El juego online ya saca más de cincuenta millones de euros cada semana de las economías familiares en un proceso cuya magnitud sigue creciendo y que, al mismo tiempo, genera a nivel estatal un déficit comercial de más de mil millones de euros (7.895 en cinco años) que vuelan hacia otros países.

"Esos resultados no resultan extraños. Lo raro sería que descendiera el volumen de negocio, puesto que se trata de algo que tiene un componente compulsivo y adictivo", explica Pablo García Ruiz, profesor de Sociología en la Universidad de Zaragoza que ha realizado algunos estudios sobre esta materia.

Según los últimos datos de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) sobre comercio electrónico, el juego online ya provocó en el primer semestre del año pasado una facturación bruta (apuestas menos premios) de 51,58 millones de euros semanales a las casas de apuestas y casinos virtuales, un volumen que ha crecido más de un 40% en solo un año.

"Influyen muchos factores", apunta García Ruiz, que destaca entre ellos la facilidad de acceso a las apuestas a través del móvil y los "elementos a su favor para enganchar" que utilizan las webs, cuyos gestores "consiguen que quien apuesta actúe de una forma automática, compulsiva" gracias, entre otros medios, a unos potentes aparatos promocionales a las que destinan un tercio de las ganancias. 

"Una de las principales demandas de las asociaciones [contra la ciberludopatía] se centra en reclamar la ralentización de las apuestas, en que haya un tiempo mínimo entre apuesta y apuesta", explica el profesor.

La facilidad de acceso y el peso de la tecnología

El objetivo de esa ralentización sería reducir las condiciones para que se dé esa compulsividad, algo que está produciendo un notable aumento de la ludopatía, en un fenómeno que se da con especial intensidad en los barrios populares de las principales ciudades, donde es mayor la concentración de casas de juego que ofrecen mesas electrónicas, y que está incrementando los episodios de sobreendeudamiento, también de manera más frecuente en esas capas sociales.

No obstante, el profesor relativiza esos últimos rasgos. "El volumen total es llamativo, pero la media de apuestas semanales es de 36 euros", explica, aunque "no se trata de una pandemia en la que todo el mundo está con el agua al cuello, pero está claro que sí hay mucha gente que tiene problemas de juego patológico", añade.

De hecho, según recoge una investigación desarrollada por García Ruiz y por María José Solé, también profesora de Sociología en Zaragoza, los profesionales de la salud contemplan el rápido desarrollo del juego online como "una 'revolución' eficaz para generar ingresos para las empresas y pérdidas económicas para los jugadores".

Ese mismo trabajo señala a "la facilidad de acceso y las webs de 'juego gratis' y los bonos de bienvenida, unido a la falta de conciencia social sobre los riesgos de esta actividad" como los principales "motivos sugeridos" que explican por qué los adolescentes comienzan a jugar entre "la sociedad civil y el conjunto de profesionales consultados" en la investigación.

"La posibilidad de ganar dinero y de jugar por placer o diversión son también indicados como motivos a tener en cuenta, si bien los profesionales de la salud no les dan a estos tanta importancia como a los anteriores", añade el estudio, que reseña cómo, "en cambio, tanto operadores como publicistas no consideran o bien dudan de que las características propias del medio virtual sean relevantes a la hora de que los adolescentes se inicien en esta actividad".

Casi 9.000 millones de euros al año en juego presencial y online

Los datos de la CNMC muestran cómo el volumen de ingresos de las casas de juego online se ha duplicado con creces en menos de cinco años, al pasar de los 1.129 millones de euros de 2017 a los 2.642 de 2021, con una previsión de haber llegado a los 2.700 en 2022 si se mantiene el ritmo del primer semestre, que es el último periodo con datos y en el que la recaudación alcanzó los 1.340.

Eso supone que, una vez descontados los premios, las casas ingresan 7,3 millones de euros diarios, 51,8 por semana. Y eso supone al cabo del año un gasto mayor que el que los hogares españoles realizan en leche (2.600 millones), en aceites (1.700), en hortalizas (2.680), en legumbres (1.700), en vino (2.400), y mucho más que en cines y museos (950) o en libros (1.600), según indica la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE (Instituto Nacional de Estadística).

Esas cifras sobre el juego se suman a los más de 6.000 millones de euros (6.128 en 2021, según los datos de la Dirección General de Ordenación del Juego) que mueven en España las apuestas presenciales, con tres cuartas partes de esa recaudación (4.510 millones) para las loterías estatales y autonómicas (3.465) y el cupón de la ONCE (1.015) y el resto repartido en casas de apuestas (636), casinos (556), bingos (337) y mesas de póquer legal (85).

Una de las diferencias principales entre el juego presencial y el online se encuentra en su tributación: una parte de la recaudación y otra de las ganancias del primero va a parar a las arcas estatales y autonómicas, mientras que el grueso del segundo no realiza ninguna aportación a las arcas públicas españolas al estar gestionado principalmente por empresas con sede en otros países, preferentemente dotados de sistemas tributarios low cost.

Más de dos tercios de esos más de 2.600 millones de euros anuales, en torno a 1.800 los ingresan empresas de otros países, mientras que las apuestas en casas virtuales con sede en España no llegan a 750 y los que se atraen desde otros Estados llevan dos años por debajo del medio centenar.

Más de dos tercios de esos más de 2.600 millones de euros anuales, en torno a 1.800 los ingresan empresas de otros países, mientras que las apuestas en casas virtuales con sede en España no llegan a 750 y los que se atraen desde otros Estados llevan dos años por debajo del medio centenar.

"Resulta muy difícil controlar una actividad online. Se están tomando medidas, pero habrá que lograr que se cumplan, y eso ya no es tan fácil", explica García Ruiz, que recuerda cómo "hay una voluntad (de los gobiernos) de intervenir en las empresas tecnológicas y se va aumentando el control y el cobro de impuestos", aunque queda mucho camino por recorrer en ese apartado.