Decía llamarse Elisa, pero su verdadero nombre era Benjamín. Aseguraba vivir en Tallin, la capital de Estonia, pero siempre ha residido en un piso de Puerto Real (Cádiz). Se presentaba como una quinceañera que sólo buscaba intercambiar fotos sexys en Internet, pero en realidad era un peligroso ciberacosador. La Policía informó ayer de la detención de Benjamín Cabello Sánchez, un parado gaditano de 22 años y con estudios de informática, como sospechoso de haber acosado a través de la Red a más de 70 menores de otros países. Entre sus víctimas figura Sten Kalma, un adolescente estonio de 14 años que terminó suicidándose.
La muerte de Sten, en marzo de 2008 en Viljandi (Estonia), destapó la existencia del ciberacosador. Tras el suceso, la familia del adolescente descubrió en su ordenador numerosos mensajes en los que una tal Elisa, que decía ser la hija de un empleado de la Embajada española en Tallin, le exigía una y otra vez que le enviara fotos y vídeos en los que apareciera desnudo.
Tras enviarle unas primeras fotos, Sten se negó a volver a hacerlo, por lo que Elisa le amenazó con hacer llegar a sus amigos y familiares las imágenes comprometidas que el menor ya le había remitido. Sten no pudo soportar la coacción, cogió la pistola de su abuelo y se pegó un tiro en la cabeza.
Fue la propia familia quien consiguió localizar a otras víctimas de Elisa y que la Policía de Estonia retomara un caso que en un primer momento había dado por cerrado. Las investigaciones permitieron saber que el ciberacosador utilizaba siempre la misma estrategia. Se presentaba, a través del messenger o en la red social estonia www.rate.ee, como una joven que tardaba muy poco tiempo en enviar a sus cibercontactos fotografías y vídeos sexuales supuestamente suyos. En realidad eran imágenes de una striper amateur llamada Keyra Agustina, que se había bajado de Internet.
En octubre de 2008 fue detenido. Un mes después volvía a actuar
En ocasiones incluso daba detalles de la ciudad de Tallin o utilizaba frases en estonio para ganarse la confianza de sus víctimas, siempre varones adolescentes. Cuando estos le respondían con las primeras fotos, cambiaba la dulzura por la exigencia, y comenzaba a reclamarles que los vídeos e imágenes fueran cada vez más explícitos. A veces, Elisa se quitaba la máscara, y Benjamín enviaba a sus víctimas imágenes reales suyas, como la que se reproduce sobre estas líneas. Si el acosado se negaba a continuar con el intercambio, le coaccionaba diciendo que enviaría a sus familiares y amigos las fotos que ya tenía. En varias ocasiones cumplió su amenaza. Una de ellas, con K.T., un menor estonio de 13 años.
A partir de este caso, la Policía del país báltico consiguió una primera pista sobre la identidad del ciberacosador: una dirección de correo electrónico gratuita que comenzaba con las palabras morenita y Cádiz, y que se conectaba desde España. Las autoridades de Tallin pidieron entonces ayuda a la Brigada de Investigación Tecnológica (BIT) de la Policía Nacional, que pudo localizar en agosto de 2008 que las conexiones se realizaban desde un domicilio de Puerto Real (Cádiz).
Finalmente, en octubre del pasado año, la Policía detuvo al presunto delincuente. Le intervino un ordenador portátil y 15 soportes de memoria en los que guardaba numerosas imágenes y vídeos sexuales de 70 menores 43 de ellos estonios aunque también de Noruega y otros países europeos.
Este primer arresto y el hecho de que sus padres le retiraran desde entonces el ordenador y la conexión a Internet no impidieron que Benjamín reiniciara poco después el acoso a menores. Al mes siguiente, el presunto ciberacosador adquirió un teléfono móvil de tarjeta prepago con conexión a la Red y dio de alta una nueva dirección electrónica, [email protected].
Con ambos elementos, inició la caza de un adolescente estonio de 15 años que en Internet se hacía llamar Mikk. De nuevo se hizo pasar por una chica. De nuevo le envió fotos. Y, de nuevo, le empezó a presionar para conseguir que le enviara imágenes sexuales. Incluso le convenció para que grabara con otro menor, apodado Maxim, una relación homosexual. Sin embargo, los chicos dieron marcha atrás al poco de iniciar la filmación.
Este contratiempo irritó a Benjamín, que obligaba a sus víctimas a telefonearle de manera regular. Incluso llamó a sus padres sin importarle ser denunciado. Poco después, la Policía estonia sospechó que el ciberacosador de Mikk y Maxim era, en realidad, Elisa. La Policía española lo confirmaba con su detención, la semana pasada. En su móvil estaban los números de ambos menores, mensajes amenazantes e imágenes de sexo explícito de adolescentes. Esta vez, el juez lo ha enviado a prisión.
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