El mafioso serbio Luka Bojovic no daba un paso sin tomar extremas medidas de seguridad. Ni visitaba a su mujer y tres hijos en el pueblo alicantino donde residían para no ser descubierto. Una autodisciplina que había aprendido de su pasado como líder del grupo paramilitar de los Tigres de Arkán y que exigía también a sus hombres de confianza. Sin embargo, el jueves algo le falló y Bojovic fue detenido junto a tres de sus lugartenientes en un restaurante de Valencia. La pista que llevó hasta él fue un billete de avión adquirido por uno de sus hombres con su nombre verdadero.
La operación Zoológico, que ha permitido detener al ideólogo del asesinato en 2003 del primer ministro serbio Zoran Djindjic, se había iniciado hace dos años, después de que la Policía serbia alertara a sus colegas españoles de que Bojovic podía estar oculto en la península. A partir de ese momento, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) sometió a un estrechocontrol a la familia y a otros serbios residentes en España que en el pasado habían tenido relación con los Tigres de Arkán. Sin embargo, los seguimientos no dieron resultado hasta la semana pasada.
Sólo 36 horas después de lograr la pista, los agentes cazaron a los mafiosos
Entonces, uno de los serbios controlado, Vladimir Mijanovic, Vlada, adquirió con su nombre en Las Palmas de Gran Canaria, donde residía, un billete de avión con destino a Madrid. Los agentes se convirtieron a partir de ese momento en su sombra. Lo siguieron en su vuelo a la capital, mientras comía en una conocida hamburguesería situada justo enfrente de la sede del Ministerio del Interior y cuando, más tarde, tomaba un AVE hacia Valencia.
Una vez en esta ciudad, la Policía siguió sus pasos hasta un piso en la calle San Vicente Mártir y, más tarde, a otro en la calle Nino Bravo. Allí, pasó junto a Bojovic y los otros dos mafiosos serbios la noche del miércoles y la mañana del jueves. Finalmente, a las 15.30, los cuatro salieron de la casa por separado y se dirigieron al restaurante.
Dos horas después, y cuando estaban a punto de pagar la cuenta de 333 euros, policías de paisano entraron en el local y los detuvieron. Sólo habían pasado 36 horas desde que Vlada comprara el billete de avión.
Desde entonces, ninguno de los cuatro mafiosos ha declarado y, con el falso temor a que la Policía española les suministrara suero de la verdad, se han negado a comer y beber durante tres días. Bojovic y sus hombres aún creen estar en una guerra como la de los Balcanes.
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