BRASILIA.- Apremiada por el deterioro económico en su país y acuciada por denuncias de corrupción en su gobierno, la presidenta brasileña Dilma Rousseff viajó hoy a Estados Unidos con dos grandes objetivos: reanudar el diálogo político con el gigante del norte y atraer inversiones a Brasil.
En el plano político, la sola visita de Rousseff a Washington marca un hito en las relaciones entre ambos países, congeladas desde 2013 a partir de las denuncias de que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) espió a la mandataria y sus asesores. Las revelaciones llevaron a Rousseff a cancelar en septiembre de aquel año una visita de Estado en la que el presidente Barack Obama la recibiría con los máximos honores.
En esta oportunidad, ambos mandatarios pasarán página en una cena que compartirán el lunes en la Casa Blanca y una reunión de trabajo que celebrarán el martes por la mañana. Rousseff cumplirá además una nutrida agenda que la llevará a Nueva York y San Francisco, donde primarán los encuentros con grandes empresarios.
"Es una visita esencialmente política, de reanudación del diálogo, pero muy bien concebida en términos de contratos en el área empresarial"
"(Esta) es una visita cuya descripción no puede circunscribirse solo al área económica y comercial. Es una visita esencialmente política, de reanudación del diálogo, pero muy bien concebida en términos de contratos en el área empresarial", resumió la relevancia del evento el subsecretario general político de la Cancillería brasileña Carlos Antonio Paranhos.
El restablecimiento de los lazos con la mayor potencia económica del mundo, más allá de lo político, es a día de hoy vital para un Brasil inmerso en un grave deterioro económico -con perspectivas de recesión- y sacudido por el escándalo de corrupción en su mayor empresa estatal, Petrobras, una creciente bomba de relojería que afecta al gobierno y pone en tela de juicio la credibilidad del país.
Según precisó Paranhos, Brasil quiere mostrar la importancia que le atribuye a la relación con Estados Unidos y a la reanudación de contratos e inversiones norteamericanas en Brasil. En esto último, precisamente, está una de las claves de lo que Brasil precisa para comenzar a salir del pozo: inversiones extranjeras.
Con sus presidentes y altos ejecutivos presos por sus nexos con los fraudes en Petrobras, muchas de las grandes empresas brasileñas perdieron el acceso al crédito
Con sus presidentes y altos ejecutivos presos por sus nexos con los fraudes en Petrobras, las empresas responsables por las grandes obras de infraestructura perdieron capacidad de acceso al crédito y pueden verse impedidas de firmar nuevos contratos con el Estado, de ahí la urgencia de Brasilia por atraer recursos del exterior.
"Estamos precisando mucho de recursos externos, principalmente para infraestructura. Estamos pasando por una crisis de naturaleza fiscal (...), entonces es de enorme importancia buscar en el exterior recursos para inversiones en un momento en que nosotros no los tenemos, y los que tenemos se van a cortar", opinó el economista Roberto Fendt, director ejecutivo del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (Cebri), en declaraciones a la red multimedia "Sputnik" de Brasil.
La urgencia de Brasil en este sentido se hace palpable, entre otros aspectos, en la enorme comitiva que acompañó a la presidenta, quien partió en la mañana de hoy, hora local, a Nueva York, donde recién mañana cumplirá compromisos de agenda que incluyen encuentros con empresarios.
Según el diario "Folha de Sao Paulo", integran la delegación brasileña cerca de diez ministros, entre ellos el titular de Hacienda, Joaquim Levy, y unos 80 empresarios.
La misión del grupo fue sintetizada por Paranhos: "Demostrar que Brasil está adoptando un programa de ajuste fiscal y un plan de infraestructura y que tiene interés en la participación de empresas estadounidenses".
Para seducir inversionistas, en tanto, el país sudamericano tiene la difícil misión de trasmitir transparencia en medio de crecientes revelaciones de fraudes multimillonarios en el sector público, y responsabilidad fiscal en medio del caos en las cuentas públicas. En ese contexto, el acercamiento entre Rousseff y Obama se vuelve imprescindible para un Brasil debilitado.
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