MADRID
Actualizado:El Service National Universel (Servicio Nacional Universal en español, y SNU por sus siglas), es una propuesta de campaña del presidente francés, Emmanuel Macron, en 2017 y establecido en 2019. Este programa voluntario, destinado a jóvenes de 15 a 17 años, se centra en impartirles conocimientos sobre los valores de la República francesa, el papel del Estado y las funciones de las fuerzas de seguridad.
Todo ello viene acompañado de un régimen estricto en el que los participantes deben levantarse temprano para cantar La Marsellesa y levantar la bandera nacional, reciben charlas sobre la policía o el ejército y realizan talleres de compromiso social. En esencia, una serie de consignas autoritarias acompañadas de actividades recreativas a modo de campamento y la realización de servicios a la comunidad.
Desde su inicio, varios han sido los colectivos opuestos al programa por motivos como el antimilitarismo, la defensa del espíritu crítico e, incluso, por las condiciones de trabajo. Sin embargo, cada vez son más frecuentes las referencias del presidente francés hacia el SNU; hecho que ha despertado la inquietud de la prensa y los sindicatos al ver aún más próxima la intención del Gobierno francés de hacerlo obligatorio. Según un documento de trabajo filtrado del ministerio de Educación, al que diarios nacionales como Politis, han tenido acceso, la obligatoriedad podría hacerse efectiva a partir de 2024 en, por lo menos, seis departamentos piloto.
En qué consiste el SNU
En el SNU se realizan actividades deportivas, charlas sobre las fuerzas de seguridad y servicios cívicos
El SNU se compone de tres fases, siendo obligatorias una vez inscrito solo las dos iniciales. Primero, se realiza "una estancia de cohesión" en la que los jóvenes son llevados a otra región para realizar actividades colectivas (deporte, teatro, talleres sobre los valores del Estado...) y formaciones sobre lo que llaman "las profesiones de uniforme" (policías, bomberos, militares...). En todo caso, la organización varía mucho de unos centros a otros, siendo las actividades muy diferentes dependiendo del destino.
Luego viene una "misión de interés general", en la que deben colaborar durante un tiempo en asociaciones (ONG o colectivos sociales), servicios públicos (administraciones territoriales, residencias de mayores, hospitales…) o en los cuerpos de seguridad, entre otros. Finalmente, pueden decidir si participar en una tercera fase de tres meses a un año en la que seguirán trabajando para alguna de estas instituciones.
Algunos de los monitores que los han acompañado en las primeras etapas, como July Rollin (20 años), describen que "para muchos fue la primera vez que estaban lejos de sus familias y una ocasión para conocer a gente". A. Loisin (22 años), destaca la oportunidad que supone para reforzar la cohesión entre los jóvenes, ya que "el hecho de vivir juntos" es algo que no se aprende todos los días.
Agathe Beauvois (22 años), también tutora, enfatiza la finalidad de emancipación y cooperación que ella vio en los dos SNU en los que participó.
Mano de obra gratuita
Entre las voces contrarias a este programa se encuentra el colectivo Non ou SNU, formado por una cincuentena de organizaciones sindicales y políticas que critican el talante militarista de esta actividad, entre otras cuestiones.
En el sector educativo alertan de que los jóvenes pueden usarse como "mano de obra gratuita"
De entre estos colectivos, Nara Cladera, cosecretaria de la Fédération SUD Éducation, explica en una entrevista a Público que uno de los principales motivos para combatir esta formación es "que los jóvenes se conviertan en mano de obra gratuita". Parte de los objetivos del SNU buscan que los participantes realicen tareas para la sociedad -como la recogida de basuras- y, como denuncia Cladera, se trata de "un trabajo prácticamente gratuito, porque la remuneración está muy por debajo del salario mínimo".
"Nos parece importante denunciar esta cuestión de jóvenes que son utilizados para sustituir empleos. Sin salario, sin convenio colectivo, sin estatuto y sin posibilidad de organizarse sindicalmente. Sus derechos individuales y colectivos están siendo burlados", concluye.
Calidad del empleo y seguridad de los menores
Ligado a lo anterior, otro de los problemas que se denuncian es la falta de organización que existe en los distintos centros que imparten el SNU. Pierre Mourot, secretario general del Sindicato del Personal de Juventud y Deportes de la CGT (SNPJS CGT según sus siglas en francés), explica a Público que muchas veces no se plantea un proyecto coherente o programa fijo a seguir.
