PARÍS
Actualizado:Tarjeta amarilla para Emmanuel Macron. Campeón de la impopularidad desde hace meses, el presidente francés ha visto cómo el malestar provocado por la ineficacia de sus reformas y su arrogancia burguesa se veía reflejado en el movimiento de los “chalecos amarillos”. Dos semanas después de la primera movilización de los automovilistas indignados, los bloqueos de carreteras se repiten en Francia. Las concentraciones y la manifestación de este sábado en los Campos Elíseos servirán de termómetro del futuro de esta movilización que amenaza con ampliarse o bien conformarse con ser la primera advertencia seria ante la ofensiva neoliberal de Macron.
Además de centenares de bloqueos de carreteras por toda Francia, otra manifestación se celebrará este sábado en los Campos Elíseos de París, bajo un importante despliegue de las fuerzas de seguridad. Unos 5.000 agentes de policía controlarán el acceso de los manifestantes e impedirán la circulación de vehículos. Tras las reticencias iniciales en la izquierda francesa, el sindicato Sud-Solidaires —una de las organizaciones sindicales menos mansas en Francia— apoya esta convocatoria. También lo hacen los dirigentes de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, partido referente de la izquierda francesa, a pesar de sus fuertes divisiones internas.
La CGT ha convocado para este sábado manifestaciones por toda Francia contra la precariedad y las políticas del gobierno de Macron. El sindicato con un mayor número de afiliados, sin embargo, continúa sin apoyar al movimiento de los “chalecos amarillos”, en un ejemplo más de las reticencias de las direcciones sindicales ante las nuevas formas de lucha. Las organizaciones universitarias también organizan para este sábado protestas contra el aumento de las tasas universitarias en Francia para los estudiantes de fuera de la Unión Europea. Estas aumentarán hasta 2.770 euros en las matrículas de Grado (actualmente cuestan 170 euros) y hasta 3.770 euros en los másteres (ahora son 240 euros).
Apoyo mayoritario de los franceses
Finalmente, ¿se producirá la ansiada convergencia de luchas entre múltiples frentes de protesta, que caracterizaría hace 50 años el Mayo del 68? Esta hipótesis resulta, de momento, muy improbable. Pero las protestas de este sábado representarán seguramente otro capítulo en el divorcio entre Macron y los franceses.
A diferencia de otras movilizaciones sindicales contra la reforma laboral o de la compañía ferroviaria SNCF, el movimiento de los “chalecos amarillos” cuenta con el apoyo mayoritario de los franceses. Y este no ha dejado de aumentar pese a los intentos del ejecutivo de criminalizarlo, con el argumento de las dos desgraciadas muertes relacionadas con las protestas y los más de 400 heridos, la mayoría de ellos leves. Según un sondeo del instituto Odoxa, publicado el miércoles en el diario conservador Le Figaro, el 84% de la población considera “justificada” esta movilización, siete puntos más que la semana pasada.
“Los chalecos amarillos representan los galos, la Francia ordinaria, el espíritu rebelde de la Francia contestataria”, asegura en declaraciones Público el sociólogo Michel Fize, autor de Mai 68 n’a jamais existe! (¡El Mayo del 68 jamás existió!). Este movimiento expresa una “crisis de legitimidad de las instituciones tradicionales”, explica este investigador jubilado del prestigioso CNRS, que observa una continuidad entre el movimiento de los chalecos amarillos y la Nuit Débout, que ocupó la plaza de la República en París en la primavera de 2016. “Pero a diferencia de la Nuit Débout, que básicamente estaba formada por jóvenes urbanitas con estudios superiores, los chalecos amarillos son un movimiento más transversal formado por hombres, mujeres, jóvenes, jubilados”, asegura Fize.
“Ahora, se produce una paradoja evidente. El movimiento de los chalecos amarillos está presente en Albert, Flixecourt o Abbeville —ciudades pauperizadas del norte de Francia a causa de la desindustrialización—, pero mucho menos en París”, aseguró el diputado de la Francia Insumisa François Ruffin, figura emergente de la izquierda francesa. Uno de los impulsores hace dos años de la Nuit Debout, organizó este jueves un mitin en la Plaza de la República de París para movilizar a los “indignados” de la capital francesa y las otras grandes ciudades francesa en apoyo al movimiento de los “chalecos amarillos”.
Fiasco en el intento de diálogo del gobierno francés
“El aumento de los impuestos sobre el carburante ha sido la gota de diésel que ha colmado el vaso de agua”, afirma Jean-Baptiste Voltuan, un activista francés presente en el mitin organizado este el jueves por simpatizantes de la Nuit Debout. Apoyado mayoritariamente por los votantes de la Francia Insumisa (64%) y del ultraderechista Reagrupamiento Nacional (66%), esta movilización expresa el malestar por la pérdida de poder adquisitivo de los franceses y el orden fiscal injusto favorecido por Macron con una reducción de más de 6.000 millones de euros de impuestos a los más ricos y un aumento de las tasas indirectas para los más modestos. El principal punto en común de los manifestantes de este movimiento transversal y apartidista es el rechazo hacia Macron.
Aunque el presidente francés descartó el jueves desde Buenos Aires “cualquier retroceso” en sus reformas, la realidad es que el gobierno francés ha multiplicado desde principios de noviembre sus gestos para intentar calmar la indignación de los “chalecos amarillos”. Además de doblar, hasta 4.000 euros, la prima para cambiar un coche viejo por otro de menos contaminante, el ejecutivo centrista renunció a introducir peajes urbanos para acceder al centro de las grandes ciudades o prohibir en 2040 la venta de vehículos de gasoil y gasolina.
No obstante, estas medidas que no parecen apaciguar la cólera de los automovilistas. En cierta forma, reflejan que el gobierno francés no termina de comprender, o aceptar, que la oposición al aumento de los impuestos sobre el combustible se trata de un pretexto.
De hecho, la operación diálogo de este viernes resultó un fiasco. En la reunión organizada por el primer ministro francés, Édouard Philippe, con “representantes” de los “chalecos amarillos”, solo acudió uno de los miembros de este movimiento. Después de que el “premier” francés se negara a que el encuentro fuera grabado para ser retransmitido en las redes sociales, este no se celebró.
“Macron es incapaz de comprender a su pueblo”, asegura Katarina, A., una militante de la Francia Insumisa, de 55 años, que acudió al mitin de este jueves en la Plaza de la República de París equipada con un chaleco amarillo. Como el 84% de los franceses, esta defensora del ecologismo, que “siempre viaja en bicicleta”, asegura estar decepcionada con el discurso de Macron del martes. En su primera intervención pública para responder al malestar de los “chalecos amarillos”, el presidente francés propuso establecer un mecanismo para adaptar la fiscalidad del combustible en función del precio del petróleo.
Acusados de “incoherentes” y de “desorganizados” por los medios generalistas franceses, los “chalecos amarillos” le respondieron con una treintena de reivindicaciones. Por ejemplo, aumentar en más de 200 euros del salario mínimo hasta 1.300 euros netos, establecer un salario máximo de 15.000 euros, tratar dignamente a los refugiados, fijar un salario mediano para los representantes políticos, establecer un referéndum popular que permita votar una proyecto de ley a partir de 700.000 firmas. La mayoría de ellas eran de carácter social y destituyente. Unas propuestas que mantenía unas similitudes evidentes con lo reivindicado por el 15-M en 2011, exceptuando un par de medidas conservadoras en materia de inmigración. Y que difícilmente podría ser impulsadas por Macron.
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