Alfonso Guerra (Sevilla, 1940) es uno de los representantes de la memoria histórica de la reciente democracia española. Después de 34 años en las Cortes, desde la legislatura constituyente hasta hoy y sin periodo de carencia, puede considerarse el decano de sus señorías. Y a partir del 21 de noviembre, urnas mediante, será el único diputado con pleno de legislaturas en el Congreso de los Diputados.
El que fuera vicepresidente del Gobierno en la primera década del felipismo (entre 1982 y 1991) concurre a las elecciones generales como cabeza de lista por la capital hispalense por undécima ocasión. En las diez anteriores, su candidatura fue la más votada y desde 1982 ha recibido el apoyo de más del 50% de los sevillanos –en 2000, se quedó a una décima–.
Guerra presumía recientemente de estos éxitos en las urnas. Y lo hacía en un escenario poco habitual. No por la localidad, Dos Hermanas (Sevilla), que ha dado jornadas de gloria a los socialistas, sino por la compañía, ya que compartió tarima con Felipe González.
Ese tándem socialista, que encabezó la renovación del PSOE en el Congreso de Suresnes, en 1974, no se dejaba ver públicamente desde la campaña de 1996. La derrota electoral de la formación y el desalojo de la Moncloa agudizó las diferencias entre el expresidente y el exvicepresidente. Hasta tal punto, que el otrora vicesecretario general del PSOE abandonó la dirección del partido en 1997. Las tensiones, sin embargo, comenzaron a finales de los ochenta, cuando estalló el caso Juan Guerra por la denuncia de tráfico de influencias cometido por su hermano y que le llevaron a dimitir como vicepresidente en 1991.
La unión de Guerra con el PSOE comenzó en 1962. Dos años antes había empezado a organizar, junto a Alfonso Fernández Malo y Luis Yáñez, la creación de Juventudes Socialistas, según narra en sus memorias Cuando el tiempo nos alcanza (1940-1982).
El despertar político de Andrés, como fue conocido en los tiempos de clandestinidad, coincidió con su etapa universitaria. Corría el año 1960 y, siguiendo los consejos de su padre, cursó estudios para perito industrial en Sevilla.
Su vocación, no obstante, iba por otros derroteros. Voraz lector, Guerra encontró en la literatura –especialmente en la poesía– y el teatro su gran pasión. En 1962 fundó la revista La Trinchera. Frente de Poesía Libre, en cuyo primer número incluyó poemas de Jaime Gil de Biedma y Agustín Goytisolo, entre otros. Si bien no fue su única aventura artística. Desde el triunfo del PSOE en 1982, ha combinado su pasión por los libros con la política.
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