madrid
Apenas ha pasado un mes desde que las tropas de Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional abandonaran Afganistán y los peores pronósticos parece que se están cumpliendo. La población femenina silenciada, cruenta represión de los talibanes hacia las minorías étnicas y religiosas, férreo control en las calles… Las imágenes que llegan desde allí nos hacen viajar en el tiempo, dos décadas atrás, cuando instauraron su régimen del terror. Aunque no estemos viendo las ejecuciones públicas de antaño o los ataques contra el patrimonio artístico de otras culturas, como la tristemente recordada destrucción de los budas de Bamiyan, todo indica que son el mismo lobo con una piel maquillada.
Sin embargo, en esta segunda vuelta para los talibanes las cosas son bien distintas, porque los afganos también son distintos. Así lo transmite la política y activista Fawzia Koofi, de 46 años, con quien Público ha hablado de la situación actual que se vive en el país. Su testimonio es especialmente relevante, habida cuenta de que ella fue la primera mujer en ocupar un escaño como diputada y ostentó el puesto de vicepresidenta de la Asamblea Nacional entre 2005 y 2014, presidiendo además la Comisión de Mujeres, Sociedad Civil y Derechos Humanos.
Ahora es impensable que una mujer pueda lograr semejante hazaña en el gobierno talibán. Sabe que está en peligro, pero no ha abandonado su tierra natal y piensa seguir luchando por sus derechos junto a sus compatriotas. Sus redes sociales se han convertido en otro instrumento perfecto para llamar a la desobediencia civil y para denunciar lo que está pasando día a día. Fawzia nos ayuda a comprender la realidad que se vive en Afganistán y nos explica cómo encaran un futuro en el que se mezcla la esperanza y la amenaza de la guerra civil.
Pronto se cumplirá un mes de la salida definitiva de Estados Unidos de Afganistán. ¿Cómo es la situación del país actualmente?
En sólo un mes hemos visto cómo los talibanes se muestran más agresivos, especialmente con los ciudadanos, además tienen una forma de gobierno que no es inclusiva. La única definición de inclusivo que ellos conocen es dividir el gobierno entre sus líderes políticos de las diferentes facciones de los talibanes. No hay mujeres en el gobierno, no están representadas las minorías religiosas, ni las minorías étnicas. A nivel local, desafortunadamente han prohibido a las mujeres ir al colegio basándose en argumentos que no son entendibles...
Usted ha declarado que Biden debería haber esperado al menos un mes para salir del país.
Sí, pienso que podrían haber esperado un año o al menos algunos meses antes de completar su salida. En vez de poner todo el énfasis en la anunciada retirada, podrían haber puesto el énfasis en acciones políticas usando la vía diplomática para presionar a los talibanes hacia un acuerdo.
Estamos viendo muchas protestas en Afganistán, pese a la represión talibán.
En efecto, las cosas son diferentes ahora. La gente hará frente a la represión de los talibanes y alzará la voz para defender sus derechos. Especialmente las mujeres, que están mostrando su coraje, saliendo a la calle para luchar, lo que es muy, muy peligroso para ellas. De hecho, en mi oficina también hemos tenido problemas en este sentido por protestar contra la prohibición de las niñas de ir al colegio o por el cambio del ministerio de la mujer por el ministerio Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio.
¿Teme que la situación acabe desencadenando una guerra civil?
Sí, tenemos todas las posibilidades para que haya una guerra civil porque hay muchas provincias que no están en el foco de los medios internacionales donde los talibanes están forzando a las minorías a marcharse, a dejar sus casas. Están sufriendo una fuerte represión, siendo asesinados. Esto sucede en Kabul y en otros lugares del país donde están ofreciendo resistencia ante esta situación intolerable.
Pese a las buenas intenciones del principio, parece que los talibanes siguen siendo lo que eran. ¿En qué han cambiado en relación a hace 20 años?
Mi punto de vista es que los soldados talibanes se han vuelto más conservadores y más extremistas que hace 20 años. Su identidad es la de combatientes, no están educados ni a nivel religioso, ni a nivel general. No tienen ideas religiosas extremistas, sino que son extremistas como combatientes. Y no son extremistas religiosos porque no lo han estudiado, no se trata de una ideología religiosa radical. Ellos han intentado transmitir que han cambiado, que son más moderados, pero no es cierto.
¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan los talibanes?
Se enfrentan a varios. Primero, el hecho de que la gente no los quiere. No estaban contentos con el gobierno anterior, pero la alternativa no son los talibanes. Desafortunadamente, los afganos han vivido entre dos extremos, el gobierno anterior con el poder centralizado y débil, y los talibanes con líderes criminales. En segundo lugar, el nuevo gobierno no es aceptado por la comunidad internacional y es difícil para ellos limpiar su imagen; lo intentan, pero siguen siendo los mismos. Sin duda su mayor reto es gobernar, porque no saben hacerlo. Están preparados para combatir pero no para gobernar y lo pude comprobar cuando participé en el proceso de diálogo.
¿Qué esperan de la comunidad internacional?
Lo que necesitamos es que aumente su nivel de compromiso con Afganistán para responsabilizar a los talibanes por sus acciones. Los talibanes estarían muy contentos con el hecho de que la comunidad internacional les abandone definitivamente para que ellos puedan hacer lo que quieran para oprimir a la sociedad. Si hubiera una mayor presión internacional sobre ellos podríamos conseguir avances en derechos, podríamos tener esperanza.
Parece que los talibán han conservado su cuota de apoyo en los últimos años, especialmente en las zonas rurales, pese a la presencia internacional.
No, yo no creo que los talibanes cuenten con apoyo. Desafortunadamente, la gente en Afganistán no tiene otra opción. Hemos tenido un gobierno durante los últimos siete años que no era responsable, donde había muchísima corrupción, en el que los políticos no estaban conectados con el pueblo, donde el presidente no tenía raíces en la comunidad. Ni siquiera fue un presidente electo, accedió al cargo por un acuerdo político. Estaban hartos de ese gobierno, pero eso no quiere decir que ahora apoyen a los talibanes. Lo que sucede es que están reclutando a chicos jóvenes que no tienen formación de ningún tipo y que han encontrado aquí una oportunidad para marcar su propia identidad en luchar. Ellos les han lavado el cerebro. Estoy segura de que si tuvieran otras oportunidades y alternativas las aprovecharían. No tienen otra salida, no se ha dado otra opción a muchas personas de las comunidades rurales.
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