Arthur Lepelletier, miembro del Servicio Departamental de Juventud, Participación y Deportes de Orne (Normandía), también denuncia las medidas y situación de seguridad de los SNU. Su sector se encarga de tareas como organizar formaciones para los animadores de centros colectivos y campamentos, entre los que se encuentran los SNU, donde advierten serios problemas .
Según Lepelletier, se han dado numerosos incidentes, como insolaciones o desmayos, en estas formaciones. Sin embargo, aunque en el caso de cualquier otra actividad similar habría habido sanciones administrativas, con el SNU "se hizo de todo para que esto haga el menor ruido posible", critica el experto.
En cuanto a los monitores, Lepelletier matiza que muchos son jóvenes con poca experiencia o formación, los cuales a veces deben enfrentarse a situaciones de difícil gestión. Estos tutores pueden llegar a encontrarse al cargo de una centena de menores, pero reciben escaso apoyo por parte de sus superiores a la hora de gestionar los conflictos.
Agathe amplía con su experiencia este punto quejándose de la poca formación que reciben antes de empezar. Ella relata que, en los cinco días previos a la llegada de los menores, participan en una especie de curso donde se les explican las pedagogías más básicas. Pero, desde su parecer, esta formación no fue suficiente.
Libertad de expresión
El punto más controversial quizás sea el de la capacidad de libre decisión de las nuevas generaciones francesas. Cladera explica que, desde su colectivo, una de las denuncias más importantes es la naturaleza explícita de "dominar a la juventud" que presenta el SNU. Relata que uno de los argumentos principales del Gobierno para impulsar esta iniciativa es que la juventud no está lo suficientemente involucrada y que no se moviliza por la sociedad. "Pero eso no es cierto", contradice ella.
"La juventud se moviliza. Lo vimos en las manifestaciones en contra de la reforma de la jubilación, lo vimos con la covid y la gran movilización [por la imposibilidad de mantener las medidas de prevención en algunos institutos] de estudiantes de secundaria", concluye.
A esto se añade, como expresa Mourot, el fuerte carácter militarista que presenta el programa. "Con un uniforme obligatorio (exclusivo para el SNU), el levantamiento de la bandera a las 6:30 horas de la mañana… Toda una serie de mensajes militaristas y autoritarios". Además, enfatiza que estas actividades ni siquiera son impartidas por militares en activo, sino que son los reservistas quienes se encargan.
No obstante, ninguno de los monitores entrevistados coincide en que se trate de una formación militar, al menos en los SNU que ellos han vivido. Sí que hablan de cierto orden o disciplina, pero con un fin social detrás. Aunque reconocen que las actividades varían mucho de unos centros a otros.
Cladera recuerda, por ejemplo, un caso muy sonado sucedido en Estrasburgo, en el que hubo un castigo colectivo y los menores fueron amonestados haciendo una serie de flexiones en plena noche por haberse reunido en uno de los dormitorios.
SNU obligatorio
La obligatoriedad del SNU puede traer tanto problemas jurídicos como organizativos
Sobre la posible obligatoriedad del SNU, Mourot y Lepelletier, subrayan que esto puede tener graves problemas. Por un lado, la financiación de estos programas no viene de la cartera de defensa, sino que "se hizo a costa de los jóvenes, es decir, de la no financiación de otras políticas que existían", critica Mourot. Además, hasta la fecha, el mayor número de inscritos por años apenas ha superado los 30.000 voluntarios; pero con la generalización se alcanzarían cifras desorbitadas.
Por otro lado, la obligatoriedad, tanto si es en periodo lectivo como vacacional, deberá dotarse del marco jurídico necesario. "Esto planteará verdaderas cuestiones jurídicas, es decir, ¿en qué texto podemos basarnos para imponer a los niños que participen en estas estancias?", apostilla Lepelletier.
En cuanto a aquellos que han participado en el SNU y defienden el programa, existen opiniones encontradas respecto de la obligatoriedad. July, por ejemplo, considera que es "contraproducente" y que "no es constructivo obligar a los jóvenes a hacer cosas que no quieren hacer". En ello coincide también Loisin que, considera que su valor reside en que los jóvenes participen de manera voluntaria.
En cambio, Agathe sí cree que puede ser una buena experiencia que "deberían vivir todos los jóvenes"; aunque no ve factibles aspectos como la cantidad de recursos a desplegar o si habrá suficientes alojamientos.
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