La dirección nacional del PP buscó ayer una salida a la guerra desatada por el poder en Caja Madrid. Sin éxito. La secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, estuvo negociando durante horas con la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, pero a última hora de la tarde descartaron llegar a un acuerdo. En el PP viven con preocupación toda esta situación, que califican de “agónica”, “lamentable” y “dañina” para su imagen. Las espadas siguen en alto, más afiladas que nunca.
Las versiones ofrecidas sobre la ruptura fueron diametralmente opuestas. Desde la cúpula nacional sentenciaban que no va a existir “ningún pacto que incluya el nombre de Ignacio González”, vicepresidente madrileño y a quien Aguirre pretende colocar como presidente de Caja Madrid.
Las mismas fuentes explicaban que Aguirre había tratado de buscarle un puesto alternativo a su mano derecha y que llegó a hablar de la posibilidad de que presidiera la corporación de Caja Madrid, pero que Rajoy no está dispuesto a someterse a ese tipo de “chantaje”. Aguirre, a cambio de buscar una salida honrosa para su número dos, estaría dispuesta a aceptar a Rodrigo Rato como presidente de la entidad financiera. Rato es el candidato de Rajoy.
Fuentes del Gobierno regional, por contra, aseguraban que Aguirre no había dejado que “se tratara esa cuestión” y que no estaba dispuesta a hablar “nada de nada” hasta que se adoptasen medidas contra Manuel Cobo, vicealcalde de la capital y hombre de confianza de Alberto Ruiz-
A cambio de aceptar a Rato, Aguirre pidió un puesto relevante para su número dos
Gallardón. Cobo acusó a la presidenta madrileña y a su equipo de montar “una gestapillo” para espiarle y afirmó que era “de vómito” lo que estaban haciendo con Rato.
En público, Aguirre ofreció anoche una versión diferente. Para poner la guinda al pastel de toda esta confusión, sostuvo que era “absoluta y totalmente falso” que ella hubiera exigido que le cortasen “la cabeza a Cobo a cambio de un acuerdo en la Caja”.
La dirigente madrileña subrayó que son los órganos disciplinarios del partido los que “tienen que cumplir con sus obligaciones”, mientras que el proceso electoral en Caja Madrid, que actualmente se encuentra paralizado por el recurso interpuesto por el Ayuntamiento de Madrid, “tiene que seguir su curso”.
En la dirección nacional defendían que había sido Cospedal, y no Aguirre, quien había desvinculado ambos temas. Cospedal, siempre según su equipo, comenzó planteando como “asunto preferente” que Rodrigo Rato fuera el presidente de la entidad financiera. La secretaria general del PP aseguró a Aguirre que Cobo sería sancionado, pero se negó a mezclar ese tema con el del sustituto de Miguel Blesa al frente de Caja Madrid.
El equipo de Rajoy cree que la postura de la líder madrileña es 'un chantaje'
En la cúpula del PP no quieren que la resolución de este enfrentamiento se interprete como “un trueque”. Pero varios dirigentes consideran que es la única vía posible para desbloquear el conflicto. “Al final va a ser el uno por el otro. Como moneda de cambio”, afirmaba un miembro del Comité de Dirección, mientras los teléfonos de Aguirre y Cospedal echaban humo.
Hay quien considera que tanto Rajoy como Aguirre deberían “conformarse” y “aceptar” parte de las demandas del adversario. Todo con tal de cerrar cuanto antes una herida que sangra a borbotones. “El gran favor que le ha hecho Gallardón al presidente nacional es darle una pieza que sacrificar. Debería utilizarla a modo de desarme”, comentaba un diputado.
En la sede nacional decían ayer que, con este nuevo pulso, quedaba demostrado que a Aguirre le importaba “muy poco” realmente la situación de Caja Madrid y que todo obedecía a una “pelea personal”. “Ahora ya no se trata de poner a González sino de llevarse por delante a Cobo. ¿Qué importancia tienen ahora los impositores, ahorradores y el resto de sectores implicados a los que apelaba?”, señalaba un alto cargo.
Aguirre reclama la suspensión cautelar de militancia de Cobo, que contemplan los estatutos del PP para aquellos cargos que hayan podido cometer una infracción grave o muy grave. Gallardón, por su parte, ha pedido que no se le sancione. Dentro del PP son muchos los que piensan que el posible castigo no será demasiado duro. Creen que lo más probable es que se le “abra un expediente” y reciba “una apercibimiento”. La mayoría de los conservadores no esperan mucho de un Comité de Derechos y Garantías que no ha actuado contra “todos” los implicados en el caso Gürtel.
En el PP destacan la necesidad de que su presidente dé un golpe de autoridad
Muchos dirigentes conservadores insisten en que Rajoy tiene que dar “un golpe de autoridad sobre la mesa”. Ayer, Soraya Sáenz de Santamaría defendía que este tema “no” se iba a llevar por delante al presidente nacional del partido. La portavoz en el Congreso recordó “la prudencia” con la que el líder del PP “toma decisiones”. Además, defendió que la tarea de Cospedal es a veces “bastante ingrata” y evitó cualquier muestra de apoyo a Aguirre.
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