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Álvaro Longoria: "Esta pandemia nos da la gran oportunidad de replantearnos el reparto de la riqueza"

Álvaro Longoria y Javier Bardem (Mosaico Films).
Álvaro Longoria y Javier Bardem (Mosaico Films).

El productor y director se embarcó con Javier y Carlos Bardem en una expedición de Greenpeace a la Antártida como parte de una campaña para conseguir crear el Santuario Antártico. La película Santuario ha recibido el Honorary Green Oscar.

Todo lo que daña a los océanos daña a la especie humana. Aunque solo fuera por egoísmo o por el poderoso instinto de supervivencia, deberíamos protegerlos. Pero la estulticia, la ignorancia y, sobre todo, la desbocada codicia de unos pocos, lo impide. España pertenece, con más de una veintena de países, a la Comisión del Océano Antártico. En su última reunión, a finales de 2018 en Tasmania, los gobiernos de esta comisión no llegaron a un acuerdo para la creación de un Santuario Antártico. Hoy solo un 3% de la superficie de nuestros océanos está protegida.

Los hermanos Javier y Carlos Bardem fueron nombrados embajadores de los océanos con Greenpeace y comenzaron a luchar por su protección. Antes de la malograda reunión de Tasmania, se sumaron a la tripulación de un barco de la organización para visitar la Antártida –único continente virgen del planeta– como parte de una campaña de recogida de firmas para concienciar a los gobiernos de la necesidad de crear el Santuario. El productor y director Álvaro Longoria se unió a ellos para rodar una película de esta experiencia. Ahora, desde el confinamiento en su casa, habla con Público sobre la película.

Santuario, que el pasado año pasó por el Festival de San Sebastián, ha sido galardonada con el Honorary Green Oscar otorgado por la Fundación Cinema por la Paz. La película se estrena ahora online ante la imposibilidad de estrenarse en cines. Llega a las plataformas digitales Filmin, Amazon Prime Video, Apple TV+, Google TV, Vodafone TV, Rakuten TV y Huawei Video.

¿La crisis que estamos viviendo ha hecho más evidente la urgencia medioambiental?

Sí. La emergencia medioambiental es igual ahora que antes la de la pandemia, pero ahora tenemos un recordatorio de nuestra fragilidad. Somos animales en un medio ambiente que compartimos con otras especies y necesitamos mantener el equilibrio con la naturaleza. Otras especies no pueden, pero nosotros, sí, depende de nosotros que cambien las cosas. Esto está recordando a la humanidad que hay que tener cuidado. Debemos cuidarnos como especie y para ello debemos cuidar el planeta o podemos desaparecer.

La gran paradoja es que tal emergencia, que es vital, no tenga poder por sí misma para llamar la atención y haga falta como cebo el rostro de un famoso.

Desde el principio nos hicimos esa reflexión con Javier Bardem, pero es verdad que nos dimos cuenta de que hacía falta tener un referente, que fuera como los ojos del público. Ellos, Carlos y Javier, como embajadores de la campaña abrieron muchas puertas. A Greenpeace no le abre un ministro europeo las puertas inmediatamente, a Javier Bardem, sí, y te recibe al momento. El ser humano tiene una tendencia a fascinarse con los líderes, es casi algo de la especie, desde los gladiadores, los políticos, ahora los deportistas… Es así, aunque nos gustaría que fuera de otra manera.

Con su presencia se consiguieron millones de firmas para la campaña de crear un Santuario Antártico. ¿Cree que la mayoría de la población del planeta es consciente de la urgencia medioambiental?

"Todos nos replantearemos la relación con la naturaleza"

Creo que sí. Después de este electroshock que estamos viviendo, todos nos replantearemos la relación con la naturaleza. Tenemos que ser muy conscientes de ellos y tomárnoslo muy en serio. Nunca antes nos hemos dado tanta cuenta de lo vulnerables que somos. Y yo tengo esperanza. Es fundamental el optimismo. No hay que obsesionarse con el problema, hay que obsesionarse con las soluciones y ahora tenemos que pensar cuál es el nuevo orden en el que queremos vivir. Muchos se darán cuenta de que coger un vuelo barato para ir a hacerse una foto delante de la torre Eiffel no tiene mucho sentido.

Entonces ¿la pandemia planetaria nos está dando una oportunidad?

Es la gran oportunidad, la oportunidad de replantearnos nuestra relación con la naturaleza, el reparto y uso de las riquezas. Ya lo dice uno de los tripulantes del barco de Greenpeace en la película, al fin y al cabo, el dinero no se come.

La lucha por el planeta esta vez es definitiva. Si la campaña de Greenpeace hubiera implicado desobediencia ¿se hubieran unido a ella?

Esa es una reflexión que tiene Greenpeace todo el rato, pero deben mantenerse dentro de la legalidad. Hay otras organizaciones, como la británica Extinction Rebellion que actúan más desde la desobediencia. Yo no soy partidario de romper la ley, entre otras cosas porque pone en peligro a los propios activistas. Me parece más útil ser inteligente y convencer a la gente. El poder de cambiar las cosas la tiene hoy el voto del ciudadano. Hay que presionar a los líderes para que sigan el deseo popular.

Pero eso no se consigue hoy, ¿no?

Los políticos hoy están sujetos a unas presiones económicas brutales, es el paradigma de esta sociedad. Estoy seguro de que el 99% de los políticos europeos están convencidos de que la emergencia climática es prioritaria, pero el poder de las grandes empresas ha superado al de los individuos.

¿No pueden o no se atreven?

Ningún político tendría tiempo de hacer nada, aunque se atreviera a actuar, antes le cambiarían.

¿Qué ha aprendido de esta experiencia?

"Como con el personal sanitario, se demuestra que el dinero, sin duda, está mal distribuido"

He estado en el Ártico y en la Antártida. La vida en el barco de Greenpeace te hace cambiar el chip inmediatamente al entrar en un mundo que no es el tuyo. Allí todos éramos tripulación y todos teníamos que limpiar cubiertas, baños… Esa disciplina favorece el equipo y tú te sientes muy útil, ya no eres un pegote. Son 36 personas, muy jóvenes, que se meten en un barco tres meses y en ocasiones viven experiencias extremas y dedican su vida a ayudar a los demás. Se valora poco a esta gente. Con ellos, como con el personal sanitario, se demuestra que el dinero, sin duda, está mal distribuido.

¿Eso le ha hecho valorar más al colectivo?

Sí, creo en ese modelo. Es mucho mejor todo cuando todo el mundo está motivado y participando. Creo en una estructura participativa dentro de un orden y es necesaria la disciplina y la jerarquía. En ese barco hay que tomárselo muy en serio y esas cosas son muy importantes, ya nos advirtieron que si caíamos al agua moriríamos en dos minutos, así que hay que seguir normas y tener cuidado con las cubiertas heladas y el movimiento de máquinas pesadas.

Doy por hecho que se hace una película así si se cree en el cine como herramienta de cambio social, ¿no?

Claro. El cine tiene el poder de hacer reflexionar y nosotros, los que hacemos cine, tenemos, por tanto, una responsabilidad y una obligación. La obligación de usar el cine para hacer un mundo mejor. Por otro lado, creo que es importante el equilibrio con otro tipo de cine. Esta película no se hizo por rentabilidad económica, no pensamos en ello, aunque si la gente la consume ahora online en las plataformas será una maravilla y será combustible para la siguiente película. Además, que una película atienda a una responsabilidad social o política no quiere decir que no pueda ser comercial.

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