En el año 2007 se produjo un punto de inflexión en las series demográficas del Instituto Nacional de Estadística (INE): caída en las llegadas de inmigrantes, aumento del paro, frenazo del número de familias que se lanzaban a tener un bebé... todos los indicadores vinculados a la situación económica dieron un vuelco a las trayectorias que se habían dibujado la última década.
También el número de rupturas de pareja, que arrancó aquel año con una caída en picado después de alcanzar un máximo histórico en 2006, cuando hubo más de 145.000 disoluciones. Pero aunque coincidió en el momento histórico, la situación económica no fue la única causa ni la principal que provocó el cambio, según explican los expertos consultados.
Los divorcios se redujeron entre abril y junio un 13% respecto a 2007
'La razón fundamental es que cada vez hay más parejas que conviven sin estar casadas', señala la presidenta de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo. Y esta reducción del número de matrimonios limita, a su vez, el de las parejas potenciales que pueden poner fin a su relación cada año.
El segundo trimestre de 2011 se firmaron 32.323 rupturas, según las últimas estadísticas publicadas por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El descenso respecto al mismo periodo de 2007 fue del 13%. Tradicionalmente, este y el cuarto (entre octubre y diciembre) es cuando se sellan más divorcios. Los meses de verano, los que menos.
Menos uniones, el baby boom' y el divorcio exprés explican el fenómeno
Pero el investigador y demógrafo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Julio Pérez Díaz apunta que los cambios demográficos y sociales 'nunca ocurren por una sola causa'.
Otro efecto importante es el que produce la generación de los hijos del baby boom (nacieron en las décadas de 1960 y 1970 y ahora rondan los 40 o 50 años). Este grupo de edad (el más numeroso) provoca grandes alteraciones de los indicadores sociales según va avanzando su edad: desde la sobreocupación de las facultades cuando rondaba los 20 años, hasta el aumento de la tasa de dependencia que provocará dentro de una o dos décadas. La media de edad de los que pasaron en 2010 por los juzgados para poner fin a sus relaciones fue de 42 años (ellas) y 44,6 (ellos).
'Los que nacieron en los años sesenta tienen unas pautas de nupcialidad diferentes a los anteriores. Antes, todas la uniones conyugales eran matrimoniales', apunta Pérez Díaz, que señala que las parejas de este grupo fueron las que empezaron a convivir sin estar casadas.
En 2006 se alcanzó el máximo histórico, con 145.000 disoluciones
Además de estos factores, parte de este descenso sí que está vinculado a la crisis, señala el demógrafo del CSIC, que presenta las relaciones de pareja y la paternidad como 'una empresa'. 'Puedes hacerla tú sólo, pero es muy caro', asegura.
Algunas parejas, debido a la falta de trabajo, últimamente tratan de capear sus problemas de convivencia y de seguir unidas pese a las disputas domésticas. 'Pagar un frigorífico, una hipoteca y una televisión es más barato que pagar dos de cada', argumenta el demógrafo. El miedo a malvender la casa debido al fuerte descenso de los precios también influye.
Para Pérez del Campo, sin embargo, este tipo de parejas que aguantan el chaparrón por motivos económicos son 'excepcionales'. La presidenta de la federación de mujeres recuerda la dificultad de convivir con alguien tras el desmoronamiento de la relación. 'Ellas suelen ser las que dan el primer paso', asegura.
La falta de empleo y dinero entre los veinteañeros, además, retrasa las emancipaciones y reduce el número de los que se deciden a dar el salto y unirse en matrimonio.
Por otra parte, Julio Pérez Díaz señala que la cota histórica de rupturas que se alcanzó en 2006 tiene otra explicación. En junio de 2005, el Gobierno aprobó la ley del divorcio exprés, que, según el demógrafo dio salida a muchos divorcios que se estaban fraguando y a los que les faltaba un empujón.
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