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Las heridas que la ruptura del proceso de paz abrió en ETA

La banda se adentró en una crisis interna y de liderazgo tras abortar el diálogo con el Gobierno

PEDRO ÁGUEDA

El abogado Iñigo Iruin afirmó el pasado 22 de marzo ante el Tribunal Supremo que el atentado de la T-4 supuso el 'germen de la discrepancia' entre ETA y el resto de la izquierda abertzale. El alegato de Iruin para la legalización de Sortu admitía de forma pública el análisis que el Gobierno venía haciendo de las consecuencias que la ruptura del proceso de paz tuvo para la banda. Aquel 'germen' ha derivado en la peor crisis operativa de la organización y en el rechazo a la estrategia violenta por parte de sus bases.

Una semana después de que se celebrara la vista en el Tribunal Supremo, el PP esperaba al ministro del Interior en el Congreso enarbolando las notas de la banda sobre el último diálogo con el Gobierno. 'ETA salió de la tregua derrotada política y policialmente', se defendió Alfredo Pérez Rubalcaba.

El distanciamiento entre Batasuna y ETA tiene su origen en la T-4

Batasuna se revela

En 2008, el año que siguió al diálogo con ETA, José Luis Rodríguez Zapatero revalidó su victoria, y en 2009, los socialistas vascos accedieron al Gobierno de Vitoria tras haber sido los artífices del proceso de paz. Los dirigentes de Batasuna, desautorizados por ETA en la ruptura unilateral del diálogo, habían interiorizado que no había marcha atrás y maniobraban para ganar terreno a la banda y recuperar un escenario sin violencia.

El PP pide explicaciones al CNI, clave en los últimos grandes golpes

En 2009, Batasuna intentaba regresar a las urnas en las elecciones europeas. Y de esa época constan por escrito las primeras discrepancias entre el partido ilegalizado y la banda. '¿Dónde se toman las decisiones? ¿Hay alguien desarrollando una línea fuera de la dirección? Nosotros no andamos buscando el enemigo en casa, pero una vez leídas las actas...', escribía ETA.

Desde entonces y hasta la presentación de un nuevo partido que rechaza la violencia, hay toda una historia dereuniones secretas, amenazas de expulsión, cambios de bando y guerras de ponencias (Público, 24/10/2010). En septiembre de 2010, ETA hizo pública la tregua que le demandaba Batasuna y en enero pasado ampliaba sus términos, incluyendo por primera vez el cese en la extorsión.

Aún resta que la banda terrorista exprese su renuncia definitiva a la violencia, decisión que tendrá que adoptar después de haber perdido el control de la inmensa mayoría de las organizaciones que conforman el espectro de la izquierda abertzale, en una situación operativa de precariedad y con el tiempo corriendo en su contra. En la imposición de las tesis posibilistas abanderadas por Arnaldo Otegi han influido las sucesivas operaciones policiales contra los grupos que se situaban junto a las tesis de ETA. Los golpes a Segi, Ekin y Askatasuna han dejado sin referentes a la minoría partidaria de continuar con la violencia.

La ruptura de la tregua avivó la desafección de los presos y la banda

Los éxitos policiales

En la ruptura del proceso de diálogo pesó decisivamente la irrupción como nuevo jefe de la banda de Francisco Javier López Peña, Thierry, y la marginación de Josu Ternera, quien había ideado el proceso junto al presidente del PSE, Jesús Eguiguren. Pero aquel golpe de mando tampoco trajo la paz interna a ETA. Otra lucha de poder, la que enfrentó a Thierry con Mikel Carrera, Ata, y Garikoitz Aspiazu, Txeroki, a punto estuvo de provocar una escisión en el seno de la organización terrorista. Ganó Thierry, que suspendió de militancia a sus opositores. Estos actuaron al margen de las decisiones de la dirección oficial de ETA hasta que López Peña fue detenido en mayo de 2008. Fue entonces cuando se hicieron con todo el poder de la organización y laminaron a los seguidores de Thierry, contra el que decretaron la expulsión definitiva de ETA.

Interior aprovechó el descontento entre los presos para impulsar la reinser!

Durante los 438 días que duró la tregua fueron detenidas 92 personas por su presunta relación con la banda y otras 54 acusadas de participar en actos de kale borroka. Desde que ETA puso fin al alto el fuego, los arrestos suman 423, aunque según creen los responsables policiales, más importante que el número es la importancia de algunos de los detenidos y la frecuencia con la que han sido desarticulados los distintos aparatos de la banda. Hasta el punto de que según creen los mandos de las Fuerzas de Seguridas, sólo el aparato político conserva hoy en día cierta estructura.

En la mayoría de las principales operaciones de Policía y Guardia Civil tras el proceso de paz ha desempeñado un papel fundamental el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el mismo organismo del que el PP reclama información acerca del diálogo con ETA, a través de la petición de compareciencia en el Congreso de la actual ministra de Defensa, Carme Chacón. El CNI aportó información clave en el arresto de Txeroki en noviembre de 2008, el más longevo de los últimos jefes militares de ETA (adquirió responsabilidades en 2003), y lo hizo también para el arresto en mayo de 2010 del gran aliado de Aspiazu en la dirección de la banda, Mikel Carrera.

Arranca la reinserción

'ETA ha ninguneado a los presos durante la tregua'. Con esta frase, la secretaria general de Prisiones, Mercedes Gallizo, razonó en el verano de 2007 la desafección entre la dirección de la banda y su colectivo más numeroso. Interior enseguida se percató de que la ruptura del proceso enterraba las ilusiones de un buen número de reclusos, que veían en la paz una salida a su situación personal.

Rubalcaba vio en ese descontento una oportunidad para distanciar a presos y familias de la estrategia de ETA y diseñó un plan para acercar a Euskadi a aquellos que fueran expresando su rechazo a la violencia. Interior afirma que la práctica totalidad de los reclusos han asumido ya que el ciclo de la violencia ha acabado para siempre. El grupo más avanzado en el proceso de reinserción lo componen 25 presos que han puesto por escrito su rechazo a la violencia y han asumido el daño causado a las víctimas. Instituciones Penitenciarias ha detectado igualmente una ralentización en el proceso de reinserción debido a las esperanzas que los presos han puesto en una salida 'política' tras la declaración de la última tregua por parte de la organización terrorista.

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