En los últimos meses el precio de la energía se ha consolidado como uno de los grandes temas de preocupación de los consumidores. Desde los medios de comunicación no ha parado de repetirse la idea de que el precio de la luz está fuertemente influenciado por el precio que adquiere el gas en el mercado. Sin embargo, muchos consumidores siguen sin entender por qué existe esta correlación entre ambos precios.
Lo primero que debemos comprender es cómo se fija el precio de la electricidad en el mercado español. Cada día las empresas generadoras indican a qué precio están dispuestas a vender electricidad para cada una de las horas del día siguiente, mientras que las comercializadoras señalan a qué precio están dispuestas a comprar, según la demanda que estiman que sus clientes harán en cada una de esas horas.
Las empresas comercializadoras pueden elegir entre distintas energías: algunas son producidas por combustibles fósiles como el gas y otras pueden ser renovables como la energía eólica o hidráulica. El problema es que a día de hoy la presencia de energías renovables no es suficiente para cubrir toda la demanda y las empresas se ven obligadas a recurrir frecuentemente a las centrales térmicas y, por tanto, a los combustibles fósiles. Como consecuencia, los generadores de energía fósil suelen ejercer una cierta presión al alza sobre el precio de la electricidad.
Que el gas sea más caro acaba repercutiendo directamente en el precio de la luz de nuestra factura.
El gas natural es a día de hoy la principal fuente de energía que se utiliza en las centrales térmicas de ciclo combinado para producir electricidad. Estas centrales son las encargadas de convertir la energía térmica del gas natural en electricidad a través de una turbina de gas y otra de vapor.
El problema que está experimentando el mercado energético es que, en la actualidad, el precio del gas está disparado por diferentes circunstancias. Entre otras razones, destaca la invasión rusa de Ucrania, la cual ha desequilibrado radicalmente el mercado energético internacional. El país liderado por Putin ha decidido limitar el gas que exportaba a Occidente e incrementar considerablemente su precio. Como hemos explicado anteriormente, que el gas sea más caro acaba repercutiendo directamente en el precio de la luz de nuestra factura.
¿La solución? Aportar por las renovables
Para intentar frenar el crecimiento del precio de la energía, en nuestro país se adoptó una medida en junio: el conocido como "tope del gas". Este tope establece un límite al precio máximo del gas natural utilizado en las centrales de generación eléctrica. Tras esta medida, el Gobierno también aprobó una bajada del IVA del gas del 21% al 5%.
Sin embargo, pese a las medidas aprobadas, la factura de la luz ha continuado incrementándose. El problema es que las centrales de ciclo combinado compran el gas para producir energía en el mercado internacional, donde por ejemplo no existe un tope de precios como el que sí se aplica en nuestro país. Como consecuencia, la diferencia entre el precio real y el precio topado que se aplica en España la están pagando los consumidores en sus facturas.
En este contexto, la mejor solución que se puede proponer es la de apostar por las energías renovables en la generación de electricidad. Las energías renovables se presentan como una alternativa responsable, limpia y asequible para hacer frente a los altos precios del gas. Según un informe de IRENA, el 62% de la generación total de energía renovable que se consiguió en 2020 tuvo costes más bajos que la opción más barata de combustible fósil. En concreto, la energía solar llegó a ser más barata que el carbón y el gas en la mayoría de los países importantes, según los datos publicados.
En las últimas semanas, el precio de la electricidad ha bajado gracias a la aportación de la energía eólica y la solar. Según datos publicados por el Operador del Mercado Ibérico de Energía (OMIE), los aerogeneradores y los paneles solares fueron capaces de cubrir por sí solos casi el 60% de toda la energía a nivel nacional el pasado 19 de noviembre. La conjunción de estas dos energías renovables hizo que fuera menos necesaria la quema de gas en las centrales de ciclo combinado y que el precio de la electricidad bajara considerablemente.
Aunque haya avances, todavía hay mucho que hacer en el campo de las renovables con el objetivo de impulsar una transición energética. Mientras las energías renovables no tengan un mayor protagonismo podemos esperar que la factura de la luz, influenciada por el precio del gas, continúe en esta senda de inestabilidad con picos muy caros. El uso de estas energías limpias no solo tendrá un impacto positivo en el precio de la electricidad, sino que provocará otra serie de ventajas colectivas: ayudará a la independencia energética de nuestro país a la par que servirá para frenar la crisis climática actual.
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