'Hace un año, un horrible temblor de tierra rompió Haití. Vamos a rezar por los que se fueron. Y también vamos a rezar para que los otros, los vivos, se dejen de pelear y para que se junten. Así Haití cambiará'. Estamos en la zona cero del terremoto salvaje que Haití nunca olvidará. Entre rezos y aleluyas, manos al cielo y suspiros por los que se fueron, un grupo de jóvenes ha acampado en el suelo junto a la pirámide que el ex presidente Aristide se construyó en un arrebato de locura. No hablan, no hace falta. El pequeño cartel que han pegado sobre su coche, y que abre esta crónica, lo dice todo.
Haití recordó ayer a sus muertos el primer 12 de enero de aquel otro que pareció el fin del mundo. Y lo hizo entre acusaciones y mea culpa entre 'los vivos' del cartel, los tres socios mal avenidos que tienen en sus manos y en sus bolsillos el futuro del país más vapuleado del planeta: el Gobierno de René Preval, la comunidad internacional y las 10.000 ONG que se han desplegado en la zona.
Miles de personas en el país honran a las víctimas del terremoto
Bill Clinton, enviado especial de la ONU y codirector de la Comisión Interina para la Reconstrucción, no pudo disimular la frustración que le acompaña desde que aterrizó en Puerto Príncipe. El expresidente entonó su personal mea culpa ante el 'ritmo lento de recuperación' y ha exigido más apoyo. El presidente de EEUU, Barack Obama, recogió el guante desde Washington con palabras más diplomáticas: 'La comunidad internacional tiene que cumplir ahora las promesas que hizo para garantizar un esfuerzo a largo plazo fuerte y sostenido'.
Hasta el momento, la ONU sólo ha entregado el 63% de la ayuda prometida. ¿Por qué? Las declaraciones oficiales no cuentan toda la verdad: los países donantes no se fían de Preval. La parálisis que sufre Haití desde hace cuatro meses se debe precisamente a eso: todos esperan al nuevo presidente que debe salir de la segunda vuelta electoral, tras una primera protagonizada por el fraude.
'No tenemos suficiente dinero, ese es el problema'. Marie Laurence, ministra portavoz del Gobierno, esgrimió a Público las excusas del Gabinete: 'Gran parte del dinero de los países donantes no se ha entregado al Gobierno, sino a las ONG. Por eso, la recuperación es lenta. Pero hemos avanzado, hace un año esto parecía la guerra'.
Obama y Bill Clinton admiten la marcha lenta de la reconstrucción
La comunidad internacional mira de reojo al Gobierno y este acusa a los cooperantes (la 'república de las ONG', como lo han bautizado los más osados) y países donantes. Las ONG, por su parte, sentencian a todos: a los primeros por no soltar rápidamente los 10.000 millones prometidos y a los segundos por su incapacidad para gestionar. 'La situación está en punto muerto', resumió Oxfam. ¿Responsables? 'La inutilidad del Gobierno haitiano, desaparecido de las tareas de reconstrucción, y la des-coordinación de los países donantes'.
Los dardos vuelan entre trincheras y, mientras, el pueblo se pone en manos de cada uno de sus dioses. A todos ellos rezaron ayer durante el gigantesco oratorio en el que se transformó Puerto Príncipe. Desde las pequeñas iglesias a la catedral católica, desde un pequeño cónclave de musulmanes hasta la explanada del derruido Palacio Presidencial, símbolo de la tragedia.
La Casa Blanca haitiana escondía ayer una sorpresa en su jardín. Una decena de paneles exhibían varios planes urbanísticos. En uno de ellos, que parecía sacado de una de esas promociones del Pocero de Seseña, se ofrecen 3.300 apartamentos de 50 metros cuadrados. En otro, se publicita algo parecido a un resort de lujo y la ampliación del aeropuerto de la capital. No se especifica si la cifra que aparece, 2032, se refiere al año de su inauguración.
'Nada se hizo, fue un año de miseria y sufrimiento', dice un haitiano
Centenares de haitianos miraban hipnotizados estos paneles, pero casi nadie se los creía. Total escepticismo. 'No me lo creo, nunca lo van a hacer. Si fuera algún político extranjero, pues todavía. Pero con los nuestros...'. Gerard Renel, mecánico de 34 años, reflexiona sus críticas: 'El año pasado de verdad creí que nos iban a ayudar. Nada se hizo, fue un año de miseria y sufrimiento. Fuimos de mal en peor y de peor en horrible. Mira allí enfrente (indica el Campo de Marte, donde se hacinan miles de desplazados). Me da vergüenza. Yo sólo soy un ciudadano que ama a su país'. ¿Cambiaría a todos sus políticos? Las carcajadas de varias personas preceden a Renel: 'Haití necesita un Gobierno que no sea despiadado', concluye.
Y como si el destino quisiera rematar tanta contundencia, aparece un hombre tullido, que hace las delicias del público con gestos y bailes. Algunos le graban con sus móviles. Pero cuando habla, todos callan: 'El Gobierno se tiene que arrodillar ante Dios y pedirnos perdón'. Un nuevo giro inverosímil y más carcajadas. El visionario recita de nuevo: 'Preval nos instala esas fotos (los paneles con las maravillosas urbanizaciones) para que el pueblo se duerma'. Qué locura más cuerda.
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