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Bruselas y Washington han cortado la mayor parte de los caminos hacia la negociación con Rusia. El próximo envío de los tanques alemanes Leopard 2 y los M1 Abrams estadounidenses subraya la intervención cada vez más abierta de los países europeos y Estados Unidos en la guerra de Ucrania y augura nuevas cesiones al Gobierno ucraniano, que podrían incluir sistemas de misiles de largo alcance capaces de atacar el corazón de Rusia.
La negociación era muy difícil, pero al despachar a Ucrania este tipo de armamento pesado, Occidente hace una decidida apuesta por la guerra y no por la solución negociada de un conflicto desatado por la agresividad expansionista de Moscú y regado por la intransigencia y los propios intereses económicos occidentales.
El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, señaló este jueves que no estaba interesado en negociar la paz con su homólogo ruso, Vladímir Putin. En una inmediata respuesta, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, también rechazó cualquier contacto con Zelenski.
Los europeos piden paz ya, incluso si Ucrania pierde territorio
Todo ello a pesar de que las encuestas apuntan a un creciente apoyo de la ciudadanía europea a la necesidad del diálogo cuanto antes. Así lo señala una reciente encuesta realizada por la red europea de sondeos de opinión Euroskopia en nueve países de la UE (Portugal, Austria, Países Bajos, Polonia, España, Francia, Alemania, Italia y Grecia).
Un 48% de los encuestados defiende un final rápido de la guerra, aunque ello suponga la cesión por Ucrania de parte de su territorio a Rusia. Un 32% de los europeos rechaza tal posibilidad de partición del territorio ucraniano.
Austria y Alemania, con alrededor del 60% de los encuestados a favor, son los países donde se apoya con mayor decisión esa opción de poner fin al conflicto a costa de Ucrania. En España, Grecia e Italia, la división es mayor y en torno al 50% de los ciudadanos defienden tal posibilidad. Quienes menos optan por la partición de Ucrania como sacrificio ineludible para concluir la guerra rápidamente son los portugueses, polacos y holandeses, éstos solo con el 27% a favor de tal opción.
Alemania habla ya de "guerra contra Rusia"
Pero mientras los ciudadanos dicen que ya basta de muertes y gastos militares, sus gobiernos europeos miran en otra dirección, incluso reconociendo que ya están en guerra con Rusia.
Este miércoles, la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, subrayó la necesidad de que los socios occidentales coordinaran su ayuda militar a Kiev para evitar contradicciones. En Europa, "estamos librando una guerra contra Rusia y no unos contra otros", afirmó Baerbock sin titubeos en referencia a las diferencias surgidas entre Alemania y otros aliados europeos sobre la entrega de los tanques Leopard 2 germanos, que finalmente se solventó con la promesa oficial germana de esa transferencia.
Pero, pese a que desde Bruselas se subraya que estos tanques pueden decidir la guerra, ningún alto mando militar europeo se acaba de creer semejante teoría. Ucrania precisa al menos trescientos de estos carros de combate para formar unidades blindadas capaces de penetrar en territorio enemigo y no parece ser que, de momento, se vayan a entregar tantos tanques. Y si los tanques en buen número no llegan a Ucrania para actuar antes del verano, posiblemente Kiev habrá perdido su oportunidad en 2023.
Tampoco servirían de mucho semejantes compañías acorazadas como punta de lanza de una gran contraofensiva si no disponen del apoyo aéreo correspondiente y de vastas unidades de zapadores, unidades de transmisión, ingenieros mecánicos e intendencia para asegurar el avance y protección de los tanques. Hay que recordar, por ejemplo, que los carros de combate Abrams funcionan con turbinas y por tanto precisan otro tipo de combustible –de avión– que el usado por los Leopard y otros tanques europeos, por lo cual la cadena logística se alarga en tiempo y en costos.
Eso sin mencionar a la munición de los tanques, de la que los ejércitos europeos no andan muy sobrados, pues este tipo de arma, los carros de combate, no es prioritaria hoy día en las estrategias militares occidentales. De momento, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha anunciado que se reunirá con representantes de la industria militar alemana para aumentar la fabricación y suministro de munición para carros de combate.
El objetivo en Bruselas y Washington es desgastar a Rusia
El objetivo de este nuevo paso hacia la implicación occidental en el conflicto es evidente. Desgastar lo más posible a Rusia prolongando un sangriento conflicto que no ganará nadie, pero que servirá para realinear todas las relaciones económicas del viejo continente, empezando con el suministro de energía y el comercio.
Que esta estrategia aísle al país más extenso del planeta y que alberga buena parte de sus recursos energéticos muestra la cortedad de miras de los gobernantes europeos, ninguno de los cuales ha hecho nada por convocar unas negociaciones serias desde que empezó el conflicto armado hace casi un año.
