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A día de hoy, se acerca a los 700.000 seguidores en Instagram. No importa que cumpliese 14 años en el mes de abril. Ni siquiera que no haya jugado en el primer ni en el segundo equipo del Barcelona. Pero a esa edad Xavi Simons, el chico del pelo rubio afro, de la cantera azulgrana, ya prácticamente funciona como una empresa. De hecho, tiene un community manager, que gestiona sus redes sociales, y va a abrir una página web con su nombre donde venderá ropa con su logo XS. Y, aunque parezca mentira, no es mentira: todo esto corresponde a un chaval de 14 años que juega en el cadete del Barcelona y que, a pesar de que muestra unas cualidades maravillosas, todavía no ha empatado con nadie. No ha tenido tiempo.
“Pero en un mundo que va tan rápido como éste, casi nadie quiere desaprovechar su momento”, expone José Manuel Rivera, un hombre especializado en marketing informático, que acepta que, “efectivamente, comunicar el talento de una persona a través de redes sociales es un arte. Pero por eso mismo también es una profesión y hay gente que lo sabe hacer formada y especializada para ello. Otra cosa es que se deba hacer con un chico de 14 años, pero si se ha hecho a esa edad con artistas, con tenistas..., ¿por qué no se va a hacer con futbolistas? ¿Quién puede cuantificar las posibilidades de éxito o fracaso el día de mañana?”
“Por lo tanto, no se trata de entender a los padres, sino de justificar un caso como éste en el que uno, nada más ver su cuenta de Instagram, advierte la mano de un profesional detrás. Porque se trata de un espacio muy trabajado en cuanto a textos o en cuanto a imágenes en los que no se hace al azar”, insiste Rivera, que tampoco se llama a engaño, porque “las redes sociales tienen capacidad para lograr estas cosas.
Su poder de convocatoria es inmenso. Máxime si tienes un buen producto o un buen personaje como en este caso es Xavi Simons, cuyo aspecto se sale totalmente de lo convencional a los 14 años. Parece un cantante de reggae, una manera de demostrar que con un aspecto desenfadado también se puede tratar de llegar al máximo en un mundo tan profesionalizado como el del fútbol”.
La crítica coincide que Simons no sólo tiene madera de gran futbolista. También de líder desde una posición en la que a los futbolistas se les educa para ordenar el tráfico. Pero el problema es que toda esta avalancha le ha venido con 14 años, en pleno periodo de formación, en el tránsito de la adolescencia. “Siendo un niño, prácticamente le están llevando a comportarse como un hombre. Ha dejado de ser un chaval anónimo en tiempo récord”, admite Luis, el padre de un chaval de esa misma edad que juega en la cantera del Rayo Vallecano. “Yo no creo que consentiría esto con mi hijo. El riesgo es alto, porque a esta edad nadie garantiza que vaya a llegar al fútbol de élite. Incluso, a los 14 años, hay una palabra, formación, más importante que la popularidad. Pero también hay que ponerse en el lugar de cada uno”.
La realidad es que Regillio, el padre de Simons, fue futbolista profesional en Holanda. Hasta no hace mucho era entrenador de las categorías inferiores en el Ajax, donde la educación es sagrada. Pero sobre los padres siempre pesa la sombra de la sospecha como explicaba el psicólogo deportivo Marcelo Roff en aquel documental, ‘Quiero ser Messi’ del periodista Hernán Zin. “El 10 por ciento de los padres son equilibrados, pero el otro 90 por ciento son desequilibrados entre comillas que buscan cubrir a través de sus hijos sus propias frustraciones personales o económicas”.
Por lo tanto, el debate podría ser inmenso porque no sólo se trata de la locura que se ha creado entorno a Xavi Simons, sino de la exposición en redes sociales y en la vida misma. Un proceso que cada día va a más voluntariamente. La prueba es que en el mes de julio tenía 300.000 seguidores en Instagram y hoy se aproxima a los 700.000. El resultado ha generado un fenómeno social hasta el punto de que, a los 14 años, firma autógrafos en los campos en los que juega como si fuese una celebridad. Y, aunque cuentan que Simons parece un chaval muy seguro de sí mismo, resguardado por el brazalete de capitán, la duda es que todo esto se sale de lo normal. Porque no es normal que un chaval de 14 años tenga un community manager ni vaya a vender ropa con su logo. Las redes sociales han llegado a lugares que hasta hace años parecían imposibles de transitar. De hecho, el Barcelona, el club de Simons, no es ajeno. Por eso a día de hoy, forma a todos los chavales de la cantera en el uso de las redes como si fuese una asignatura académica. Es más, a la entrada de la nueva Masia, hay un mensaje, acompañado por una imagen, que Xavi Simons ve a diario y que le avisa de que la vida no es un cuento de hadas:
- ¿Está foto la pondría Iniesta en su Instagram?
- No.
- ¿Y quién es Iniesta?
- Nuestro capitán.
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