Los que creían que el coronel Muamar Gadafi se atrincheraba en su búnker para morir en su tierra y que su derrota era cuestión de horas se han equivocado. Libia se está hundiendo cada día más en una guerra civil; ni los ejemplos de revoluciones pacíficas en Túnez y Egipto pueden servir aquí para presagiar un final feliz. El símbolo que ayer se convirtió en el termómetro del conflicto es la ciudad de Zauiya, a 90 kilómetros de Trípoli, donde murieron al menos 30 civiles, según diversos testigos, mientras los fieles del déspota aseguraban que la habían retomado. Una de las víctimas era Husein Darbuk, comandante rebelde de la zona o 'jefe del grupo terrorista', según la televisión estatal.
Otro símbolo es Ras Lanuf, importante centro de producción y exportación de petróleo del centro del país. Los combates causaron 'muchos muertos', según fuentes médicas, y reinaba la confusión sobre quién controlaba la ciudad, pues tanto el régimen de Gadafi como los rebeldes dijeron que la habían conquistado.
''¡Victoria o muerte!'', proclama uno de los dirigentes de las fuerzas sublevadas
'¡Victoria o muerte! Somos combatientes. No pararemos hasta que liberemos el país', lanzó ayer a sus seguidores Mustafá Abdel Jalil, presidente del Consejo Nacional Libio, desde la ciudad 'liberada' de Al Baida. 'Libia está libre. Gadafi debe irse', respondieron los presentes. Las fuerzas de la oposición reiteraron su rechazo a negociar; sólo aceptan la salida del dictador. Voluntarios rebeldes que defienden su creciente control sobre una carretera costera dijeron que un ataque de un avión de combate del Gobierno casi alcanzó una base militar tomada por la oposición que alberga un almacén de municiones en la ciudad de Ajdabiya.
Los habitantes de Ras Lanuf, zona hasta ayer bajo supuesto control de la oposición, sufrieron los intensos bombardeos y disparos de artillería. 'Hay muchas llamas, explosiones. Las sirenas de las ambulancias ululan en las calles', dijo un testigo a la agencia Reuters. Los combates llegaron hasta Briga y Bengasi, la principal ciudad rebelde, donde un depósito de armas fue bombardeado. Tras el ataque aéreo, las instalaciones petroleras estaban en llamas y al menos 17 personas habían perecido.
Los combates de ayer mostraron la verdadera cara del conflicto: el régimen de Gadafi no pretende ocupar un país, sino controlar sus recursos energéticos. Hasta lo confesó Saif al Islam, el querido hijo del 'guía de la revolución'. 'Sin Briga, seis millones de personas no tienen futuro. Porque es de ahí desde donde exportamos petróleo', afirmó Saif al Islam en una entrevista a la cadena SkyNews. Briga, cerca de Ras Lanuf, es uno de los principales puertos del país. Además, su control es clave para el suministro de electricidad del este del país.
El Gobierno encierra a 130 periodistas en Trípoli para ocultar la represión
Además de la propaganda, el régimen sigue utilizando los viejos recursos de una dictadura. Ayer, viernes de oración para los musulmanes, las fuerzas de la oposición habían conseguido convocar en Trípoli una manifestación contra Gadafi. Para no mostrar prueba alguna de debilidad, las autoridades enviaron a los antidisturbios contra los centenares de personas que habían salido a la calle. La capital libia permanece desde el comienzo de las revueltas populares el pasado 17 de febrero bajo un férreo control de seguridad de los fieles a Gadafi. O de sus mercenarios, como deja entender un testigo a la BBC: 'Muchas personas han sido detenidas y no sabemos a dónde las llevan. La plaza [Verde] está llena de extranjeros. Soy de aquí y nunca los había visto antes. Vienen de fuera, traídos por Gadafi y controlan la situación hasta ahora'.
Para que nadie fuera testigo de la represión, los 130 periodistas invitados por el régimen en Trípoli fueron encerrados en su hotel. 'Son circunstancias excepcionales. Sé que vais a hablar sobre el tema y tergiversarlo a vuestra conveniencia', afirmó el portavoz del Gobierno, Musa Ibrahim.
En Misrata, ciudad también bajo control de la insurgencia, los combates se reanudaron y hubo hasta disparos contra las ambulancias del Comité Internacional de la Cruz Roja, que llamó al respeto del trabajo del personal médico. Esta situación desesperada explica que los rebeldes pidieran una intervención militar extranjera, principalmente ataques aéreos contra las fuerzas de Gadafi, para poder instaurar una zona de exclusión. La medida impediría a cualquier avión sobrevolar Libia.
Saif al Islam, que pasó el día de ayer dando entrevistas a televisiones occidentales y árabes, dijo a Al Yazira: 'Tenemos que ir hacia adelante: más libertad, más democracia, tenemos que reformar desde la A hasta la Z. Esperamos que esta crisis cambie Libia'.
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