Samantha Hudson entra a la redacción de Público con tacones de infarto y una mascarilla del mismo rosa chillón que su cazadora después de haber acaparado todas las miradas de los transeúntes de Gran Vía. Le gusta, se siente cómoda. Siendo Iván González (Palma, 1999), la extrema derecha y la Iglesia la señalaron como enemiga por el videoclip de Soy Maricón. Era un trabajo de instituto al que su profesora le dio un sobresaliente y por el que un religioso la comparó con una taza llena de escupitajos. "Ahí tuve que decidir si seguía o me iba a mi casa, y está claro que a mi casa no me fui".
Consolidada como artista, Samantha Hudson está de gira con su nuevo disco, Liquidación
Total. Actuará en Madrid en una semana y a finales de mes en Barcelona, luego seguirá
girando hasta octubre por toda la geografía española. "La verdad es que ser travesti y artista performática no es más que una excusa para viajar y conocer todos los sitios del territorio peninsular", reconoce.
¿Qué tal está?
Muy bien, sentada, que es como más me gusta estar.
Está de gira de 'Liquidación Total', su segundo disco. ¿Cómo la está viviendo?
Estoy muy contenta y ya siento que puedo encajar en esa categoría de música profesional, incluso de cantante, si peco de soberbia. Liquidación total ha sido un proyecto que me he tomado muy en serio y el show siento que ha sido un level up. Sigo siendo una especie de Madonna castiza venida a menos pero ahora con un poco más de rigor, incluso tengo coreografías.
¿Se divierte tanto como parece?
Sí, me lo paso súper bien. Viajo con mi representante y dos bailarinas. Te puedes imaginar las cuatro metidas en una furgoneta, más el técnico de luces y quien quiera venir. Si tú eres un rancio lo vas a ser dentro o fuera de un coche, pero yo que soy una tía moloncísima, pues una tía moloncísima en un bólido de cuatro ruedas, ¿qué más puedo pedir?
¿De que haría usted liquidación total?
Yo liquidaría a toda la población, menos a mí, porque creo que sería una experiencia vivir todo vacío. Luego, por supuesto, me quitaría la vida, como a los dos días o así, me daría una prórroga para ver qué onda [Se ríe].
Liquidaría todo. Todos los símbolos, el status quo, el orden establecido, los conceptos aprendidos, la sociedad, liquidaría a Greta Thunberg, la falda pantalón, el color verde militar, liquidaría a los hombres. Liquidaría todo. Esto en el sentido de exterminio.
A todo lo que hace le acompaña la etiqueta de subversiva, irreverente, incómoda. ¿Se siente cómoda?
Yo me siento comodísima, aunque no pretendo ser transgresora ni ninguna de esas etiquetas que se me atribuyen. Yo lo que quiero es vivir tranquila pero resulta que para algunos individuos en esta sociedad vivir tranquila supone un acto político.
Siempre se le pregunta a la persona que transgrede, a la que se supone que es revolucionaria, pero nunca se cuestiona a la otra parte. Para que haya una cosa transgresora tiene que haber algo que transgredir y si solo cuestionas lo queer, el feminismo o el antirracismo, te estás dejando la otra cara de la moneda.
Usted ya es un referente para gente muy joven. ¿Qué le hace sentir esto?
Me da esperanzas y quizás eso sea un poco narcisista. Tengo unas convicciones con las que estoy muy contenta y creo que lo que evoco a la gente es lo que yo en mi cabeza me había imaginado como lo ideal, la mujer que yo quería ser. Siento una conexión con la gente que entiende mi propuesta, porque si entiendes a una tía chula es porque eres una tía chula y ver a tantas tías chulas en el mundo me reconforta mucho.
Pero también me genera un poco de angustia que se hable de mí como un referente porque no me gusta la cultura de la aspiración y no me gusta que solo una persona tenga que representar todas las realidades. Para empezar, porque es imposible y para terminar porque es muy injusto, sobre todo mi caso particular porque mi experiencia vital no describe el panorama general. Yo trabajo de lo que me gusta, me va bien, gano dinero, estoy alegre. Luego miras a la gente de mi entorno y es mentir, vivimos en un contexto bastante convulso y tétrico y que se me plantee como la adalid de algo está lejos de la realidad. Yo soy la excepción que confirma la norma.
¿Hay sitio para otra Samantha Hudson?
No lo creo. Yo creo que Samantha Hudson hay una y esa tendencia a comparar y buscar parecidos entre figuras que forman parte del colectivo queer me parece que no lleva a nada. Siempre se me compara con Fabio McNamara, sobre todo gente detractora que dice cosas tipo: La Samantha Hudson esta no hace nada nuevo, si eso ya lo hacía Fabio McNamara en los 80.
Para empezar, es que no conocen otra persona queer aparte de Fabio McNamara. Yo llevo viendo hombres cisheterosexuales en todas las pantallas, en la publicidad, en los medios de comunicación, en las series, en las películas, siempre el mismo patrón de hombre rancio y no me voy quejando de que eso ya lo ha hecho otro hombre.
Honestamente no hay espacio, pero eso no es mi culpa. El problema es que no hay espacios para que los ocupe más gente, no que no haya otras personas con un discurso válido y por supuesto mucho más coherente que el mío.
¿La gente se sorprende cuando descubren en usted un discurso político sólido?
