María Esther Jiménez Villegas, la adolescente de 13 años asesinada la pasada semana en Arriate (Málaga), acudió por su propio pie a la caseta donde encontró la muerte porque allí tenía una cita con el que sería finalmente su agresor. Esta es una de las principales hipótesis con las que trabaja la Guardia Civil después de reconstruir con detalle las últimas horas con vida de la menor y, sobre todo, de analizar los objetos hallados en el lugar del crimen.
Uno de los detalles que más ha llamado la atención de los investigadores es que la chaqueta que vestía la víctima apareció correctamente colgada en el interior de la caseta. Para los encargados del caso, es un indicio de que la joven llegó al lugar y, o tuvo que esperar la llegada de la persona con la que había quedado, o la disputa que terminó costándole la vida se inició tiempo después del encuentro.
Un detalle sobre su chaqueta apunta a que esperó a su agresor
Esta hipótesis de la cita es avalada por otros indicios recogidos. Así, el hecho de que el cadáver de la víctima apareciera con una ropa distinta a la que su madre declaró que vestía cuando salió de casa apunta a que María Esther se cambió porque esperaba reunirse con alguien, posiblemente un chico. De hecho, sus amigas han asegurado que cuando la vieron esa tarde ya iba con la ropa con la que murió y que la joven se mostró muy animada, aunque no les dijo con quién había quedado.
Estas adolescentes no fueron, sin embargo, las últimas en verla con vida, aparte de su agresor. La encargada de una pizzería situada a 200 metros de la caseta donde se encontró el cadáver ha asegurado a la Guardia Civil que sobre las nueve y media de la noche en la que desapareció la vio y la saludó. Iba sola, lo que hace suponer que la adolescente se dirigía ya al lugar donde fue asesinada.
La última vez que la niña fue vista iba sola hacia el lugar del crimen
Las pesquisas apuntan también a que durante la cita con su agresor se produjo una disputa y este cogió una piedra y atacó a la víctima. Esta, antes de morir, se defendió, como indican los restos de piel hallados en sus uñas. Sin embargo, la violencia del ataque hicieron inútiles sus esfuerzos por salvarse. Su asesino le dio al menos tres fuertes golpes. Dos le destrozaron el rostro. El tercero le afectó también a la cabeza. La piedra con la que se los propinó fue encontrada en el lugar con manchas de sangre.
La Guardia Civil está convencida de que el criminal es alguien de su entorno, sobre todo después de comprobar que la actividad de María Esther en internet era prácticamente nula, lo que hace descartar a los investigadores que la cita se produjera a través de las redes sociales.
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