Con las autonómicas a la vuelta de la esquina como antesala de las elecciones generales, el líder del PP sabe que se la juega. Quizá por ello, ayer intentó tirar de una ayuda extra, la divina. Mariano Rajoy trasladó a su comité ejecutivo nacional hasta la catedral de Santiago de Compostela y protagonizó la ofrenda en la misa del peregrino. En su intervención, demandó al apóstol 'fortaleza' para no 'desfallecer' en la tarea política. Pero también coló su mensaje de alternativa y su idea de España. El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, imputado por cohecho y al que Rajoy le sigue mostrando su apoyo, no se perdió el acto. Lo siguió en primera fila.
Pegado al altar, y haciendo uso de un discurso articulado en el significado del año Xacobeo y el Camino de Santiago, Rajoy inició su intervención asegurando que España 'busca una senda de unidad que la haga fuerte frente a las adversidades'.
Camps, que se saludó fríamente con Rajoy, siguió la misa en primera fila
Minutos después, aprovecharía para reivindicar a su partido: 'La gran convicción de los hombres y mujeres del Partido Popular es que España es una realidad, una historia y un futuro comunes'. Y fue más allá cuando, al apostar por 'las empresas colectivas' frente a los 'particularismos', puso a su partido a disposición de los peregrinos, que se afanaban en captar imágenes del templo y de los políticos. 'Creemos, señor Santiago, que esa idea motriz [la de lo colectivo] es la que precisa la España de hoy y estamos dispuestos a crearla con la ayuda de todos los españoles', añadió. Incluso llegó a intercalar un párrafo en gallego de tres frases, algo que el líder del PP se resiste a hacer en sus intervenciones públicas.
Como colofón final y antes de pedir 'ayuda' al apóstol para 'hacer de la política una actividad noble al servicio del buen común', Rajoy presentó al PP como un partido 'que ha realizado un largo peregrinaje, incorporando en cada una de las etapas un enorme bagaje de principios, ideas y ambiciones que se resumen en una fe indeclinable en el porvenir de nuestra nación'. A juicio del líder del PP, 'España es el resultado de vivir y trabajar juntas generaciones del pasado y del presente'. 'Así queremos que siga siendo', zanjó.
El líder del PP encadenó tres frases en gallego, lengua que se resiste a usar
Junto a Mariano Rajoy, gran parte del comité ejecutivo nacional de su partido siguió la misa en la catedral. Pero la jornada había empezado mucho antes. Pese a la intensa lluvia, al filo de las diez de la mañana la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela estaba a rebosar. De peregrinos y de dirigentes del Partido Popular. Muchos, como Francisco Camps, habían pasado ya la noche del domingo en la capital gallega, cuando se había dejado ver sonriente en compañía de otros compañeros de partido como la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.
Precisamente era Camps la pieza más cotizada de los objetivos de los fotógrafos. Él, y la reacción de Mariano Rajoy cuando se cruzasen. Hubo encuentro en el hall del Parador de los Reyes Católicos. No fue muy efusivo. Se limitó a un apretón de manos y a una conversación informal sobre el tiempo. 'Y nosotros pidiendo agua para todos', bromeó el president en alusión a la lluvia. 'Es el primer día que llueve desde que llegué el sábado', zanjó Rajoy. Los colaboradores de ambos señalan que, en privado, la cercanía y la sintonía fue mayor.
También había expectación ante el encuentro entre Rajoy y Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid, que recuperó la militancia en el PP el pasado viernes tras diez meses sin carnet por criticar a la presidenta de la Comunidad de Madrid fuera de los órganos del partido. En este caso, la reacción del líder del PP fue más efusiva. Incluso Camps volvió a buscar la foto y se coló por medio para bromear con la mano derecha del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón. '¿Eres Cobo o Costa?', preguntó insistentemente entre risas al vicealcalde. Una alusión a Ricardo Costa, ex secretario general del PP de la Comunitat Valenciana que también recuperó la militancia en el partido el pasado viernes.
De los escándalos de corrupción, uno de los grandes fantasmas que sobrevuelan por algunas de las comunidades gobernadas por los conservadores, principalmente Madrid y el País Valencià, no hubo una sola palabra.
Pero lo que Rajoy no pudo controlar es que el término apareciera en la primera lectura de la misa. 'Celebremos la Pascua, no con levadura vieja, levadura de corrupción y de maldad, sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad', del libro de los Corintios.
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