El presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no escarmienta. No contento con el plantón que le dio Sheldon Adelson hace apenas un año retirando el macroproyecto Eurovegas, ahora quiere volver a embarcarse en otra aventura. Esta vez, está manteniendo ya conversaciones con el magnate chino Wang Jianli, que quiere construir un inmenso centro comercial, de ocio y de juegos en la región. El grupo Wanda, propiedad de Jianli, ha comprado recientemente el emblemático edificio España de la capital y no quiere dejar pasar más tiempo para seguir invirtiendo su dinero.
Sin embargo, esta nueva promesa trae a la memoria, irremediablemente, otros proyectos vendidos a bombo y platillo como la panacea para paliar el desempleo y favorecer la recuperación económica. Grandes ideas sobre el papel que, sin embargo, quedaron finalmente en agua de borrajas.
Como ya sucediese en la célebre película de Luis García Berlanga 'Bienvenido, Míster Marshall', más de una ciudad y comunidad autónoma ha visto como engalanaba sus calles y balcones para dar la bienvenida a un dinero y un proyecto que finalmente nunca se llevaría a cabo. En algunos casos, directamente, porque era más ficticio que el propio film del célebre cineasta valenciano.
Precisamente el propio González ha vivido en sus propias carnes lo que es quedarse a las puertas de dar el pistoletazo de salida a un gran macro proyecto. Dos veces, además. La más sonada de todas fue con el popular compleo de juego y convenciones, Eurovegas. 'Las Vegas Sand', empresa del magnate norteamericano Sheldon Adelson. Con ubicación en Alcorcón, lo que iba a convertirse en uno de los músculos económicos en Madrid, con una inversión prevista de 16.000 millones de euros y la creación de 250.00 puestos de trabajo, según anunciaron a bombo y platillo tanto desde la Comunidad como desde el propio Ayuntamiento del municipio madrileño, acabó en nada.
La multitud de modificaciones que tanto el gobierno autonómico como el estatal estaban dispuestos a adoptar, entre las que se encontraba la reforma de la ley del tabaco, no bastaron para convencer al empresario, que entre otras cosas pedía que se dejase acceder a menores a los casinos, unos duros requisitos para su blindaje financiero o que se le revertiese lo invertido, incluidas las pérdidas, en caso de un cambio normativo. Finalmente Adelson hizo las maletas y puso rumbo a Asia.
Hacia el mayor continente del mundo también volaron otra de las aspiraciones de González a salvar su presidencia al frente de la Comunidad de Madrid. Concretamente hacia Japón, cuando el Comité Olímpico Internacional decidió que la ciudad que albergaría los Juegos Olímpicos de 2020 sería Tokio. La capital española sumaba así su tercer fracaso de estas características, tras quedarse con la miel en los labios en sus candidaturas para 2016 y 2012. El sueño olímpico se esfumó y el despertar ofreció a la ciudad madrileña una realidad en forma de millones de euros perdidos, infraestructuras a medio hacer y un futuro sin esclarecer para otras ya acabadas. En total, Madrid se dejó 100 millones de euros. Al menos, la odisea olímpica dejó para el recuerdo una buena forma de afrontar la vida: tomando una 'relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor'.
Pero no sólo la capital del país se ha visto embaucada por estos cantos de sirena. Otras regiones españolas cayeron también presas de las promesas de inversores que prometían 'el oro y el moro' y finalmente se marcharon con lo puesto. En Aragón vivieron algo parecido. En el año 2007 llegaba a la comunidad aragonesa la posibilidad la idea de levantar en pleno desierto de Los Monegros una macrociudad del juego con 32 casinos y cinco parques temáticos que iba a atraer a millones de visitantes al año.
Esta iniciativa, bautizada como Gran Scala, fue promovida por un consorcio llamado International Leisure Development (ILD) y controlado por sociedades establecidas en paraísos fiscales, cuya cúpula albergaba, entre otros, a aventureros del sector del juego que debían cientos de miles de euros a Hacienda. Por supuesto, la inversión prevista de 17.000 millones de euros jamás llegó y los 65.000 puestos de trabajo que preveía crear aún esperan ser ocupados.
Dos años antes, Castilla La Mancha era la que tenía todas las papeletas para convertirse en uno de los referentes del juego en Europa. A mediados de 2005, Ciudad Real acogía el Reino de Don Quijote, un proyecto 12.500 viviendas, dos campos de golf, hoteles de lujo y un gran casino, al estilo del Caesars Palace de Las Vegas. Detrás de este proyecto faraónico, desarrollado en paralelo al aeropuerto de Ciudad Real, estaba Gedeco Avantis como accionista mayoritario.
Pero al igual que el hidalgo más famoso del mundo, acabaron topándose contra molinos. Los accionistas empezaron a bajarse del barco con el inicio de la crisis económica, entre ellos Harrah's, una de las empresas impulsoras, y el grupo acabó en concurso de acreedores en 2011. Pero no fueron los únicos que acabaron pagando por este macro complejo fallido. Caja Castilla-La Mancha llegó a invertir más de 100 millones de euros mientras que la propia Harrah's, actual Caesars Entertainment Corporation, dio por perdidos los más de 30 millones de dólares -unos 27 millones de euros- que invirtió.
