zaragoza
Al Banco de España le faltan, en números redondos, 267.382.302.000 pesetas. No es que el emisor las haya perdido: se trata del valor facial (1.607 millones de euros) de los billetes y la calderilla de la moneda que fue oficial durante más de 130 años en España que queda por cambiar en euros, en un proceso que finaliza el próximo 31 de diciembre. Al día siguiente se cumplirán 19 años de la entrada en circulación del euro, el 1 de enero de 2002, y la paulatina retirada de la peseta en los dos meses siguientes.
Ese volumen de dinero equivale al presupuesto que el Gobierno destina al cabo del año a financiar las becas y las ayudas al estudio (1.620 millones de euros), está cerca de duplicar la consignación de Cultura (838 millones) y se sitúa ligeramente por encima de la dotación para la política exterior (1.581) y por debajo de la de Justicia (1.781).
También daría, según los datos sobre capitalización bursátil de Bolsas y Mercados al cierre del año pasado, para comprar algunas conocidas empresas españolas con un trato favorable para sus accionistas, caso de la telefónica Euskaltel (1.602), la constructora Sacyr (1.513), los bancos Unicaja (1.558) y Liberbank (1.068), la inmobiliaria Metrovacesa (1.327) e, incluso, una del Íbex35 como Ence (903) u otra que formó parte del selectivo índice hasta hace unos meses como Técnicas Reunidas (1.330).
Según los datos del Banco de España, al cierre del mes de enero quedaban por cambiar el equivalente a 817 millones de euros en billetes y otros 790 en monedas, un millón menos de los que quedaban al finalizar el 2019, cuando la suma ascendía a 1.609 y el valor facial en pesetas a 267.715.074.000.
El ritmo de cambio de las últimas pesetas se ha mantenido más bien constante a lo largo de los últimos cinco años, en los que las transacciones en billetes han oscilado entre los ocho y los nueve millones de euros por ejercicio y las de calderilla entre los diez y los doce, aunque en este caso con un ritmo ligeramente descendente en los dos últimos.
No obstante, fuentes del Banco de España apuntaron que el emisor todavía espera una aceleración de este proceso, coincidiendo con los últimos meses del periodo hábil para cambiar la moneda vieja por euros. "Se tiene que acelerar", apuntaron, dando por hecho que en este caso también se manifestará la arraigada costumbre de dejar las cosas para última hora.
El dinero que se llevan los turistas
En cualquier caso, buena parte de esos casi 270.000 millones de pesetas acabarán por no aflorar en las ventanillas del Banco de España. Una porción amplia de esa calderilla y ese billetaje se da por extraviada, ya sea por su propio uso cotidiano y por despistes antes de quedar fuera de circulación, por desconocimiento sobre su paradero (el dinero "del colchón" y "el calcetín" de personas ya fallecidas) o por haber sido objeto de evasión en su día y no haber sido recuperado por quienes lo sacaron del país o por sus herederos.
La entrada del euro provocó en España un superávit de billetes retirados frente al volumen emitido entre los de menor valor
Paralelamente, una porción importante de esos fondos salió del país para no regresar, con motivos más lúdicos que oscuros o consapiranóicos: el elevado volumen de extranjeros que visitan España cada año, más de 82 millones como turistas en 2018 según el INE, a los que se suman casi 41 de visitantes de otro tipo (incluye profesionales), hace que la calderilla y los billetes de bajo valor que llevan en los bolsillos cuando vuelven a sus lugares de origen no retorne en la mayoría de las ocasiones al circuito monetario español, explicaron las mismas fuentes.
El establecimiento de la moneda europea tuvo el efecto contrario y provocó en España un superávit de billetes retirados frente al volumen emitido entre los de menor valor, que son, por este orden, los de 20 euros (2.088 millones de piezas en enero de este año), los de 10 (1.514) y los de 5 (206), mientras de 50 para arriba, con la excepción de los de 100, se da la situación contraria.
No obstante, todos van a la baja, lo que incluye la salida de circulación en apenas un lustro de más del 70% de los billetes de 500 euros: 52 millones de 73, lo que supone que han aflorado 26.000 millones de euros desde 2014 solo en ese formato, en más habitual en las transacciones vinculadas a la criminalidad y la corrupción.
El Banco de España y sus sucursales mantienen abierto hasta el 31 de diciembre el proceso de canje de pesetas por euros, en el que admiten cualquier billete de curso legal emitido a partir de 1939 mientras que los impresos durante la guerra serán objeto de análisis uno a uno. En el caso de las monedas, la permuta se limita a las que estaban en circulación en enero de 2002, incluidas las de plata de 2.000 pesetas, las conmemorativas y las de colección.
Una moneda de origen revolucionario y nombre catalán
En un plazo de menos de 300 días los billetes y monedas de pesetas dejarán de tener valor de curso legal, lo que pondrá fin a una historia de más de 130 años que, según explica la FNMT (Fábrica Nacional de Moneda y Timbre), comenzó oficialmente el 19 de octubre de 1868, cuando la estableció por decreto el Gobierno provisional surgido tras el derrocamiento de Isabel II con La Gloriosa revolución de ese año, que también centralizó su emisión en la ceca de Madrid, donde, a partir del año siguiente, se fabricaron todas las que llegaron a circular.
La elección del término "peseta", que ya se utilizaba "comúnmente" en la etapa de Isabel II y que desplazó a otros como "maravedí", "real" o "escudo", se debió "principalmente a su familiaridad de uso", añade la FNMT.
Varias teorías la vinculan el origen de la palabra peseta con la francesa 'piécette'
Se trata de una palabra de origen catalán, según explica el profesor de Historia de la Uned Miguel Ángel Martorelles. Varias teorías la vinculan con la francesa piécette ("trozo de moneda") y la catalana pesseta (piecetita, piezilla), aunque algunos filólogos consideran esta última una derivada del castellano "peso", que también daba nombre a una moneda.
"Parece seguro que la palabra nació en Catalunya, donde fueron acuñadas en 1808, en la guerra de la Independencia, las primeras monedas que incluían la palabra "peseta", señala Martorelles. Otras teorías indican que ya se conocía como "pessetas" a unas pequeñas monedas de plata de dos reales acuñadas en Barcelona por Carlos de Austria en el siglo XVIII, durante la guerra de Sucesión.
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