Después de 20 años de gobiernos de centroizquierda, los chilenos han conocido esta semana los rostros del nuevo Ejecutivo que tomará las riendas del país cuando el multimillonario derechista Sebastián Piñera jure su cargo el 11 de marzo. El anuncio de los futuros ministros tras la victoria de Piñera en las elecciones presidenciales del pasado 17 de enero causó bastante sorpresa. En el gabinete habrá antiguos colaboradores del dictador Augusto Pinochet, un tránsfuga de la Concertación que ha gobernado hasta ahora, un líder del Opus Dei, y, en general, muchos empresarios y pocas mujeres.
Piñera cumplió con su promesa de campaña de no incluir a ex ministros de la dictadura de Pinochet, aunque sí nombró a algunos colaboradores del régimen, como Cristián Larroulet, que se hará cargo del ministerio de la Presidencia.
Las actividades empresariales de muchos ministros crean
Una de las sorpresas es el alto número de independientes. Sólo ocho de los 22 miembros del gabinete militan en uno de los dos partidos de derecha que respaldan al Gobierno de Piñera, Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente. Los nuevos ministros tienen la particularidad de provenir, en su mayoría, de empresas privadas. Otros proceden del mundo académico. A pesar del bajo perfil político del Ejecutivo, Piñera asegura que sus futuros ministros tienen en común 'una profunda vocación de servicio público'.
Uno de los nombramientos que más ha llamado la atención es el de Alfredo Moreno como titular de Relaciones Exteriores. Tiene una larga experiencia como director de empresas. Fue responsable de la expansión de la mayor cadena de almacenes de Chile, Falabella, en el extranjero. Fue presidente de la más importante patronal de empresarios chilenos y director de la Federación de Criadores de Caballos Chilenos. A cambio, su experiencia diplomática es casi nula, por lo cual el nombramiento ha causado asombro y ha despertado muchas críticas.
Mejor preparado para el cargo de ministro de Sanidad parece ser Jaime Mañalich. Desde 1995 es director médico del más elitista centro de salud de Chile, Clínica Las Condes, cuyo dueño es el propio Piñera.
A pesar de sus esfuerzos, Piñera sólo ha conseguido nombrar a seis mujeres
Debido a su procedencia del mundo empresarial, muchos de los futuros ministros presentan evidentes conflictos de intereses, ya sea porque son miembros de directivas o propietarios de empresas. Es el caso, por ejemplo, de Joaquín Lavín, accionista de la Universidad del Desarrollo, una institución privada, y que será ministro de Educación. Respondiendo a las críticas, portavoces del futuro Gobierno aseguraron esta semana que estos conflictos de intereses 'se van a ir resolviendo antes de que los ministros asuman sus cargos'.
Piñera nunca se comprometió con formar un equipo con paridad entre hombres y mujeres, pero algunas fuentes aseguran que hizo un gran esfuerzo por tener más de las seis ministras que logró fichar. El ganador de las elecciones no quería marcar tanta diferencia con el Ejecutivo de la presidenta saliente, la socialista Michelle Bachelet, que contaba con igual número de hombres y mujeres.
De las seis ministras, dos tendrán cargos relevantes. La portavocía del Gobierno la ocupará la politóloga Ena Von Baer, y la cartera de Trabajo es para Camila Merino, hasta ahora gerente del Metro de Santiago.
Entre los colaboradores de Piñera, casi todos con prestigiosas carreras universitarias, los liberales ocupan principalmente los cargos económicos, mientras los conservadores se han hecho con carteras sociales, como es el caso de Lavín, un supernumerario del Opus Dei, en Educación.
La Concertación (la alianza que reúne a demócrata cristianos y socialistas) está visiblemente abatida por la derrota, tras sus 20 años en el poder. Para más inri, han sufrido una deserción entre sus filas en la figura del tránsfuga Jaime Ravinet, un democristiano que será ministro de Defensa de Piñera, cargo que ya había ocupado en el Gobierno de Ricardo Lagos de 2000 a 2006.
En todo caso, el mismo día del nombramiento, Ravinet renunció a sus 49 años de militancia en la Democracia Cristiana. 'Lo hago con pena y con dolor, porque aún comparto sus principios, pero no he compartido sus decisiones políticas del último tiempo. Creo que es importante para Chile hacer un Gobierno de unidad', aseveró.
El futuro presidente de Chile intentó atraer a varios dirigentes de-sencantados de la Concertación, sin mucho éxito. La incorporación de Ravinet ha servido a Piñera para presentar su Ejecutivo como un Gobierno que incluye sensibilidades más allá de la derecha.
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