Pero no siempre la creación de grandes emplazamientos para el juego ha sido objeto de inversiones fallidas. De hecho, uno de los mayores fiascos de este tipo, que acabaron con la dimisión de un cargo público, tuvo lugar a principio de la década de los 90. Esta vez no fue el dinero, sino el oro negro quien dejó en evidencia a todo un gobierno autonómico. Fue el famoso Petromocho. Un falso intermediario francés, Jean-Maurice Lauze, que aseguraba haber sido enviado de parte del Banco Internacional Saudí, comenzó a negociar con el presidente del Principado de Asturias, el socialista Juan Luis Rodríguez-Vigil, en octubre de 1992.
Su propuesta era la de realizar una inversión de hasta 100.000 millones de pesetas en un proyecto para construir una refinería de petróleo en las cercanías del puerto de El Musel, en Gijón. La negociación llegó a durar hasta siete meses, y el proyecto estaba en camino de recibir una subvención estatal de 1.000 millones de pesetas. El proyecto fue anunciado en mayo de 1993, siendo presentado como una de las mayores inversiones industriales jamás realizadas en España. La construcción comenzaría en 1994 y se completaría en 1998. La refinería, con una capacidad de producción de 180.000 barriles al día, crearía hasta 4.000 puestos de trabajo.
Apenas una semana después, el diario gijonés El Comercio destapó el fraude. El Banco Internacional Saudí confirmó que no tenía ningún conocimiento del proyecto anunciado y saltó a la luz la ingenuidad mostrada por el Gobierno asturiano, engañado por un simple intermediario durante meses. El entonces presidente Rodríguez-Vigil y el consejero de Industria Víctor Zapico, se mostraron públicamente confundido por los hechos y reconocieron que no sabían en absoluto el objetivo del montaje, aunque aseguró que Lauzet no percibió ninguna cantidad económica durante las negociaciones. En cualquier caso, Rodríguez-Vigil se vio obligado a dimitir en los días siguientes, citando razones de 'dignidad política'. Un año después Jean-Maurice Lauze fue condenado a un año de prisión y multa de 250.000 pesetas por falsedad documental continuada.
Mucho más recientes en el tiempo son dos recientes inversiones cuyo fin está aún por dilucidar. En las Illes Balears, Mallorca iba a acoger la nueva 'Tierra Santa'. Un empresario argentino anunció en el año 2010 la construcción de un parque temático cristiano en la isla que recrearía el Jerusalén de hace dos mil años. Las primeras cifras apuntaban a una inversión de 30 millones de euros y 800 puestos de trabajo. Se propuso para su construcción el vertedero de Capdepera, pero el solar fue descartado por la promotora debido a fallos de estabilidad en el mismo. Pese al beneplácito del Gobierno autonómico para su construcción, lo cierto es que las obras ni siquiera han comenzado.
La otra aún tiene en vilo a la ciudad de Málaga. En el 2010, el jeque catarí Abdullah bin Nasser Al Thani se convertía en el máximo accionista del Málaga CF. Sin embargo, su desembarco en tierras andaluzas no fueron únicamente para satisfacer su afición futbolera. Al Thani llegó a la Costa del Sol con varios proyectos debajo del brazo. Entre ellos destacaba la construcción de un nuevo estadio con capacidad para 65.000 espectadores. Un recinto que iba a estar integrado dentro de una gran complejo deportivo y lúdico de unos 500.000 metros cuadrados. La intención era crear en esos terrenos una gran ciudad del fútbol que sirva de escuela para la incipiente cantera malagueña. El presupuesto total de este megaproyecto iba a alcanzar una cifra cercana a los 300 millones de euros.
Pero no todo su dinero iba destinado al deporte rey. El jeque también preveía financiar la construcción de cuatro rascacielos en la Avenida Juan XXIII de Málaga y de la ampliación de un puerto deportivo en Marbella. Sin embargo, nada de esto se ha llevado a cabo y lo más probable es que Al Thani se marche pronto de Málaga, según ha dejado entrever él mismo. Su reacción se debe a la negativa de las autoridades municipales y autonómicas a dar vía libre a sus iniciativas urbanísticas. Su reacción parece obedecer a los problemas que está encontrando en su proyecto urbanístico. Así, la Dirección General de Costas rechazó la construcción del nuevo puerto, cuya inversión estaba valorada en 84 millones de euros.
Relanzar económicamente determinadas regiones y paliar las cifras de paro lanzan a municipios y autonomías a abrazar cualquier idea que suponga una inversión. Sin embargo, en más de una ocasión los cargos públicos se olvidan de obviar los cantos de sirena e investigar a esa empresa o ese agente que viene con maletas cargadas de proyectos e idea, que no de dinero. Quizás así, muchas ilusiones no quedarían varadas en el olvido.
https://www.quoners.es/debate/crees-que-los-complejos-de-ocio-y-juego-son-centros-de-lavado-de-dinero-negro
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