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Mandar es más divertido que registrar hipotecas

Mariano Rajoy. Ejerció en el registro de la propiedad de El Bierzo, Padrón y Santa Pola

ANTONIO AVENDAÑO

Una de las decisiones más audaces tomadas por Mariano Rajoy en toda su vida fue dedicarse a la política. Lo hizo en 1981, con apenas 26 años y sólo tres después de haber obtenido su plaza de registrador de la propiedad. A su familia no le gustó demasiado, pero tampoco tenía nada que perder. Si las cosas salían mal, no tenía más que regresar a su plaza ganada en las oposiciones de registrador. Dicen que en ese oficio las oposiciones son extraordinariamente duras, pero el trabajo no tanto. Rajoy eligió como destino profesional el registro de Padrón, porque estaba cerca de casa. También ejercería en Villafranca del Bierzo.

No es improbable que se aburriera como una ostra. O como una vieira. El aburrimiento es malo para todo el mundo, pero mucho más para las personas inteligentes, y Rajoy sin duda lo es. Tal vez esa fuera una de las razones por las cuales entró en Alianza Popular, que en aquellos años era un partido de raíces inequívocamente franquistas, si bien plenamente incorporado al sistema constitucional de la mano de Manuel Fraga.

Ejerció en el registro de la propiedad de El Bierzo, Padrón y Santa Pola

El ahora presidente del PP fue muy pronto diputado en el Parlamento gallego, ocupó otros cargos y llegó a vicepresidente de la Xunta, de donde lo expulsaría una moción de censura, tras la cual regresó de nuevo al registro, a finales de 1987, pero esta vez en la localidad alicantina de Santa Pola, donde sigue teniendo plaza en propiedad.

Debe dar una sensación extraordinariamente placentera de seguridad saber que, si te van mal las cosas, te espera en algún sitio un trabajo algo aburrido, sí, pero envidiablemente bien pagado. Tal vez por eso, unos meses después, volvió de nuevo a la política, que otra cosa no tendrá, pero aburrida, lo que se dice aburrida, no lo es en absoluto.

Es lícito suponer que nadie quiere ser registrador de la propiedad desde pequeñito. Se desconoce cuándo decide Rajoy opositar a ese cuerpo. En todo caso, lo hace muy pronto y lo hace muy bien. Pero la de registrador es una vocación imposible. Ortega y Gasset, de quien Rajoy se declara lector, escribió muy atinadamente sobre la vocación: 'Hay individuos que son vitalmente pintores, políticos, religiosos. Hay muchos, en cambio, que ejercen esas profesiones sin serlas vitalmente'. Eso debió de pasarle a Rajoy. No debe ser fácil ser vitalmente registrador de la propiedad. Nadie dice: 'Yo es que, desde niño, siempre soñé con ser registrador'. En cambio, sí es fácil que alguien sueñe con ser presidente del Gobierno, ministro o incluso diputado provincial.

No es extraño imaginar al joven Rajoy combatiendo el tedio de las tardes del Bierzo con la lectura de Ortega y dando con esta reflexión: 'Cada hombre, entre sus varios seres posibles, encuentra siempre uno que es su auténtico ser. Y la voz que le llama a ese auténtico ser es lo que llamamos vocación'. Debió de cerrar el libro, levantarse como empujado por un resorte y marcar el número de AP. La patria acababa de perder un registrador de la propiedad, pero empezaba a ganar un diputado provincial, congresista, ministro, etc.

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