El congreso semivacío, alguna que otra cara de sueño y una ausencia significativa, la de Alfredo Pérez Rubalcaba. Este era el ambiente antes de otra sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. El programa tampoco ayudaba mucho: Mariano Rajoy iba a preguntar al presidente del Gobierno otra vez por las pensiones; Joan Ridao tenía previsto cuestionar a Zapatero por las elecciones catalanas. 

Menos mal que a Ridao le dio por cambiar su pregunta por otra de más calado, aprovechando la reciente visita del Papa a Santiago y Barcelona el pasado fin de semana: ¿Por qué el Gobierno ha aplazado la reforma de la Ley de Libertad Religiosa?

Zapatero intentó estar en misa y repicando, a tenor de su respuesta: 'La reforma de la Ley de Libertad Religiosa es conveniente pero no urgente. El Gobierno considera que una reforma de ese calado exige el mayor consenso político y social. La actual ley, de 1980, requiere una actualización, sí, pero ha cumplido bien su función: en nuestro país no hay discriminación por motivos religiosos y el principio de aconfesionalidad del Estado funciona muy bien'. 

Ante esta defensa tan clásica, Ridao contraatacó con más fuerza: 'Usted ha renunciado a su agenda laicista: quien la marca es el Vaticano. No ha querido usted explorar el consenso'. Ridao recordó las palabras del Papa Benedicto XVI sobre 'el laicismo agresivo' en España, al que acusó de un profundo desconocimiento de la realidad de España.

La Iglesia le cuesta al Estado 6.000 millones de euros al año, según Ridao

'España tiene una mantenida de lujo, la Iglesia', prosiguió Ridao, que recordó que la Iglesia le cuesta al Estado 6.000 millones de euros al año. También le recordó a Zapatero que había renunciado a su compromiso de autofinanciación de la Iglesia y recordó la fuerte presencia del hecho religioso en la educación y otros ámbitos de la vida pública.

Zapatero invocó su política de derechos sociales, en especial el matrimonio gay y el aborto, y proclamó su respeto a la Iglesia. El presidente cerró su intervención recordando que este no es el momento de hacer nada, que no hay consenso.

La segunda parte fue aburrida, por previsible: Rajoy recriminó de nuevo a Zapatero la congelación de las pensiones. Como ya ha preguntado tantas veces sobre el mismo asunto, eligió otro flanco de ataque, si bien un poco pillado por los pelos: preguntó por qué se había vetado una enmienda del PP para debatir sobre esa congelación, 'una arbitrariedad que va en contra de los derechos de los pensionistas', en opinión del líder conservador.

Zapatero acusó a Rajoy de tener 'mala memoria o de hacer trampas en el debate'. 'Esa medida se aprobó mediante un decreto-ley que votó esta Cámara, y no me hable de sensibilidad con los pensionistas porque en seis años este Gobierno ha subido las pensiones ocho veces más que el Gobierno de Aznar en ocho. Hemos tomado esta medida para reducir el déficit, que es nuestra obligación'.

Rajoy a Zapatero: 'Su Gobierno es autoritario y dictatorial'

Rajoy siguió en sus trece y acusó a Zapatero de poco talante democrático: '¿Y para reducir el déficit se impide en esta Cámara el debate? Usted ha recortado los derechos sociales y ha utilizado el derecho de veto en 79 ocasiones. Aznar no lo hizo nunca y González sólo ocho veces en 14 años. Usted tiene el récord de paro y el récord de vetos. Su Gobierno es autoritario y dictatorial. No tiene argumentos'.

Zapatero definió esos ataques con una palabra: 'Demagogia'. Y luego desgranó, como ya hiciera con Ridao, los avances en políticas sociales. El presidente terminó confirmando ese viejo dicho de que la mejor defensa es un buen ataque, aunque no viniera mucho a cuento: 'Usted quiere reformar la Constitución para poner límites al endeudamiento de los Comunidades Autónomas, pero luego, allá donde gobiernan no cumplen lo que predican'.