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Y los chicos viendo a Gasol

 

 

JOSÉ MIGUÉLEZ

Del Bosque no tiene intención de dar bandazos, dice. Pero se escuchan tambores de cambios en la selección. Modificaciones que no afectan tanto al estilo como a la simple alineación para el segundo partido. Todas las miradas se vuelven hacia Busquets, que si ya resultó prescindible ante Suiza más aún lo parece ante Honduras. Del Bosque insiste en que España no debe cambiar mucho. Pero su selección necesita más mordiente, más llegada, más presencia en ataque ante otro adversario que le esperará también, que acosará su circulación y que no demanda tanta contención en el medio.

Xabi tendría que hacer de Xabi y también de Sergio. Está capacitado. Y ya asoman los candidatos a hacerse con la plaza vacante. Uno es Cesc, el jugador número doce de la selección en tiempos de Luis (a diferencia de los jefes, a los jugadores, muy del anterior seleccionador, no le han escocido tanto sus opiniones) y el 16 o 17 en la era Del Bosque, como el propio interesado se ha encargado de recordar.

Un centrocampista de toque y recorrido, de llegada al área por sorpresa, que además de reforzar la apuesta por el estilo ofrece soluciones de gol de las que ante Suiza escasearon. El nombre de Cesc, que no pudo disimular su enfado cuando Pedro le adelantó en el estreno para suplir a Iniesta, suena a diestro y siniestro. Y Del Bosque es de los que escuchan.

El otro aspirante es el Niño, cuyo único inconveniente es su bajo estado de forma tras la operación de rodilla. Se le esperaba en plenitud para el cruce de octavos. Pero España vive ya en estado de emergencia. Y necesita de sus desmarques y de su potencia, un auxilio para la soledad de Villa. También puja Navas, aunque su presencia implicaría un cambio en el estilo, que es de lo que huye España.

La selección salta sobre los reproches de ayer y trata de centrarse en lo que tiene delante. Sabe que ya no puede fallar más. Pero va recuperando la confianza en su forma de juego, admirada hasta hace dos días y hoy hasta motivo de sorna ('¿no es hora de menos tiqui taque y más ataque?', preguntó ayer un periodista alemán). Los de la roja parece que ni se inmutan. Ayer, unos cuantos se pasaron la madrugada viendo a Gasol. Una forma muy particular de conjurarse.

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