Washington
En medio de la pandemia y con una crisis económica galopante, los republicanos del Senado se dividen sobre qué respuesta dar a ambas cosas desde la Cámara Alta mientras que desaprueban las cortinas de humo en forma de polémicas lanzadas por Donald Trump, la última de ellas lanzada en forma de tuit el pasado jueves, cuando sugirió posponer las elecciones presidenciales del 3 de noviembre por la presunta sombra del fraude electoral que supondría el voto universal por correo que cada vez más Estados están habilitando debido a la pandemia de coronavirus.
Entretanto, una serie de municipios de alcaldes demócratas pero con electorado fuertemente republicano y proTrump en las generales de 2016, ha aprovechado esta coyuntura para aprobar en sus plenos municipales resoluciones en favor de implantar un modelo de sanidad pública universal (el Medicare-For-All de Bernie Sanders), entre ellas, ciudades de cierta envergadura como St. Petersburg, en Florida, o Knoxville, en Tennessee. Indicadores de un termómetro que dice que el partido de Trump ni su figura como presidente pasan por su mejor momento. Las encuestas, de hecho, lo llevan situando durante semanas por debajo del demócrata Joe Biden.
A todo esto se suma que el jueves, en un artículo publicado en el New York Times, el cofundador de la organización conservadora Sociedad Federalista, Steven Calabresi, pidió incluso impulsar un segundo proceso revocatorio (el impeachment) contra Donald Trump debido precisamente al tuit del presidente sobre la posibilidad de posponer las elecciones por un presunto fraude del voto por correo. "Hasta ahora", señaló Calabresi en el artículo, "había tomado siempre como hipérboles las acusaciones de los demócratas cuando decían que Trump era un fascista, pero este tuit es fascista y en sí mismo es sólido como para asentar sobre él un nuevo proceso de impeachment por parte de la Cámara de los Representantes y que luego el Senado lo eche del cargo". En el artículo, Calabresi asegura llevar votando desde 1980 al Partido Republicano y haberse opuesto a la revocación de Trump por el caso de Ucrania.
Estas tensiones contra el presidente revelan las tensiones internas del Partido Republicano, en torno a un líder cada vez más inestable e incendiario a medida que se acercan las elecciones del 3 de noviembre. El artículo de Calabresi llega pocas semanas después de otro ataque desde dentro contra Trump, que revela cómo están las aguas al menos en ciertos sectores conservadores del partido: el libro del exasesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, La habitación donde ocurrió. Unas memorias de la Casa Blanca, en el que hace un retrato demoledor del mandatario. Bolton asegura que el caso de Ucrania es uno de los muchos elementos y ni siquiera el más grave que los demócratas podían haber elegido para impulsar el impeachment contra el presidente.
Con este telón de fondo, esta semana pasada se ha vivido el último episodio de división en el seno del Partido Republicano, esta vez no con Trump en el centro de la foto sino a consecuencia del nuevo paquete de ayudas federales por la pandemia del coronavirus. En mayo, la Cámara de los Representantes, de mayoría demócrata, aprobó su propuesta para ello, que ascendía a tres billones de dólares. A partir de ahí, la pelota quedaba en el tejado del Senado, en manos republicanas y encargado de la aprobación final de estos paquetes. Sin embargo, ya entonces, el líder de la Cámara Alta, el republicano Mitch McConnell dijo que no era una prioridad y lo dejó estar. Sin embargo, a sabiendas de que el 31 de julio (el viernes pasado) expiraban parte de las ayudas del paquete anterior (sobre todo, las prestaciones por desempleo, en un país con 40 millones de parados..), McConnell empezó a trabajar en la nueva propuesta… a mediados de julio…
El líder republicano en la Cámara Alta, finalmente, propuso un paquete de un billón de dólares y ahí encalló todo, tanto por la oposición demócrata como, sobre todo, desde dentro de su propio partido. Primero, el fin de semana del 25 y el 26 de julio, dos pesos pesados de la administración de Donald Trump, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el jefe de gabinete del presidente, Mark Meadows (designado por el presidente a finales de marzo; el cuarto en este puesto de su mandato), estuvieron negociando sin descanso la propuesta con el equipo de McConnell en Washington. La aparición de Mnuchin y Meadows se producía dos días después de que el ala conservadora del partido, el llamado Tea Party, los que no quieren ver al Estado ni en pintura, estallara contra la propuesta de McConnell.
