Londres
Actualizado:La reciente y ruidosa dimisión, o destitución, de Dominic Cummings, el Rasputín de Boris Johnson, y de Lee Cain, director de comunicación del primer ministro, ha dejado de colear con el viejo lema de "a rey muerto, rey puesto".
La periodista Allegra Stratton se ha hecho cargo de la política de comunicación del 10 de Downing Street y Munira Mirza lleva el peso del gabinete político del premier. Las dos mujeres ocupan cargos prominentes junto a Johnson y tienen el visto bueno de Carrie Symonds, la prometida de Boris y exjefa de comunicación del Partido Conservador, la otra mujer que, sin cargo público alguno, mueve los hilos alrededor del primer ministro.
Allegra Stratton, de 40 años de edad, lleva una larga carrera de periodista en los principales medios británicos, desde el periódico progresista The Guardian hasta las televisiones, la privada ITV y la corporación BBC. Así iba su carrera hasta el pasado mes de abril cuando dio un giro; dejó el periodismo de medios para incorporarse a la estrategia política del ministerio de Economía o Tesoro con Rishi Sunak.
Con seis meses de estratega en Economía, Allegra ha pasado del número 11 al 10 de Downing Street, la calle políticamente más poderosa de Reino Unido. Dicen que siempre ha sido admiradora de Boris Johnson, pero también lo fue del laborista Tony Blair. "En el referéndum era remainer [partidaria de quedarse], pero crítica con el funcionamiento de la Unión Europea", aseguran sus amigos.
Como el 48% de los votantes a favor de permanecer en la Unión Europea (UE), Allegra ha tenido que acatar el Brexit, defendido por el 52% de los votantes. A diferencia de ella, la otra nueva mandamás de Downing Street, Munira Mirza, jefa del gabinete político, era brexitera en el referéndum y ha sido descrita por Boris Johnson como "una de las cinco mujeres que han dado forma a mi vida".
Mirza fue llamada por Boris al Ayuntamiento de Londres para ocuparse de Enseñanza y Cultura cuando el ahora premier era alcalde de la ciudad. Munira, nacida hace 42 años en Inglaterra de padres pakistaníes, ha pasado de militar en partidos de izquierda radical a incorporarse paulatinamente al Partido Conservador. Sus opiniones sobre el racismo la han llevado a menudo a posiciones discordantes porque opina que el racismo se exagera y "enciende sentido de exclusión" de los grupos conocidos como BAME (minorías raciales o étnicas).
Con estas dos nuevas asesoras que sustituyen a dos brexiteros y su compañera Carrie Symonds, a quien los dos cargos dimitidos llamaban princess Nut Nut (princesa loca loca), el primer ministro se arropa para encararse al post Brexit.
Antes de iniciar esta nueva etapa histórica el próximo 1 de enero, Boris ha viajado el miércoles por la tarde a Bruselas para reunirse con la presidenta de la Comisión Europea Ursula Van der Leyen en lo que podría ser la última cena ante el final del periodo de transición que excluye el 31 de diciembre a Reino Unido de la UE de la que ha formado parte en los últimos 50 años. A pesar de que el referéndum de salida se celebró en junio de 2016, todavía quedan asuntos por resolver antes y después de la última cena; el acuerdo comercial entre Reino Unido y UE está a la cabeza de la lista de escollos que han cansado y quemado delegaciones negociadoras por parte británica.
En la Cámara de los Comunes el premier ha insistido en que "Reino Unido prosperará fuera de la UE tanto si optamos por un acuerdo tipo Canadá [a negociar bilateralmente producto por producto] o si vamos por la opción tipo Australia [dos reglas de la Organización Mundial del Comercio: aranceles a las importaciones y cuotas a las exportaciones]".
Boris Johnson no pierde el optimismo a pesar de los muchos indicadores que le van a la contra. "Tanto si vamos por la vía canadiense como por la australiana seremos un imán de inversiones extranjeras", añadió por enésima vez Boris en el Parlamento.
En la misma sesión parlamentaria Boris criticó a los miembros de la UE a quienes calificó de "intransigentes" por sus posiciones en la futura política de la pesca o de las ayudas estatales a sectores productivos para evitar competencia desleal entre empresas europeas y británicas.
"Ningún primer ministro británico puede aceptar las condiciones que nos ofrecen nuestros amigos europeos porque insisten en que si no obedecemos sus leyes nos castigarán, y no solo eso, sino que quieren que Reino Unido sea el único país soberano del mundo que no controle sus aguas territoriales", añadió el primer ministro dando a entender que el acuerdo está muy verde para que madure en tan poco tiempo como el que queda hasta el 31 de diciembre.
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