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El éxito que acalló las críticas

Varias iniciativas de la izquierda de Sevilla fueron vapuleadas por los conservadores

FRAN GRIMALDI

La feroz crítica desde los sectores más conservadores a las Setas de la Encarnación, en Sevilla, es sólo la última de un rosario de ataques a grandes proyectos que luego quedaron consolidados e incluso venerados por quienes se rieron de ellos. Desde el arranque de las obras del AVE Madrid-Sevilla, que comenzaron a tomar forma en los años ochenta, la derecha más rancia ha enturbiado aquellas obras promovidas por la izquierda que no podían llevarse a cabo sin una remodelación visual y tecnológica en la urbe.

El expresidente José María Aznar afirmó en 1992 que el AVE iría 'vacío después de la Expo'. Las cifras le contradijeron. Ya ha trasladado entre Sevilla y Madrid a más de 50 millones de pasajeros y hoy día copa el 85% de la cuota de mercado. Junto con la Expo, fueron los grandes impulsoresde la transformación de Se-villa: nuevas autovías, rondas de circulación, una estación de trenes, la ampliación del aeropuerto y la posterior creación del parque tecnológico Cartuja 93. Pero no hay que remontarse tan lejos. El extenso circuito de carril bici, tildado por muchos medios conservadores como 'una chapuza', es hoy puesto como ejemplo de sostenibilidad en muchas ciudades europeas. El pasado año, esta iniciativa obtuvo la calificación Best en el concurso internacional de buenas prácticas de Naciones Unidas.

Tras las dilatadas obras, las aplazadas inauguraciones y los problemas de los primeros días, todos estos proyectos han resultado después un éxito rotundo para los ciudadanos, que han sabido asimilarlos e integrarlos en su vida cotidiana: han fomentado el comercio, han actualizado la ciudad y han facilitado las comunicaciones. 'Si algunos días hay menos ventas será por la crisis, no por el Metrocentro', contó a este periódico la dependienta de una tienda de souvernirs frente a la catedral, por donde transcurre el nuevo tranvía, también diana de los conservadores.

En esta campaña, sin embargo, el propio candidato del PP, Juan Ignacio Zoido, ha defendido proyectos por los que casi había crucificado al socialista Alfredo Sánchez Monteseirín. Y dice que si es alcalde, dejará lo que funciona.

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