zaragoza
Actualizado:Más de la mitad de las empresas activas en España solo existen sobre el papel y carecen de plantilla y, en la mayoría de los casos, también de instalaciones, una circunstancia que en los últimos años alcanza ya a entre el 75% y el 80%, tres de cada cuatro o cuatro de cada cinco, de las de nueva creación.
Esta situación, que parece no acabar de casar con los mantras que predican la complejidad y las dificultades que entraña poner en marcha una empresa, responde más a criterios de negocio y de oportunidad que a prácticas de elusión y/o de fraude fiscal, aunque en ocasiones se dan ambos factores: suele crearse una para cada operación de calado que se emprende, algo especialmente frecuente en ramos como la construcción, donde más de la mitad de las sociedades (491.190 de 834.034), carecen de plantilla.
"La mayoría de las empresas que se crean son instrumentales, se constituye una para cada operación, para instrumentar cada negocio", explica el abogado José María Lumbreras, especialista en asuntos mercantiles y tributarios.
Coincide con el economista Javier Martínez, que anota que "fundamentalmente las sociedades se crean con objetivos concretos, para desarrollar un proyecto o una parte de la actividad. Las constructoras prácticamente crean una para cada promoción".
España bate de nuevo su récord de empresas ‘de papel’
Los datos del DIRCE, el Directorio Central de Empresas, que elabora el INE (Instituto Nacional de Estadística), muestran cómo en 2020, el año en que se produjo la mayor caída de la actividad económica en España desde el comienzo de la guerra de 1936, llegaron a constituirse 321.749 sociedades, de las que 259.415 eran solo ‘de papel’: surgían a un ritmo de casi 5.000 por semana y acabaron suponiendo el 80,6% del total.
Se crearon menos que en años anteriores, ya que el volumen total había superado las 400.000 en tres de los cinco años precedentes, aunque el peso de las instrumentales era ligeramente superior al rebasar la barrera del 80% por primera vez en más de una década.
Los sectores más activos fueron los de la construcción, con más de 60.000 nuevas sociedades sin empleados; sectores vinculados a esta como el inmobiliario y la arquitectura, que sumaron otras 20.000; el comercio, con alrededor de 45.000, y otros que se vieron obligados a reorientar su actividad como la hostelería (13.300) o la enseñanza (11.600).
Esa intensa actividad registral, que fue paralela a la disolución de 366.548, tres cuartas partes de ellas (272.445) instrumentales, llevó al parque societario del país a una situación de récord con 1,619 millones de empresas sin asalariados que suponían el 55% del total, lo que ha acabado este año por culminar un proceso que se había puesto en marcha con la incipiente recuperación de la anterior crisis.
Esos registros han ido a más, ya que, según los datos del DIRCE, 1,87 millones de sociedades de las 3,36 que operan en España este año son instrumentales, con un claro predominio de las que dependen de una persona física (1,3), muchas de ellas utilizadas por autónomos para desarrollar determinadas actividades y para poder pujar por algunas contratas públicas.
Este grupo triplica al de las SL o sociedades limitadas ‘de papel’, que son 398.041, algo más de la tercera parte del total, en una proporción que las anteriores doblan al acercarse al 70%.
Esas dos tipologías copan el 90% de las sociedades instrumentales del país, con un volumen netamente superior en ambos casos al de las sociedades anónimas, cuya constitución tiene mayores requerimientos de capital (60.000 euros por 3.000), y al resto de formatos.
¿Qué ventajas tienen estas prácticas?
Las ventajas de operar mediante empresas ‘de papel’ son, salvo contadas excepciones, más de carácter operativo que tributario o elusivo, coinciden Lumbreras y Martínez.
"Operar a través de una empresa no permite eludir responsabilidades, porque en caso de problemas el levantamiento del velo lleva a quienes la dirigen, ni siempre va a resultar más favorable en el plano fiscal", indica el letrado, que pone como ejemplo el frecuente uso de SL por autónomos: "los mismos beneficios van a tributar al 15% o al 20% en el IRPF mientras que el Impuesto de Sociedades puede alcanzar el 25%".
"Un autónomo puede disfrutar de algún beneficio fiscal si un año le van bien las cosas y en lugar de retirar los beneficios como dividendo los deja en la sociedad para capitalizarla y poder disponer de ellos más adelante", explica el economista, que advierte que "a veces el coste de la estructura puede resultar mayor que el ahorro en impuestos que permite, por los gastos de constitución, la presentación de cuentas y otros,".
Otra cosa es que una operativa de sociedades ‘ad hoc’ permita concentrar en ellas a cualquier escala empresarial la gestión de operaciones concretas y las aportaciones para llevarlas a cabo, tal como ocurriría, por ejemplo, en el caso de la unión de varias pymes para crear centrales de compras o de ventas.
Las ventajas de este formato para las grandes fortunas
No obstante, si hay sociedades de tipo patrimonial que se crean con el objetivo de obtener beneficios fiscales, con la vista puesta especialmente en algunos de gestión autonómica como los de Sucesiones y Donaciones, ya que, cuando se trata de patrimonios elevados y esas empresas tienen gestión y actividad, abre la puerta a dejar en herencia las acciones de la empresa en lugar de los bienes y negocios que se controlan a través de ella, lo que recorta de manera notable la factura tributaria de esa transacción al reducir el valor partir del cual se calcula el impuesto.
A eso se le añade que la posesión de acciones de empresas de carácter familiar, que es la fórmula que se suele utilizar en esos tinglados, está exenta del Impuesto de Patrimonio siempre que desarrollen una actividad y no sean meras tenedoras de propiedades. Para eso basta, por ejemplo, con que tenga a su nombre algunas propiedades inmobiliarias que estén en alquiler.
Por otro lado, la operativa de las empresas ‘ad hoc’ o ‘de papel’ afecta directamente a la antigüedad del tejido societario: hay que irse al bloque de las que llevan activas más de veinte años para que el grupo de las que tienen empleados supere con claridad en número a las ‘de papel’, que se imponen por tres a uno en el tramo de las de menos de dos años de existencia y por dos a uno en el segundo bienio para seguir igualadas hasta la segunda década.
Casi dos tercios de las empresas no llegan a superar los cinco años de vida en España principalmente, y con la excepción de periodos de crisis intensa como la actual, especialmente en el tramo central del año pasado y en sectores como el comercio y la hostelería, porque en la mayoría de los casos son liquidadas por haber cumplido sus objetivos o porque sus promotores consideran que va a resultar imposible alcanzarlos.
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