
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