¿Sólo tres años para el menor acusado de violar y matar a la joven sevillana Marta del Castillo? La pregunta, suscitada a raíz de la condena contra el Cuco, es respondida de manera implícita por el juez de Menores que ha juzgado los hechos en la primera sentencia sobre el caso: 'Resulta imposible abstraerse del recuerdo o de la memoria de Marta y del inmenso dolor que está padeciendo su familia (...) pero la labor que se le ha encomendado al que suscribe no es la de dar una opinión sobre lo sucedido como padre o ciudadano de bien que no diferiría del sentir mayoritario de la sociedad, sino única y exclusivamente como juez y, por tanto, vinculado escrupulosamente a la ley', escribe el magistrado Alejandro Vián.
El juez, que recuerda que en el procedimiento penal de los menores es más importante la finalidad reeducativa que la sancionadora, ha impuesto a el Cuco la pena máxima por un delito de encubrimiento tres años internado a excepción del último mes, en libertad vigilada y lo absuelve de violación y asesinato, por los que la Fiscalía y la acusación pedían también la pena máxima: seis años. El Ministerio Público, de hecho, introdujo en el último momento el encubrimiento ante el riesgo de una absolución total.
El magistrado, que compadece a la familia, dice que se ajusta a la ley
La sentencia, chirriante por el enorme arrastre emocional y la fuerte presión mediática del caso, no ha contentado a las partes y será recurrida por todas, incluida la defensa del menor, que insiste en su inocencia. La sentencia muestra un 'esfuerzo por encontrar rebuscados argumentos exculpatorios', lamenta el padre de Marta, Antonio del Castillo, que cree ahora más evidente la cuestión de inconstitucionalidad que presentó, y fue rechazada, para que el proceso se celebrara conjuntamente con el de los adultos.
El juez no ha dado validez a la principal prueba contra el Cuco, una versión del asesino confeso, Miguel Carcaño, en la que acusó al menor de violar y matar a la joven. Y no lo ha hecho por dos motivos: porque considera que la Fiscalía no ha garantizado a la defensa su derecho a la contradicción y, por tanto, carece de eficacia probatoria; y porque, aun admitiendo la eficacia probatoria, ni se cree el testimonio de Carcaño por sus múltiples versiones ni considera que haya pruebas objetivas que corroboren la confesión.
'Existen móviles espurios de venganza o de resentimiento [de Carcaño] hacia el menor', añade la sentencia, en contra de la Fiscalía, por haber incluido a su hermano, Francisco Javier Delgado, en los hechos. Además, el juez reprocha a la Fiscalía y a la propia acusación que si dan validez a este testimonio, no tendrían que haber acusado, como han hecho, a los otros adultos implicados en el caso dado que Carcaño los excluyó expresamente. 'Salvo que acudamos al fácil recurso de dar por válido lo que nos beneficia y no dar por válido lo que nos perjudica', añade.
La familia de la joven sevillana, la Fiscalía y la defensa recurrirán
Sobre las pruebas científicas, una huella en una botella de ron y una mezcla de su perfil genético con el de Marta en el piso donde sucedieron los hechos, el juez argumenta que no son suficientes para acreditar la violación y el asesinato en un caso en el que, además, el cuerpo no ha aparecido la joven murió el 24 de enero de 2009.
No obstante, dice del menor que está permitiendo el sufrimiento de la familia porque conoce el paradero el cuerpo. 'Merece el reproche contundente y absoluto de la sociedad', sostiene el magistrado. Y extiende la responsabilidad a los padres por 'ampararlo y justificarlo'. Al ser absuelto de esos delitos, ni sus padres ni el menor, que en el momento de los hechos tenía 15 años, tendrán que pagar los más de 600.000 euros que costó al Gobierno la búsqueda del cadáver.
Ahora queda pendiente el juicio a Carcaño, su hermano, la novia de este, María García, y Samuel Benítez. Esta sentencia, sin embargo, ya comienza a clarificar algunas cuestiones. Según los hechos probados, aunque el juez no cita nombres, fue un mayor de edad supuestamente Miguel Carcaño quien mató a Marta y, posteriormente, llamó a el Cuco y a otro mayor de edad supuestamente Samuel Benítez. Estos acudieron al piso de la calle León XIII, donde ocurrieron los hechos, y allí coincidieron también con otro mayor de edad supuestamente Francisco Javier Delgado.
Los cuatro decidieron, 'actuando de mutuo acuerdo y con la finalidad de evitar que se descubriera la muerte de [la joven], hacer desaparecer el cuerpo'.
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