La apuesta de Ucrania (y sus aliados occidentales) es disponer, pues, de estos tanques para lanzar una contraofensiva de grandes dimensiones en primavera. Sin embargo, la larga línea del frente, de 1.200 kilómetros, ha sido blindada por Rusia en los últimos meses, desde la región de Jersón, en la orilla oriental del río Dniéper, en el sur, hasta el Donbás, en el nordeste, donde los rusos llevan días ganando terreno a los ucranianos y amenazan incluso la localidad clave de Bakhmut, que podría caer en sus manos en cuestión de días y abrir el paso al avance de sus unidades hacia Kramatorsk o Sloviansk.
Tampoco se tiene en cuenta las divisiones blindadas rusas que esperan al otro lado de la frontera. O bien la ceguera occidental es supina, al despreciar al oponente de semejante forma, o simplemente todo está calculado y los Leopard 2 enviados por alemanes, polacos, finlandeses, noruegos, holandeses o españoles, junto con los miles de soldados ucranianos que morirán en esos combates, forman parte de una maquiavélica y calculada hoja de ruta cuyo último objetivo es ese, debilitar a Rusia en una guerra sin fecha de caducidad.
La guerra no se gana con tanques, ni siquiera por los Leopard
Si se produce una contraofensiva ucraniana en primavera, es dudoso que vayan a estar disponibles esos trescientos carros de combate Leopard o Abrams demandados por Kiev. Con un centenar de estos tanques se podrían abrir brechas en los frentes de Zaporiyia y Lugansk. En el primer caso, se intentaría partir en dos la media luna de territorio arrebatada por Rusia y en el segundo caso, se trataría de asestar un golpe certero en el lugar más emblemático para la campaña rusa, el Donbás, donde comenzó militarmente este conflicto ya en 2014.
Sin embargo, si los rusos deciden utilizar la aviación en todo su potencial, especialmente con misiles aire-tierra lanzados desde territorio de la Federación Rusa, el ataque ucraniano se puede complicar. Tampoco es descartable que el ejército ruso, aprovechando una previsible nueva leva de reservistas, pueda abrir otro frente, por ejemplo en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia o con las miras puestas en Odesa, en el sur, para completar el cierre del acceso de Ucrania al Mar Negro.
Y los ataques sobre ciudades continuarán, como se demostró en las últimas horas. Rusia está incrementando su producción de drones kamikazes, muy eficaces (si no son derribados) para atacar infraestructuras. Un mayor uso de estos aparatos en detrimento del lanzamiento de misiles apuntaría a que el ejército ruso trata de acumular reservas de cohetes de cara a las grandes batallas que podrían tener lugar a fines de invierno o en primavera.
Es comprensible que el comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas, general Valery Zaluzhny, reclame la llegada cuanto antes de los carros de combate occidentales. El tiempo juega en contra de los ucranianos.
Tras los tanques alemanes vendrán misiles de largo alcance
Solo la entrega de misiles de largo alcance, los ATACMS (Army Tactical Missile System), capaces de destruir blancos a trescientos kilómetros, podría cambiar las cosas. Hasta ahora, la entrega de este tipo de armamento por estadounidenses o europeos era una línea roja imposible de cruzar. Pero también lo era el envío de los M1 Abrams y los Leopard 2 ahora decidido. No es improbable que en las próximas semanas se abra el debate de los misiles de largo alcance y que de nuevo se dé otro paso decidido hacia la confrontación directa entre Estados Unidos y sus aliados contra Rusia.
Es más, es muy posible que ya estén en marcha las negociaciones para enviar los ATACMS fabricados por el emporio de armas estadounidense Lockheed Martin.
El pasado 21 de diciembre, durante la cumbre que celebraron, el presidente estadounidense, Joe Biden, se comprometió a entregar a Zelenski otros 1.850 millones de dólares en ayuda militar, incluidos sistemas de misiles antiaéreos Patriot. Pocos días después, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, afirmó que existía ya un acuerdo con el Pentágono para que Estados Unidos entregue a Ucrania sistemas de misiles ATACMS en 2023 si se dan las condiciones militares adecuadas.
Tal vez Kuleba se estaba refiriendo a esa contraofensiva ucraniana a gran escala en ciernes, encabezada en vanguardia por los tanques pesados occidentales y apoyada por los misiles ATACMS y quizá algún que otro avión occidental. ¿Acaso el siguiente paso será el envío de compañías de soldados europeos (al margen de la OTAN) para "defender la libertad con la guerra"? Todo se verá.
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