Estoy acostumbrada y es lo que suele ocurrir. Cuando eres tan coquetona y tienes interés por la estética y las cosas aparentemente frívolas siempre se ha denostado esa figura porque se ha visto como una frikada, como una tonta del culo. Cuando descubren que tienes algo más que decir siempre la gente se sorprende y te valora.
Yo agradezco que se valore mi discurso pero también creo que hay que romper con esos estereotipos. No tengo por qué demostrar a nadie que soy culta y que manejo conceptos políticos o tengo pensamiento crítico, no tendría porqué demostrar todas esas cosas para que me respeten y pongan en valor las cosas que hago. La gente tiene derecho a ser mediocre, a simplemente dedicarse a ser ridícula y absurda y eso no debería ser una cuestión sobre la cual tú decidas si
darle un trato más óptimo o darle un trato más peyorativo.
También tengo que decir que la gente que tiene mucho sentido del humor y que maneja tanto lo absurdo y la ridiculez a mí me parece la gente más inteligente. Para ser tan absurda tienes que entender muy bien las dinámicas de la vida y eso no es nada fácil.
¿Cómo maneja las contradicciones?
Las llevo regular. Una vez empiezas a formar parte de las dinámicas del sistema, a lo mejor aparecen ciertas incoherencias y es algo que llevo mal y sobre todo que tengo muy en cuenta a la hora de tomar decisiones. Intento que todo sea lo más pulido posible, pero tener un discurso 100% puro creo que es imposible porque al final ningún consumo es ético dentro un sistema capitalista. Todas formamos parte pero por lo menos intento que esas contradicciones me las pueda permitir y no sea nada que se haya ido de olla.
En su último videoclip le pega un tiro a Franco. ¿Se planteó que eso podría traerle consecuencias? ¿Alguna vez se ha autocensurado?
Creo que la clave del éxito que tienen las cosas que hago es que no hay censura en nada. A lo mejor comedida en ciertos aspectos porque me gusta moderar el lenguaje en torno a lo que quiero transmitir, pero si se trata de una decisión artística para nada quiero ponerme una mordaza.
Tenía miedo cuando lo lancé de a ver qué represalias se iban a tomar. Tenía miedo sobre todo a que viniera un neonazi que decidiera tomarse la justicia por su mano, alguien que se hubiera sentido atacado personalmente. Que lo comprendo y además esa era la intención.
Sí ha recibido críticas, y de sectores de la sociedad enfrentados.
Lo que me ha sorprendido más es que había más críticas del lado contrario, de la izquierda. Pero cuán de izquierdas eres si te quejas de que una travesti haga un videoclip matando a Franco tirando un argumentario tan absurdo como que me estoy riendo de los damnificados o que estoy ironizando con todas esas personas que están en las cunetas a día de hoy.
Diciéndome todas esas cosas absurdas de es que mi abuelo luchó por la república. Pues es que mi abuelo también y los abuelos de muchas personas Lgtbi. Y también las personas Lgtbi fueron damnificadas por el régimen franquista y si yo hubiese existido ahí me hubiesen metido un tiro y tirado a una cuneta. Creo que de alguna manera nos pertenece apoderarnos de esas narrativas y jugar con esa simbología, sobre todo porque es patrimonio español y yo con mi patrimonio hago lo que me da la gana.
¿Qué nota cree que le pondría su profesora a su último videoclip?
No sé, debería preguntarle. Me encanta visitar de repente el instituto a ver qué piensan porque es un choque enorme: de un maricón palurdo a una maricona palurda pero que trabaja.
Ese señalamiento público que sufrió siendo un adolescente, ¿lo calificaría de violencia?
Sí, sin duda, Me parece una sinvergonzonería. Yo en ese momento estaba encantada y vivía sumergida en mis delirios de grandeza y lo viví pensando en marketing pero con el paso de los años y pensándolo fríamente fue una desfachatez. Porque me amparaba la ley de protección de datos al ser menor de edad, pero estoy convencida de que se hubiese publicado mi nombre sin ningún reparo igual que se publicó el nombre del centro donde yo estudiaba. Exponer de esa manera a un menor edad y que se movilizasen todos los partidos políticos por una cosa tan anodina...
La magnitud la dieron ellos, me situaron en el punto de mira y me convirtieron en un objetivo muy posible para cualquier persona que decidiera tomar cualquier acción contra mí. Hubo un cardenal que hizo una publicación sobre mí en la que me comparaba con una taza llena de escupitajos.
¿Estaríamos aquí sin ese videoclip?
He consolidado mi personalidad y he afianzado mi carácter única y exclusivamente en torno al videoclip de Soy maricón porque de alguna manera marcó un antes y un después en mi vida. Decidí tomar tirar por un camino muy concreto a nivel profesional, me ayudó a determinarme como Samantha Hudson y a descubrir mi propia identidad. Es lo mejor que me ha pasado en la
vida.
¿Qué tiene Samantha Hudson para ser tan incómoda para algunos sectores de la sociedad?
Yo creo que la pegunta está mal formulada. No es que tiene Samantha Hudson, es qué tiene ciertos sectores para que se sientan incomodados por Samantha Hudson. Creo que ahí es donde habría que poner el foco
¿Qué respuesta daría usted?
Unos prejuicios como una catedral y un desfase con los tiempos que corren como la copa de un pino.
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