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Arrebato de bilis a las puertas del Palau

Protesta ciudadana contra el cierre de las emisiones de TV3

SERGI TARÍN

Asco, mucho asco, es lo que se percibe entre el medio millar de personas que se concentran a los puertas del Palau de la Generalitat contra el cierre de TV3 en suelo valenciano. Un asco que se apega a la ropa y seca las gargantas. Asco por el apagón del canal a golpe de decreto y por muchas cosas más. Por ser tan poca gente y porque ellos sean tantos. Por las encuestas, que amenazan con bandadas de gaviotas cubriendo el cielo de todas las instituciones. '¡Vota Partido Popular!', cruza la calle Serrans un furgoneta con un cartel de Rita Barberá. Los 500 rostros se giran al unísono y si los ojos pudieran escupir, el vehículo habría sucumbido acribillado a salivazos.

Repugnancia es lo que sintió también Roser cuando el 18 de febrero la pantalla de su televisor se quedó en negro tras 28 años de emisiones de la televisión pública catalana. Lo vivió con dolor, como una pérdida personal. 'Era un patrimonio de todos, del pueblo valenciano'. Roser, junto a otros miles, participó en la compra de bonos y suscripciones para instalar los repetidores a mediados de los ochenta, ampliar la señal a todas la comarcas y para pagar las multas del Consell de los últimos meses. '¡La tele era nuestra, la habíamos construido con nuestro dinero y el PP nos la ha robado!', lamenta Roser con una vehemencia que atrae la mirada bovina de tres agentes antidisturbios.

El acoso y derribo de Francisco Camps a TV3 resume todos los instintos de una gran parte de la derecha valenciana. Fundamentalmente, el anticatalanismo. TV3 era la gran voz en defensa de un espacio cultural compartido por catalanes, valencianos y baleares. Un voz modesta, de minorías, pero incómoda para oídos acostumbrados a la homilía, no al debate; al eslogan, no al argumento. Y una voz propicia a la decapitación en tiempos electorales para que el voto ultra acuda a las urnas atraído por el olor de la sangre. 'O tal vez ni eso', explica José Ignacio Pastor, quien piensa que el PP 'actúa de manera autoritaria por lógica y por inercia, por someter todos los medios de comunicación a su alcance'.

Pastor es miembro del Consejo de Administración de RTVV por el PSPV y conoce muy bien el sonido de las tuberías del control mediático del PP. Vivió de cerca la concesión de licencias de la TDT (Televisión Digital Terrestre) en diciembre de 2005. De 44 canales, 42 fueron a manos de empresas afines al PP. 'Fue un acto de golpismo mediático', asegura Pastor, quien recuerda que uno de los grandes beneficiaros fue Mediamed, la firma de José Luis Ulibarri, salpicado por la trama Gürtel.En aquel entonces, el con-seller encargado del reparto fue Esteban González Pons, ahora vicesecretario de Comunicación del PP. Aquella operación, según Pastor, condenó a los valencianos a 'una dieta mediática tóxica'.

La mayoría de los canales incumple la ley audiovisual valenciana y se han convertido en meras desconexiones de marcas como Intereconomía o Libertad Digital, que no respetan las cuotas en valenciano. Eso en el mejor de los casos, ya que otras cadenas se dedican a difundir porno y tarot a tiempo completo. En cambio, empresas que funcionaban en 2005 de acuerdo a la ley fueron marginadas por no estar en la órbita ideológica del PP. Es el caso de Info Televisió, que emitía íntegramente en valenciano. Su director, Juli Esteve, fue además delegado de TV3 en el País Valencià: 'Quien no comulga con el discurso oficial acaba arrinconado', asegura, doblemente dolido por una política dirigida a callar cualquier discrepancia.

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