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Golfo Pérsico Estados Unidos debe frenar el deterioro de la situación en el Golfo Pérsico

Con el cambio de administración, Washington ha prometido cambios sustanciales en su política en el Golfo Pérsico, especialmente en relación con los derechos humanos. El problema es que los mandatarios se resisten a abandonar las vigentes formas de gobierno porque que si lo hacen pueden perder el poder. El equipo de Biden tendrá que hallar un terreno común sin cuestionar demasiado las autarquías tradicionales.

Bombardeo en Yemen
Un niño sentado sobre los escombros tras un bombardeo de la coalición saudí en Sanaa, Yemen, en octubre de 2019. Reuters

Oriente Próximo se halla inmerso en un gran lío endémico que se agravó con Donald Trump. La situación debe cambiar rápidamente puesto que ya se ha escapado de las manos, algo de lo que es consciente el actual presidente americano Joe Biden, quien tiene la oportunidad de enderezar algunos de los múltiples problemas que asolan la región.

Aunque parece imposible que todos los conflictos, de Irán a Libia y de Siria a Yemen, vayan a resolverse de la noche a la mañana, es necesario que la administración cambie el paso cuanto antes en el Golfo. La problemática más acuciante vinculada con el Golfo es la de Yemen, un país hundido en un sinfín de calamidades a las que Estados Unidos y Europa han contribuido con la venta masiva de armas.

En un artículo aparecido en Foreign Affairs, el senador Chris Murphy afirma que la política de Estados Unidos en esa zona está "desfasada" y es preciso "reformatearla" para evitar que las catástrofes avancen al ritmo que lo han hecho en los últimos años.

Murphy fue uno de los primeros senadores en oponerse a la campaña militar de saudíes y emiratíes en Yemen, instando a Washington a suspender la venta de armas a los dos países. En 2017 acusó a la administración Trump de complicidad en los crímenes de guerra cometidos en ese país y a finales de 2018 defendió una ruptura con el príncipe saudí Mohammad bin Salman por su implicación en el asesinato de Jamal Khashoggi.

Sin embargo, Murphy ha defendido las políticas de Israel en los territorios palestinos ocupados, firmando con el lobby judío AIPAC una carta dirigida en 2016 al presidente Barack Obama exigiéndole que rechazara las medidas "unilaterales" de las Naciones Unidas contra el estado judío. Israel respalda e incita a Arabia Saudí y los Emiratos en la guerra de Yemen, un conflicto estrechamente vinculado a toda la región.

En la época de Carter, el 29% de la energía que consumía EEUU provenía del Golfo, mientras que hoy ese porcentaje desciende al 13%

A finales de los años 70 el presidente Jimmy Carter estableció una doctrina que consideraba que el Golfo Pérsico era "vital" para los intereses de Estados Unidos, doctrina que sigue vigente a pesar de que la realidad ha experimentado cambios notables desde entonces.

En la época de Carter, el 29% de la energía que consumían los Estados Unidos provenía del Golfo, mientras que hoy ese porcentaje es solo del 13% y sigue descendiendo. Esta realidad, dice el senador Murphy, debe modificar la actitud de Washington de manera que se refuercen los valores de Estados Unidos y se priorice la paz y la estabilidad.

Sin embargo, no está claro que la propuesta de Murphy sea fácil de llevar adelante. Es cierto que Biden y su administración han hablado en repetidas ocasiones de los derechos humanos en Oriente Próximo, pero también es cierto que una imposición forzada podría desestabilizar una región que se sustenta sobre valores ajenos a la experiencia occidental.

Una prueba es que este fin de semana numerosos países han expresado su apoyo al príncipe saudí Bin Salman en el caso Khashoggi. Las recientes críticas de Washington al príncipe no han sentado bien a los demás países de la zona, cuyos líderes han pensado que si Biden se carga a Bin Salman, ellos pueden ser los siguientes, de ahí que se hayan solidarizado con el príncipe.

Murphy argumenta que a largo plazo la represión destruirá a los países del Golfo, por lo tanto es necesario que sus líderes se responsabilicen de los derechos humanos.

Las políticas que han guiado a la administración Trump durante los pasados cuatros años han sido desastrosas. Es necesaria una sacudida, pero lo difícil es determinar hasta dónde puede llegar el cambio sin excederse para no provocar un efecto más negativo.

Lo más urgente es poner coto a las aventuras militaristas de los Emiratos Árabes Unidos desde Yemen hasta Somalia pasando por Libia. El príncipe emiratí Mohammad Bin Zayed ha arrastrado a Bin Salman en muchas de esas aventuras que solo logran desestabilizar a Oriente Próximo y que hasta ahora han encontrado el respaldo de Washington, que ha alimentado los conflictos perpetuos de la región.

Otra prioridad es alcanzar un acuerdo con Irán y con él un entendimiento entre Teherán y los países del Golfo que espoleados por Israel prefieren la confrontación a pesar de que sus intereses son distintos a los de Tel Aviv.

Una causa y consecuencia de todos estos conflictos es la multimillonaria venta de armas que satisfacen a la insaciable industria americana y europea. Murphy propone que las armas que se vendan a esos países sean defensivas y no ofensivas con el fin de limitar los conflictos y las violaciones de los derechos humanos.

También propone que Estados Unidos reduzca el número de bases militares que se multiplicaron tras la invasión de Irak en 2003, bases que no compensan lo que cuestan al contribuyente. Es posible que los Emiratos y Arabia Saudí se opongan a esta idea, pero el senador considera que sería positiva para evitar una permanente carrera de armamentos.

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