Uno de los más contundentes fue el senador por Texas y peso pesado republicano, Ted Cruz. Según The Hill, cuando los medios le preguntaron el jueves 23 de julio a Cruz sobre si apoyaba el paquete de McConnell, exclamó con un contundente: "¡No, qué carajo!". Según Cruz, los republicanos "tristemente" ven el proyecto de ley de McConnell como "una táctica de apertura" del partido y lamentó que, de aprobarse, se disparará el déficit, que es un pecado capital según la religión del Tea Party. "Éste es", señaló Cruz lleno de aliento poético, "el pantano en un frenesí de gula, los lobistas de todas partes tienen la mano extendida y dicen: mira, si vas a gastar billones de dólares, quiero conseguir una parte. Eso no puede ser", zanjó.
Claro que McConnell tiene elecciones en noviembre para ser relegido como senador por su Estado, Kentucky. Sin embargo, el otro senador por este Estado, Rand Paul, también del Tea Party, criticó la propuesta de su compañero y alertó del incremento del déficit. "Creo que los conservadores están descontentos con todo el dinero que estamos gastando aquí en el virus. Preferirían que la economía se abriera. La mayoría de ellos piensan que actuamos con demasiado celo en términos de cerrar la economía. Pero la mayoría de los republicanos parecen haber olvidado lo que una vez representaron", lamentó Paul, en una crítica abierta a McConnell. Pero los días pasaron y se llegó sin ningún acuerdo al viernes pasado, último día de julio y último día de vigencia de las prestaciones por desempleo del paquete en vigor. A principios de esa semana ya lo había alertado otro senador, el colaborador de Trump Lindsay Graham, quien en una entrevista con la cadena conservadora Fox, dijo: "La mitad de los republicanos van a votar que no [si el paquete de ayudas se plantea así]. Es un hecho".
Claro que para que el paquete de ayudas salga adelante, McConnell también necesita los votos de varios senadores demócratas. El líder del Senado se ha pasado toda la semana negociando con los líderes de la oposición en la Cámara de los Representantes y del Senado, Nancy Pelosi y Charles Schumer, respectivamente. Pero éstos, entre que la propuesta de McConnell rebaja la suya dos tercios y que han visto la brecha republicana, fueron un muro. Las negociaciones encallaron también en ese frente. Sea como fuere, el viernes terminó y el nuevo paquete no logró aprobarse. Los senadores volverán a Washington el lunes y entretanto los ciudadanos están sin la red del nuevo programa de ayudas mientras que el país ha atravesado esta semana los 150.000 muertos por covid-19 y con 40 millones de parados, muchos de los cuales han perdido su seguro de salud y no pueden afrontar el pago de sus alquileres o hipotecas.
Acaso por la falta de esta red y por la creciente oposición a los republicanos, alcaldes demócratas pero con electorados proTrump en las últimas elecciones presidenciales de 2016 se han atrevido a aprobar una resolución del modelo de sanidad pública, universal y gratuita de Bernie Sanders, su propuesta del Medicare-For-All. El último de ellos, el ayuntamiento de Red Bank, una localidad de 12.000 personas en el Estado de Nueva Jersey. El consistorio aprobó la propuesta por unanimidad.
Esta iniciativa la está promoviendo en todo el país una coalición de ONG liderada por Public Citizen. Con Red Bank, ya son seis feudos republicanos de 2016 (en cinco Estados: Nueva Jersey, Florida, Tennessee, Nueva Hampshire y Pennsylvania) los que han aprobado la iniciativa. Aunque en total apenas suman 575.000 habitantes, hay ciudades tan destacadas como St. Petersburg, en Florida, y Knoxville, en Tennessee.
En total, son ya 40 ciudades las que se han sumado a esta iniciativa, que se lanzó en 2018. 16 de esas ciudades se han adherido en lo que llevamos de año, un dato que destaca frente a las 21 de todo 2019 y que se explica por la pandemia de coronavirus. Según una encuesta de The Hill y la compañía HarrisX y publicada a finales de abril, el 69% de los votantes estadounidenses aprueban el Medicare-For-All. El dato en los demócratas es muy elevado, 88%, pero entre los republicanos tiene cada vez más predicamento: un 46%. Lo que va claramente contra los postulados demócratas y contra los continuos ataques de Trump a este partido al que acusa de ser "izquierda radical" y de querer implantar el "socialismo" en Estados Unidos. Quizás ataques que son la prueba misma de que las aguas revueltas en que se mueve y por las que navega el Partido Republicano a menos de cien días para las elecciones.
Así lo dijo el viernes pasado Pelosi cuando Meadows acusó a los demócratas del fracaso de las negociaciones. La líder demócrata en la Cámara de los Representantes acusó a los republicanos de estar "proyectando [sobre los demócratas] sus propias disputas internas".
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