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Europa se enroca en una batalla por la apertura de las estaciones de esquí

Bruselas garantiza que los Reyes Magos y Papá Noel podrán saltarse el confinamiento, para hacer magia un año más.

Sierra Nevada
La estación de esquí y montaña de Sierra Nevada. Archivo / EFE

Para los amantes del esquí, la calidad de la nieve es una de las principales preocupaciones conforme el calendario va acercándose al mes de diciembre. Sin embargo, este año se ha colado la incertidumbre de saber si será posible o no deslizarse por la pista. Las consecuencias de la segunda ola de la pandemia en el territorio europeo y el recuerdo de los miles de contagios que se produjeron en marzo en la estación austríaca de Ischgl, ha avivado una bronca en el corazón de Europa por el "oro blanco".

La Unión Europea acoge cada año a millones de turistas durante la temporada de esquí. Los Alpes acogen al 43% del turismo en el sector, que genera alrededor de 28.000 millones de euros al año, según cálculos del periódico francés Le Monde. Un monto importante y que ha abierto una brecha entre aquellos países que prefieren ser prudentes y mantener cerradas las estaciones este año para evitar contagios masivos y los que no están dispuestos a perder la temporada tras un año catastrófico.

En el primer grupo se encuentran Italia y Alemania. El primer ministro del país transalpino, Giusepe Conte, sugirió el pasado 23 de noviembre cerrar todas las estaciones de esquí hasta el próximo 10 de enero. Reconoció que el país no puede permitirse "unas vacaciones de Navidad en la nieve", después de haber perdido a más de 50.000 compatriotas a causa del virus. Pide que sea una medida que tomen todos los países vecinos porque, de lo contrario, "si anunciamos el cierre de nuestras instalaciones, pero los austriacos no, nuestros esquiadores saldrán de nuestras fronteras, llevarán dinero a Austria, y volverán con el virus a Italia".

En Berlín, unos días más tarde, la canciller Angela Merkel explicó que, en consenso con los gobiernos de los Bundersländer, también había decidido el cierre de las estaciones de esquí al menos hasta el 10 de enero. En el Tirol no olvidan el episodio de contagio masivo en la estación de Ischgl durante las primeras semanas de pandemia, que acabó exportando contagios a 45 países. Consciente de que esta medida sólo será efectiva si se lleva a cabo en todo el bloque, Merkel ha pedido consenso a sus homólogos europeos y apoyo al Ejecutivo comunitario.

Algunos de sus socios han dicho "nein" y la Comisión Europea considera que es una decisión que debe de tomar cada Estado miembro. El portavoz de salud, Stefan de Keersmaecker, explicó que "la decisión de autorizar o no el esquí es una competencia nacional". "No existe un enfoque único para el levantamiento gradual, científico y efectivo de las medidas", añadió.

Francia comparte el criterio de Italia y Alemania, y el primer ministro Emmanuel Macron considera "imposible" abrir las estaciones de esquí antes de fin de año. Y es que, a fecha de hoy, la tasa de incidencia en el departamento del Alto Saboya sigue siendo alta: 430 contagios por cada 100.000 habitantes, según el servicio de Public Health France. La medida del gobierno galo afecta a más de 350 estaciones, que dan comer a 120.000 personas.

Aunque, tras el enfado generalizado en los valles con el Ejecutivo de Macron, Francia podría abrir la mano para las vacaciones de fin de año y permitir el esquí, "aunque sin remontes ni instalaciones públicas". Una medida que complementaría las actividades que sí están permitidas, como las raquetas de nieve, los trineos o los balnearios.

Ante la decisión de Bruselas de no imponer un criterio único, Austria seguirá con su plan. El país transalpino, principal destino de esquí europeo, está confinado hasta el 7 de diciembre, pero, a partir de entonces, espera arrancar la temporada de deportes de nieve. En Austria uno de cada cuatro puestos de trabajo depende del turismo de este sector y por ello el ministro de finanzas, Genot Blümel, defiende que cerrar las infraestructuras supondría unas pérdidas de alrededor de 2.000 millones de euros. Cifra que pide a Bruselas, en el caso de obligarle a cerrar.

Lo mismo ocurre con Suiza, país que no forma parte de la UE pero sí es miembro del Espacio Schengen de libre circulación, y que ya ha abierto algunas de sus pistas de esquí. Una actitud que desde Roma tildan de "competencia desleal" y por ello Italia amenaza con cerrar sus fronteras hasta que pasen las vacaciones navideñas, para evitar una nueva oleada de contagios en las estaciones de los países vecinos.

Los Reyes Magos sí podrán saltarse el confinamiento

El tiempo y la incidencia de contagios dirá si los gobiernos de la Unión Europea consiguen ponerse de acuerdo y firmar una tregua en la batalla del oro blanco, y con ella acaba la incertidumbre de los amantes del esquí. Sin embargo, desde Bruselas sí han despejado otra duda que tenían muchos niños y niñas: saber si los Reyes Magos y Papá Noel podrán llegar a sus casas este año, pese a las restricciones por el coronavirus.

La Comisión Europea ha aclarado la duda que llevaba atormentando a niños, y no tan niños, desde hace semanas. El vicepresidente del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas ha explicado esta semana que han llegado a un acuerdo con los líderes europeos y religiosos y se trata de un asunto transfronterizo de fácil solución.

Entre todos han acordado que los Reyes Magos, San Nicolás, Papá Noel, Babbo Natale y Áyios Vasílis tendrán carta blanca para saltarse el confinamiento y llegar a todas las casas, para hacer magia un año más. "Los europeos de fe joven, de todas las religiones, deben de tener la convicción de que el amor y la esperanza nunca faltarán en Europa en estas fechas", ha añadido Schinas. Una garantía que a buen seguro tranquilizará a más de uno.

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