KATMANDÚ.- Más de una semana después del terremoto de 7.8 grados que azotó Nepal el pasado 25 de abril, los equipos de Búsqueda y Rescate Urbano (USAR) extranjeros abandonan el país. Las personas muertas superan las 7.500 y los heridos son más de 14.400.
El Gobierno dio ayer la orden oficialmente, pero desde hace dos días un cartel avisa en el campamento militar de Katmandú desde donde se ha dirigido coordinación de los equipos de rescate que éstos tienen hasta hoy, 5 de mayo, para abandonar el lugar.
En este tiempo el trabajo no ha sido fácil, ni los acontecimientos se han desarrollado en muchas ocasiones como se esperaba. Julio Martín, de la Agencia de Contingencia Civil sueca MSB describe la situación: “Los equipos llegaban a las zonas designadas, pero no había medios ni posibilidades de llegar a las áreas remotas debido a una carencia de helicópteros, y las zonas de fácil acceso ya estaban cubiertas por las autoridades locales”.
Es la misma experiencia que ha tenido la ONG española Bomberos Sin Fronteras. “Después de un viaje de seis horas desde Katmandú, llegamos al Distrito de Gorkha y no hemos podido trabajar no porque no estuviéramos dispuestos o capacitados, sino porque por parte de las autoridades no se ha facilitado la posibilidad”, cuenta Miguel Ríos, jefe de grupo.
Los helicópteros son cruciales para la asistencia y el rescate: un viaje aéreo de una hora equivale a una ruta de varios días entre montañas. Además, los desprendimientos provocados por el terremoto han bloqueado los caminos que conectan las aldeas remotas que más ayuda necesitan, dificultando aun más el acceso por vía terrestre.
El jefe de un grupo USAR europeo que prefiere mantenerse en el anonimato confirma la misma situación. “Nos hacen esperar prometiendo la llegada de helicópteros, pero sabemos que nunca llegarán.”
Desde Naciones Unidas son conscientes de esta falta de medios. “Es un problema general en todas las zonas: no hay equipos aéreos suficientes, por ello uno de los principales requerimientos ahora mismo es que los gobiernos internacionales envíen helicópteros”, explica Samantha Orr, oficial de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de Naciones Unidas.
Según los últimos datos que ellos mismos han proporcionado, India es quien más helicópteros ha enviado, un total de 12 (ocho MI17 y cuatro ALH). Canadá y China han aportado tres cada uno, (MI17 y Ch-46 respectivamente). Por su parte Estados Unidos ha enviado un UH-1.
Información y Comunicación
A la falta de equipos aéreos se le ha añadido otra dificultad: la desorganización. “El Gobierno de Nepal es quien toma el control de la situación de emergencia. Suyas son las decisiones porque suya es la soberanía. La ONU está aquí para apoyar y aconsejar al Gobierno y para facilitar la coordinación del trabajo entre los distintos equipos de ayuda internacional”, explica Orr.
Pero esa coordinación requiere su tiempo. “Como todo debe canalizarse a través de Naciones Unidas, entonces se tarda demasiado”, comenta Julio Martín de MSB, y añade que, en su opinión personal, debería hacerse con mucha más rapidez y agilidad.
Holanda por su parte, a pesar de las carencias, piensa que es más efectivo que los grupos de rescate trabajen a través de la ONU y que ésta sea el enlace con el gobierno local. “Trabajar juntos es la única manera de tener una panorámica completa de la situación”, afirma Marcel Van Vugt, oficial de información.
El Capitán Rizan, del equipo SMART de Malasia, también apunta a las deficiencias en las comunicaciones con el gobierno local y los militares. “Nos enviaron a Dhanding, porque decían que el lugar estaba devastado, pero cuando llegamos el poco trabajo que había ya estaba hecho por las autoridades locales”.
El resultado lo sintetizan los miembros de MSB, que aseguran que han estado mucho tiempo parados y que casi no han tenido trabajo. “Es muy frustrante estar quieto sabiendo que hay gente que necesita ayuda”, comenta Tamara González, sanitaria del grupo de BSF. Un sentimiento que se ha repetido en varias ocasiones entre los miembros de distintos grupos de rescate.
Desde OCHA, sin embargo, tachan de buena la gestión del gobierno. “Lo han hecho lo mejor que han podido”, afirma Orr. Algunos grupos USAR no piensan lo mismo. Para los holandeses el Gobierno nepalí no ha estado a la altura: “Se han visto desbordados por la situación”, explica Van Vugt, aunque matiza que no se puede comparar la capacidad y planificación del Gobierno de Nepal con la que pudieran tener los países europeos. “Les llega un desastre de estas características masivas y les sobrepasa. ¿Significa esto que podemos culparles por ello? No lo creo”, termina.
Nepal ya era un país pobre antes del terremoto. Con escasas infraestructuras y una permanente inestabilidad política, ocupa el puesto 145 de 187 en el Índice de Desarrollo Humano de 2014. De ahí que desde OCHA, Samantha Orr apunte al “gran desafío” que supone la gestión del desastre para el país y señale que haya sido igualmente necesario el transporte de equipos de rescate como de ayuda humanitaria.
Prioridad a la ayuda humanitaria
De hecho, la petición de ayuda humanitaria ha sido prioritaria desde el primer momento. La distribución de comida, agua, mantas y tiendas de campaña se ha llevado gran parte de los recursos y de la atención puesta por el Gobierno en la gestión del desastre.
El equipo de MSB, que al día siguiente de que se produjera el terremoto ya estaba en Katmandú, en seguida entendió la estrategia. “El lunes, apenas dos días después del seísmo, ya nos estaban diciendo que no necesitaban más equipos de rescate”, dice Julio Martín. Siguiendo las peticiones del gobierno, la organización cambió su cometido y comenzó a realizar funciones de apoyo en la gestión de ayuda humanitaria. “No entendemos que se diera esa orden tan pronto. Han encontrado después a gente viva”, opina Rasmus Ekberg, también de MSB.
Pero a pesar del aviso, los grupos siguieron llegando. “Entonces aparece otro problema: hay equipos, pero no hay trabajo. En ese sentido, en mi opinión más que ayudar se es una carga”, dice Julio Martín.
Hasta la fecha, 16 personas han sido rescatadas por los equipos USAR. Algunos de estos rescates considerados como verdaderos “milagros”, como el de Krishna Kumari, atrapada en la planta baja de una pensión y liberada tras 9 horas de trabajo, o el de Pemba Lama, el chico de 15 años rescatado tras pasar cinco días entre los escombros.
Pero el trabajo de los USAR ya ha finalizado. Los últimos equipos, del total de 53 que llegaron, recogen sus pertenencias. Un total de 1.872 personas y 118 perros de búsqueda que dejan un espacio que se utilizará a partir de ahora para almacenar la ayuda humanitaria que está llegando a Katmandú.
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