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La leña sustituye al gas en las cocinas de Santa Cruz

La crisis política provoca desabastecimiento de combustible

CLAUDIO MARIO ALISCONSI

es horas que está allí, sentado en su automóvil, aguardando turno en una cola que tiene 15 manzanas de extensión. Como miles de cruceños a esas horas, Mario Ribera espera cargar combustible, pero duda de que le permitan llenar más de la mitad del tanque.

Mientras habla en la estación de la avenida Brasil, sorprendido por la paciencia budista de la mayoría de los automovilistas, por la esquina asoman dos mujeres avanzando a trompicones con dos bombonas de gas. Son algunos de los afortunados vecinos que pudieron comprarlas pagando poco más de tres dólares por una botella de 12 kilogramos.

'Lo que aquí abunda es la escasez. Esto es un regalo del presidente (Evo Morales) como castigo a nuestros pecados', dice Mario, con sorna y resoplando como un dragón.

No muy lejos de allí, en un barrio aún envuelto en la modorra de la siesta, una multitud se agolpa frente a la distribuidora Carrales. Apoyándose en las débiles rejas, todos reclaman a gritos una bombona y el guardia teme que, si no los contiene, muy pronto tendrá allí mismo su propia toma de la Bastilla. 'Desde el miércoles no puedo encontrar gas', dice una señora indignada. Todos la respaldan con silbidos.

La situación se repite en toda Santa Cruz, pero es más grave a medida que uno se aleja algunos kilómetros del centro y se adentra en las zonas más empobrecidas. En el vecindario del llamado Plan Tres Mil, muchas de las amas de casa han debido recurrir a la leña para cocinar.

Y lo mismo sucede en la zona de la avenida Cumabi. Los vecinos recuerdan que la población salió ya varias veces a armar piquetes de protesta, pero todo fue en vano. Como también ocurrió con los que buscan gasolina, muchos debieron madrugar para lograr un sitio en la fila.

País productor

La situación no deja de ser sorprendente para un extranjero por el sencillo dato de que la escasez se produce en el segundo proveedor de hidrocarburos del continente.

Al parecer, hay varias causas que explican esa paradoja, pero todas confluyen en la disputa política central que, a estas horas, mantiene en vilo a Bolivia.

Los cruceños apuntan a los simpatizantes de Morales, que en efecto han tomado algunos campos petroleros y refinerías de la zona y de otros departamentos de Bolivia y usan los hidrocarburos como arma de lucha. Pero también es cierto que militantes autonomistas han copado a su vez instalaciones de hidrocarburos de la región.

Como si esto no bastara, la estatal YPFB decidió aplicar recortes: medio millón de litros menos de combustibles de los 2,8 millones habituales en todas las ciudades. Y 25.000 bombonas menos de las 75.000 que reparte habitualmente al día.

En Santa Cruz, la petrolera estatal dejó de suministrar gasolina a los 143 surtidores locales.

Las explicaciones demasiado tortuosas no parecen convencer a los ciudadanos de a pie. Romilda Gómez ha caminado diez manzanas cargando una pequeña bolsa con leña.

Dice que prepara tortillas y las vende en el barrio. A sus 60 años, ha visto ya muchos conflictos entre el Gobierno y los opositores, pero ninguno como éste.

Su comentario tiene un tono amargado y lapidario: '¿Por qué tengo que cocinar con troncos cuando a mi país le sobra el gas?'. No hay argumentos de geopolítica que resistan a esa sensatez. 

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